Mateo se aparta de mí automáticamente, como si de repente nuestro contacto le quemara. Si no estuviéramos en una situación como esta, seguramente estallaría en carcajadas al verlo reaccionar de esa manera, pero saber que puede ser papá el que esté aporreando la puerta, hace que no pueda mover ni un músculo.
En estas situaciones yo no suelo ser así, al contrario, soy decidida y sé como actuar, pero no ahora. No debería estar en esta habitación, no debería estar Mateo y no deberíamos haber estado haciendo... eso.
- ¡Escóndete! - Exclama Mateo incorporándose y poniéndose de nuevo la camiseta - ¡Rápido, Alejandra!
Me incorporo, mirando a todos lados. Intento levantarme pero las piernas me flaquean, no sé qué hacer.
- ¿Dónde? - Le pregunto en un tono tan bajo que dudo que me haya escuchado, aunque con la mirada que me dedica, me queda claro que sí.
- Donde sea, pero ya - Suelta serio, con la cara desencajada.
Me escondo bajo la cama, si, el sitio más obvio, donde primero mirarían, pero lo dicho, estoy tan desconcertada que mi cuerpo no obedece a mi cabeza, o al contrario. Solo sé que de un momento a otro me hago un ovillo debajo, escondiéndome tanto como me es posible.
Oigo los pasos de Mateo hasta la puerta, incluso se queda un par de veces parado antes de abrir por fin. Escucho con atención desde mi escondite.
- ¡Señorito Mateo! - Oigo la exclamación con voz temblorosa de Milagros y todo mi cuerpo se relaja de golpe, suelto un suspiro de alivio, menos mal. - ¿No me oía?
- Lo siento, Milagros - Se disculpa él - Seguía durmiendo y...
- Tiene que bajar cuanto antes, el señorito Jesús lo busca, está desayunando y ha dicho que subiría en cuanto terminara de hacerlo... - Noto el corazón latir en la garganta, cinco minutos más y habría sido papá el que aporreara la puerta.
- Gracias por avisarme, Milagros. Enseguida bajo.
- No es nada, Mateo. Díle a Alejandra que también se apresure a salir, no queremos ningún desastre en la familia...
- Eh... gracias - Suena confuso - Sí, se lo diré.
Dejo que terminen la conversación para escabullirme debajo de la cama hasta volver a salir, miro diréctamente a Mateo, que se revuelve el pelo con nerviosismo.
- Que poco ha faltado... - Me atrevo a decir.
- Pues si, mi niña, para que veas de una vez por todas el cuidado que tenemos que tener. Debes controlarte.
- ¿Yo? - Me acerco a él - Pero si lo mío era un beso inocente, el que me ha levantado en brazos para llevarme a la cama has sido tú - Señalo su pecho con un dedo acusador.
- Pues sí, Alejandra. Crees que puedes venir aquí con un pijama que apenas te tapa ese precioso cuerpo que tienes y que me quede quieto, y, ¿qué quieres que te diga? Cada vez me cuesta más.
- ¿En serio? - Sonrío.
- Pues sí, me voy a volver loco de tanto quererte.
- Yo estoy loca por tí desde hace años, así estaríamos en igualdad de condiciónes.
Es lo último que le digo, en forma de despedida antes de salir de allí. Que poco ha faltado.
Me apresuro a darme una ducha, solo para calmar un poco mis nervios y... otras cosas que Mateo ha provocado en su arrebato de pasión.
Río en mi interior al pensar en la escena, en lo que le he provocado, en que no podía controlarse al tenerme ahí. Me gusta causar en él algo así, en el hombre más frío que me he encontrado en casi dieciocho años de vida.
Cuando estoy lo suficientemente calmada, salgo. Dirigiéndome a la sala del piano para que sea la música la que se ocupe de que mi cuerpo se relaje, porque ahora mismo no creo que haya otra cosa que lo consiga.
Más tarde decido llamar a mi mejor amigo, ¿hace cuánto tiempo no sé nada de él? Lo he descuidado por completo en estos meses de caos. Solo lo veía en el instituto, pero no por las tardes. No me había olvidado de él, por supuesto que no, pero durante un tiempo no tuve ganas de tocar, y eso implicaba a no hacerlo tampoco con Rául. Pero ahora que estaba mejor, pasaríamos un par de horas juntos hasta que llegara la hora de la comida.
- ¡Ra! - Grito cuando descuelga.
- ¡Ale! Vaya, ¿en serio eres tú fuera del instituto? - Ríe por su broma.
- Lo siento, Ra, ya sabes que pasó de todo en estos meses.
- Bueno, sé las pocas cosas que me contabas en las mañanas que no venías hecha una pena a clase...
- Lo sé, lo sé. Pero ahora todo está bien, ¿no tendrás alguna canción preparada para mí, verdad
- No, pero eso lo puede arreglar tu querido mejor amigo, Ale.
- Te espero.
- Allí me tienes enseguida.
Toco un par de melodías para ver si sigo funcionando, y, menos mal que si. Por suerte, tantos días sin tocar no me habían afectado y mi cabeza recordaba bien las teclas que tenía que pulsar. Tenía ganas de cantar con Raúl, me gustaba cómo sonábamos.
Mi mejor amigo está en casa unos diez minutos después, con su guitarra en brazos, ella nunca falta.
- Y bueno, ¿a qué se debe tu buen humor por fin?
- Las cosas que andaban mal en mi vida, parecen ir mejor poco a poco - Le digo sonriente.
- ¿Y esas cosas son tu... extraño enamoramiento por el mejor amigo de tu padre? - Pregunta con las cejas alzadas. Con esos ojos azules tan expresivos como siempre.
- Sabes que sí, Ra. Me conoces casi mejor que nadie...
- Tienes razón - Me saca la lengua en una mueca burlona - Yo también tengo novedades, ¿sabes?
- ¿Si? - Agarro sus dos manos, mirándolo impaciente - ¿Y a qué esperas para contármelo?
- Quizá sea demasiado pronto, pero estoy conociendo a una chica y... bueno, me gusta - Se encoge de hombros, algo avergonzado.
- ¡Eso es genial, Rá! - Río pegando saltitos a su alrededor - ¿Dónde la has conocido?
- En clase de guitarra, se apuntó nueva hace unas semanas. Sabrías quien es si te hubieras dignado a aparecer por allí - Me acusa.
- Oh, Ra - Le pongo los ojos en blanco - Tú eres el primero en saber que hay ocasiones en las que no te apetece tocar...
- Está bien... - Suspira - Pero hoy me tienes que compensar de todas estas semanas sin vernos.
- Eso está hecho - Le guiño el ojo, antes de cargar mi guitarra en brazos e ir juntos a la sala del piano.
***
Cuando estoy despidiéndo de mi amigo, un poco antes de la comida, veo como Ángel aparca su lujoso coche cerca de casa. Menos mal que papá no le ha dado todavía plaza en el parking, cuanto más lejos esté de la familia, mejor me sentiré.
Le dedico mi mayor mirada de oido mientras cruza el camino de entrada, quitándose las gafas de sol para guiñarme un ojo mientras sonríe.
No pasa desapercibido para Raúl.- ¿Quién es ese creído? - Me pregunta con la cara asqueada, sin quitarle la vista de encima mientras llega a la puerta y llama al timbre.
- Es una larga historia, Ra. Pero te aseguro que no lo verás muchas más veces en casa.
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Bueno, aquí os dejo el primer capítulo de hoy, intentaré subir alguno más, ya que mi querida dulceMol me ha pedido maratón :)
No dice mucho, pero espero que os guste cómo avanza poco a poco la relación entre Mat y Ale :D
El próximo capítulo dirá muchas cosas, ¿qué decidirá Jesús, y que plan tiene Ale para alejar a Ángel de los negocios de su padre?
Nos leemos, ¡gracias a tod@s!
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Quiéreme si te atreves.
De TodoAlejandra es una chica de dieciséis años con un secreto. Un gran secreto que nadie conoce, ni siquiera su mejor amigo, Raúl. Alejandra está enamorada, pero quizá no de la persona que debería. ¿Te atreves a saber lo que pasará? Portada hecha por @nat...