Capítulo 8. Es de la clase A

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Después de dejar solo a Matías, él se preocupó mucho. Quería llamar a mamá, pero no quería interrumpirla.

-¡No la llames! -le grité desde mi cama.

-¡Susan, vomitaste dos veces y mis pantalones son testigo!

Cierto, terminé vomitando hasta encima de él.

Al menos ya todo pasó. Trato de abrir mis ojos, la luz tenue del amanecer se está filtrando desde mi ventana.

Es lunes. Un momento. ¿Es lunes?

¿Por qué? En definitiva quisiera tener ganas de ir al colegio. ¿Dios porque no me das ánimo para ir al colegio? Porque con las ganas de dormir, te pasas. ¿No crees?

Estiré un poco mis brazos. Y en menos de dos segundos Matías entra a mi habitación.

-Hey, bella durmiente. ¿No deberías estar ya vestida? Dime, ¿cómo amaneces?

-Uno, hay una puerta. Tócala. Dos, que te importa. Tres, ¿Por qué rayos estas despierto a esta hora?

-Al que madruga, Dios lo ayuda -dijo ese dicho tan común.-Además debo ir a correr. Este cuerpo no está así sólo por magia. -agregó con arrogancia. Señaló sus brazos y su abdomen perfecto.

Es irónico saber que huyo de los engreídos, que tienen sus egos por las nubes, no mejor dicho hasta el universo. Pero cuando llegó a casa resulta ser que lo tengo allí mismo. A mi hermano. ¡Pufff!

Al llegar a la escuela, saludé a unas cuantas personas.

Di mis primeras 5 materias para luego sonar la campana del almuerzo.

-Así que... Dime -Judith estaba levantando su ceja -¿Cómo está la chica que quería tapar el retrete?

-Ja, la chica del retrete. -Dijo Teresa siguiendo el juego. Yo sólo le mandé una mirada de "cállate o te mato".

-Lo siento -dijo con burla.

-Oh cállense. Mejor díganme ¿qué harán para las ideas del baile de graduación? -interrumpió Elisa.

Mier.... coles. Mi cara fue de un asombro completo.

-No me digas que lo olvidaste -Suspiró Teresa.

-Eh.. claro que no.

-Mañana hay que entregar las ideas impresas, exponer delante de los profesores...

-¿Exponer? - mi voz sonó a casi octavas. Y las miradas de todos los estudiantes quedaron hacia mí.

¡Excelente!
Yo sólo rodé mis ojos.

-Sí, además también competirá el Adonis de John. -interrumpió Judith, sin darle importancia a mis casi gritos.

Típico de Judith.

La campana sonó así que ni siquiera nos dio tiempo a despedirnos.

Teresa, Judith y yo entramos a la clase de Matemáticas. Mientras esperábamos al profesor alguien se nos acercó.

-Señorita Fernández. Señorita Gutiérrez.

Todas volteamos a la vez, encontrándonos con la profesora Elisabeth.

-¿Si? -preguntamos a la vez.

-Quería decirles que después de esta clase, hay una pequeña reunión. Es sobre la competición.

¿Ahora así lo llamaban? ¿Competencia?

Aunque de ser "competencia" debería haber premios. ¿No creen?

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora