Capítulo 4. Niño con ego de globo

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Antes de empezar este capítulo quiero aclarar dos palabritas que serán utilizadas.

1.Dar Cole: Es cuando le das pase a alguien sin que esta haga una fila.

2. Colón: persona que pasa, sin formar una fila.

Creo que sería mas o menos así su significado.

Ahora si.

Disfruten❤

Algo que me caracteriza a mí es llegar tarde. En serio siempre trato de llegar temprano, pero es como si el tiempo estuviese en contra mía.

La campana sonó para dar inicio a la cuarta clase del día. Se me fue el tiempo hablando con Elisa.

Como si fuera el colmo de los colmos, mi salón queda en el segundo piso. Así que prácticamente estoy corriendo por los pasillos en busca de las escaleras.
Dando unas zancadas a los escalones de dos en dos, pero al parecer no soy la única apresurada.

Al llegar a mi último escalón dobló a la izquierda y siento que me estrello con una pared.

¡Ohhh, no es una pared es un chico!

Como resultado de aquella colisión, caímos al piso y quedo tumbada sobre él.

Al enfocar mi vista, veo su cabello cabello oscuro tapando un poco su rostro. Sacude algunls mechones y logro visualizarlo. Ojos claros, bastante peculiares a decir verdad. Son tan claros que a decir verdad no puedo distinguir si son color miel o verdes. Sabía que era medio ciega de lejos pero, daltónica?

¡¡¡Susana vuelve a la realidad. Estas encima de él!!!

¿Es qué acaso no pudo ser peor?

—¿Es qué simplemente no puedes caminar como una persona normal? —Gruñó. Aunque tenía un acento un poco raro a decir verdad. Su español, era algo forzado.

Oh oh, arrogante a la vista. Los detecto muy a seguidos a decir verdad.

—¿Y es qué simplemente no puedes darte cuenta que fue un accidente? —imité tal cual su arrogancia.

— Sí, claro. Al menos deberías quitarte de encima de mí.

Y eso fue lo que hice. Lo que ambos hicimos.

— Mira niño con ego de globo, no sé quien eres. Así que si crees que puedes ser grosero con los demás, allá ellos, pero no conmigo. ¿Okay?

No entendí, ósea solo fue un accidente. No fue para tanto.

— Lo que digas.

Entonces me dió la espalda dejándome con la palabra en la boca.

Este tipo es un completo imbécil. En definitiva, no vamos llevarnos bien. No tenía que comportarse así, solo fue un accidente, por todo los cielos.

Además no me iba a dejar de él. No me dejaba de nadie, y mucho menos de una carita guapa.

Llegué a mi clase hecha una furia. Y al parecer, todos en clase lo notaron, ya que ni el mismo profesor se atrevió a reprenderme por llegar tarde.

— ¿Acaso alguien está brava?— se me acercó en tono de burla Teresa.

— Ni que lo menciones. Me tropecé con.... sabes mejor te digo en el receso.

— Vale, como digas.

Era lo mejor, no iba arriesgarme a ser pilladas por el profesor, tal y como pasó con la profesora Elisabeth.

No lo soportaría y menos con mi estado energético (nivel furia) en el que me encuentro.

Y cuando menos lo espero, llega el receso. Al fin, mi estómago ya estaba haciendo sonidos nada agradables en la clase.

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora