Capítulo 22. Una carta no esperada.

19 1 0
                                    

Querida Susan:

A lo mejor al ver esta carta dirás que es de lo mas anticuado, o tal vez la arrojaras al tinaco de basura. Sólo quiero decirte que soy el peor escribiendo y sí, tal vez no te he visto desde hace casi cuatro años; pero déjame al menos decirte lo mucho que te amo hija, a pesar de los kilómetros. Por el trabajo que tengo, sabes que es algo difícil salir de aquí. Pero, ya no será más así, regresaré. Imagino que tu hermano te mencionó que ahora tengo una nueva familia y sí, creo que es la indicada. O eso creo... y por eso he decidido volver, para que se conozcan mejor. Espero y esto funcione.

Con amor, Papá.

¡Ahora sí creo que usaré mi seguro médico!
Por favor que todo esto sea una broma porque sino, creo que me dará un paro en este momento.
Leía la carta una y otra, y otra vez. Por un momento creí que era el recibo de las cuenta de mamá. Pero al leer que era para mí, dudé con más razón. Después de todo, yo no había enviado ni una solicitud o algo parecido.

Doblo la carta en dos y me siento en el cómodo sillón. Siento un huracán de emociones en mi cabeza; alegría, por verle de nuevamente; enojo, por todo el tiempo que no vino a verme; miedo, por conocer a su nueva "familia". Claro, tengo más cosas dentro de mi mente pero, no sé cómo describirlas.

Y la lluvia, no favorece para nada en estos momentos. Miro hacia los cristales y mi vista queda perdida lentamente en las gotas que descienden por los vidrios.

—¡Susana! —llamó mi madre y reacciono. —Ve por tu maleta, hoy te llevaré a clases.

Asiento y ella se retira. ¿Cómo le diré a mamá sobre esta carta?

Camino hacia mi recamara y tomo mi mochila para irme. 


—Así que... volverá.

—Eso dijo. —respondí casi sin ánimo.

Estaba en un pequeño receso de cambio de clases y fui allí cuando me topé a John. No sé de qué forma, pero terminé por decirle la gran notica que recibí el día de hoy. Tal vez debería contarle a mis amigas, y no el chico que llama mi atención. Pero hablando con él me siento en plena confianza, y eso hace fácil todo. Ya habíamos hablado anteriormente de mi padre y su nueva esposa o novia, lo que sean.

—¡Debes contestarle! —dijo en un tono muy masculino que distingue seriedad. 

Me tomó por sorpresa lo que dijo, no me lo esperaba. Tal vez sea porque no era eso lo que quería escuchar.

—No es tan fácil Evans. —crucé mis brazos a la altura de mi pecho y hago una mueca.

—Lo es Fernández. Y no hagas eso, por favor.

Frunzo mi ceño al no tener la mínima idea a lo que se refiere.

—¿Qué cosa? —cuestiono con inocencia.

—Esa mueca que haces los labios. —señala mi rostro.

—Esto —y empecé a hacerlo de nuevo.

El sonríe mientras que lo hago.

—Cosas cómo esas provocan a un chico querer besarte.

—John, es un mal momento para decir eso, ¿no crees?

¿Enserio dijo eso?

Y entonces la campana sonó, como señal que iba empezar la clase.

—Debo irme, hasta la salida. Te quiero.

—Yo más.

Besó mi frente y tomó rápidamente su mochila para irse.

Y...

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora