Capítulo 6. La condición

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El fin de semana ha llegado. Esta semana ha estado llena de sorpresas, y una de ellas a sido lo de Teresa y Alexander. Pero toda acción tiene una explicación. Teresa al ver mi cara de asombro lo primero que hizo fue ir a donde yo me encontraba. La verdad me encontraba anonadada, asombrada, desconcertada. Todos las la palabras que terminan en "ada", pero todo terminó siendo una simple apuesta.

Claro, no negaré que saber que sólo fue una simple "Apuesta", me tranquilizó y mucho.

No es que sea de esas amigas que no piensan en la felicidad de las suyas. No. Todo lo contrario. Pero es sólo que, Teresa y Alexander no los puedo ver o imaginar como de "Novios" y teniendo una relación cliché o algo parecido a eso. Y más tratándose de Alexander.

¡Por Dios!

Tiene una fama de mujeriego increíble.

¡Y no son sólo rumores!

Pero es bueno saber que, todo esta aclarado. O eso creo.

Saber que es fin de semana, para mí lo considero fantástico. Sábado para mi significa, no clases aburridas, y lo no menos importante "Mi día de chocolate".

Siempre voy al supermercado más cercano, exclusivamente para comprar una barra de chocolate negro. Todos los sábados. Y hoy no será la excepción.

Pero, primero lo primero.

Tendré que convencer a mamá para que me llevé. Acelero mis pasos con dirección a la cocina. Ella siempre está allí. Esta preparando el almuerzo, no necesitaba ir allí para saberlo. El aroma de la salsa, inundaba toda mi habitación.

—¿Quién es la mamá más hermosa del mundo?.—Doy un salto detrás de ella enrollando mis brazos alrededor de sus esbeltos hombros, tomándola así por sorpresa.

—¡Madre mía! vas a matarme un día de un susto. —volteó su cuerpo hacia mi dirección, colocando su mano sobre su pecho.

—Pero lo sabes ¿no?.

—A ver Susana, ¿Qué quieres?. Espero y sea algo importante.

¿Porqué cree que quiero algo?

¿Acaso no le puedo decir algo lindo?. Luego dice que no le digo cosas lindas, blah, blah, blah.

¿Quién las entiende?

—Nada mamá, es sólo que quería elogiarte un poco.

—Mi querida y pequeña Susan— dice, y al mismo tiempo estirando las esquinas de sus labios—Te conozco tal y como la palma de mi mano, a ver dime ¿A dónde quieres ir?.

Tenía razón, sí quiero algo y ese algo es llevarme a comprar mi querido chocolate. Y eso fue lo que le dije.

—Esta bien, te llevaré.

¿ESTA BIEN, TE LLEVARÉ? ¿SÓLO ESO?

Eso fue más fácil de lo que creí.
Y eso que hoy no es mi cumpleaños.

Esperé mas bien un "no gastes tu dinero" o "ve y toma un autobús".

—¿Enserio?, entonces vamos ya. —Chillé por la emoción.

—Pero con una condición.

—La que quieras.

Tal y como dijo, cumplió su promesa de llevarme al supermercado. Aunque la verdad, mejor hubiera tomado el autobús. La famosa "condición" era comprar algunas cosas para la cena.

¿Cómo iba a comprar eso?

De suerte sé dónde queda el pasillo de dulces. Y eso sólo porque el pasillo está decorado con un gran arco de cintas de gamuza y satén. Todos de diversos colores. Y por encima de el, un letrero lleno de luces LED formando la palabra "Golosinas". Eso sí que es creativo.

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora