Capítulo Cuarenta y Ocho.

9.5K 606 18
                                    


Narra Mateo.

Me suponía la reacción de Jesús, incluso creía que haría algo más.

De un momento a otro, aprieta su puño, y un derechazo tremendo me golpea en la ceja, haciéndome trastabillar hacia atrás, pero es lo menos que me merecía después de decirle que me había enamorado de su hija.

Me hecho la mano a la zona afectada y enseguida noto la sangre extenderse por parte de mi cara.

- Eres... eres... - Dice con la cara roja por la rabia, mirándome. Creo que me va a soltar otro puñetazo, pero sin más, se da la vuelta y se va.

Yo, tal y como le he dicho, voy en busca de mi niña, mi única salvadora.

Narra Alejandra.

Debería estar aprovechando las últimas horas con Mateo y, sin embargo, no puedo dejar de llorar. No siento fuerzas para levantarme y encarar una despedida, no me creo que me vaya a despedir de él hasta dentro de un año, en solo tres meses cumpliré los dieciocho años y no estará conmigo.

Me siento en la cama con más y más lágrimas dejando mi cara húmeda y pegajosa, no logro pararlas. Siento como la puerta de mi habitación se abre lentamente y alzo la vista para ver a Mateo cerrando a sus espaldas.

Esbozo una pequeña sonrisa hasta que...¡no! Lleva media cara ensangrentada, al igual que a mí las lágrimas, a él le sale sangre sin parar de un corte en la ceja.

- ¡Mateo! - Grito asustada poniéndome una mano en la boca y acercándome a él - ¿Qué ha pasado?

- Bueno, pequeña. Si a tí te disparan, yo sangro, ¿recuerdas? - Sonríe, haciendo una pequeña mueca de dolor que no pasa desapercibida para mí - Si tú lloras, yo también sufro.

- ¿Quién ha sido? - Pienso en Ángel, pero no, él se ha ido mucho antes. Mateo se ha quedado a solas con... - ¡No! ¿Ha sido mi padre?

Asiente, con una mueca de disgusto en la cara, sus preciosos ojos brillan al mirarme, aunque uno de ellos tenga un gran rastro de sangre seca alrededor, sigue estando tan guapo como siempre.

- Ven, te curaré. - Agarro su mano, arrastrándolo hasta el baño.

- ¿Ahora vas a ser mi enfermera particular?

- Yo seré siempre tu cura, Mateo - Le sonrío, sacando algodón y alcohol para cortar de una vez la sangre de su herida - ¿Por qué demonios te ha pegado papá?

- Supongo que... - Tuerce los labios en una mueca encantadora - Si alguien a quien nunca querrías ver cerca de tu hija, te dice que quiere estar con ella cuando cumpla los dieciocho años, la primera reacción es esta - Dice señalándo su ceja.

Me quedo absorta, mirando su expresión para cerciorarme que es cierto lo que me acaba de decir. Y claro que lo es, Mateo no me mentiría en un tema como ese.

- ¿Y qué te ha dicho?

- Nada - Mueve la cabeza a ambos lados.

- ¿Nada? - Pregunto incrédula, ¿que estaría pasando ahora por la cabeza de mi padre?

- No, Alejandra. Cuando crea que está más tranquilo, iré a hablar con él y...

- Iré contigo - Lo interrumpo.

- No, ni hablar. Esto tengo que hacerlo yo - Me dice cuando por fin hago que su herida deje se sangrar y le pongo un pequeño apósito.

- No - Me cruzo de brazos decidida - Como acabas de decir, si a tí te disparan, yo sangro. Lo que tenga que decirte a tí, también me lo dirá a mí. Estamos juntos en esto, ¿no?

- Estamos juntos en todo, mi niña - Me abraza, apoyando su frente en mi pecho, no me imagino cómo estará al pensar que puede perder a su mejor amigo... dos gruesas lágrimas comienzan a resbalar de nuevo por mi mejilla. - ¡Eh! ¿Y ahora por qué lloras? - Me mira desde abajo.

- Todo esto es por mi culpa, Mat. No pude enamorarme de otro, no, tenía que ser de tí. Echando a perder tu vida por encapricharme del mejor amigo de mi padre.

- ¿Por qué dices eso? - Levanta mi mentón, haciendo así que lo mire directamente - Tú me has enseñado que hay que luchar por lo que uno quiere, pequeña. Tú te enamoraste de mí y yo podría haberte rechazado, pero empecé a quererte. No pude evitarlo.

- ¿Y qué vamos a hacer ahora? - Pregunto sorbiéndome la nariz.

- Hablaremos con él, las cosas no se pueden quedar así... sería una situación incómoda para todos y, conociendo a tu padre, debe estar dándole vueltas a todo.

- Si, tienes razón - Acaricio su mejilla ahora más limpia, todo rastro de sangre ya no está y rozo su perfecto rostro con delicadeza - ¿Te duele? - Le pregunto refiriéndome a su reciente herida.

- Un poco, nada que no pueda soportar.

- ¿Puedo hacer algo para que no te duela nada? - Alzo ambas cejas, mordiéndome el labio inferior.

- Bueno - Se encoge de hombros - Podrías venirte conmigo al lugar más remoto de la tierra, a Australia, ¿recuerdas?

- ¿A qué parte de Australia? - Río, rodeándole el cuello con mis brazos.

- Da igual, mi niña. Cualquier sitio es el paraiso si estamos juntos. - Me agarra la cara con ambas manos, acercando su nariz para rozarla con la mía mientras sonríe sin parar.

- ¿Sabes lo mucho que te quiero, Mateo? - Le susurro en sus labios.

- Lo sé, pequeña. Por que eso es justo lo que yo te quiero a ti... - Y tras decir esto, poco a poco se acerca a mis labios, los que primero roza con los suyos, de lado a lado, contengo la respiración involuntariamente, Mateo me provoca que lo haga cada vez que está cerca.

Después me da un pequeño y tierno beso, cargado de amor. De todo el amor que sentimos el uno por el otro.

- Pero, ¿qué? - Papá esta al final del pasillo, viendo perfectamente toda la escena - ¿Qué coño haces, Mateo?

Ambos lo miramos, Mateo enseguida baja su vista a los pies, yo, sin embargo, me cruzo de brazos encarándolo.

- ¿Cómo que qué hace Mateo, papá? - Le pregunto alzando una ceja - Querrás decir que qué hacemos ambos, ¿no?

- Hablemos - Dice seco sin ni siquiera mirarme, se refiere a Mateo - En mi despacho.

- Yo también voy - Digo.

- No, Alejandra - Ahora me señala con el dedo, mirándome por fin y así haciéndome ver su demacrada expresión - Tú te quedas aquí, Mateo y yo debemos hablar a solas.

- Me temo que no, papá. Todo lo que tengas que decirle a él - Agarro la mano de mi Mat, dándole un pequeño apretón - También tienes que decírmelo a mí.

------------------

Aquí tenéis el penúltimo capítulo, espero que os guste :)

Mañana será el final... espero no defraudaros. Además, tengo una buena noticia, ya que tengo pensada mi nueva novela.

Mañana escribiré la sinopsis, por si os interesa :D

¡Gracias por leerme!

Quiéreme si te atreves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora