Capítulo 2. ¿Quién es?

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Esta es la continuación del Capítulo 1.
Disfruten!!

— Señoritas, si necesitan cotillear... háganlo fuera de mi clase. — anunció no enojada, pero si con bastante advertencia.

— Lo sentimos-decimos al unísono mi amiga y yo.

Después de la penosa llamada de atención, la clase terminó. Las horas pasaron bastante rápido — Ojalá fuese así siempre — y en un abrir y cerrar de ojos sonó el timbre de salida.
Quedé con Judith de encontrarnos en la puerta principal, para luego ir en busca del tan amado helado de mi amiga.

Los estudiantes salían de sus aulas como manadas, las escuela no era muy grande, ni tampoco habían tantos estudiantes. Pero cuando era la hora de la salida, era tal la aglomeración, que se veía como si fueran miles de jóvenes.
Sin embargo yo salía por otro pasillo. Nadie caminaba por ese pasillo, ya que era algo estrecho.

Los minutos pasan. — No se porqué esta demorando tanto, hace diez minutos sonó el timbre. — Sin mencionar que hace una calor de los mil infiernos. Y estar recostada en un árbol, no hace mucha diferencia.

— Es hora —dijo bastante emocionada. Y yo me sobresalte.

— Al fin apareciste, si vuelves a dejarme esperando otra vez....

—¿De qué te quejas?¿Acaso no recuerdas las dos ocasiones que me dejaste esperando, casi una hora? —cruzó sus brazos a las altura de su abdomen.

Cómo no recordarlo, ella fue la causante de que la memoria de mi móvil se llenara a tope. Con mensajes, notas de audio reclamando a gritos cuándo llegaría.
Judith no es una persona que se le mucho la paciencia. Menos cuando se trata de encontrarnos, ella casi siempre era puntual.
Mmmm quizá, un poco lo contrario a mí.

— Shhh!! — Le interrumpí antes de que empezara sus quejas — Ya, ya, ya. Olvida el pasado.

Nos alejamos del viejo árbol, para ir rumbo a nuestro destino. No tenemos auto, pero al menos tenemos dos piernas.

La heladería estaba a 15 minutos caminando. Claro que si estuviera Elisa fuera más rápido, ella tiene auto, pero como no asistió hoy a clases, no nos quedó de otra.

Nos encontramos pacientes al esperar la luz roja del semáforo. Judith por otro lado, empieza a quejarse de lo mucho que demora.

Al cruzar la carretera dimos con un parque para que Judith descansará un poco.
Bueno, bueno, en realidad yo era quien estaba cansada. Nunca se me ha dado bien estirar mis piernas, y menos si el sol te está cocinando como un pollo al horno.

— Eres una tremenda floja Susan —Dijo al sentarse al lado mío en la banca.

— Oh cállate, al menos yo no me desmayo en las maratones del colegio. —respondí con sarcasmo y a la vez triunfante.

—Touché.— Dijo con un poco de picardía y luego asombro — ¿Acaso esos no son Daniel y Sandra?

— ¿Quiénes? Si te refieres a los que están besuqueándose, y con una aurora de un diabético amor, entonces sí.

—¡Ay Susan, es que acaso no pretendes cambiar tu forma de ver el amor! Por que de eso en parte se trata . Hay besos o es que acaso se te olvidó cuan ....

— No menciones al retrógrada ese — rodé mis ojos en señal que seria abrumador hablar de ese tema. —Además por lo que sé, el no es nada fiel a ella. Puff!! Típico.

— Okay, okay. Pero al menos debes aceptar que en su momento lo disfrutaste. — Rio e hizo caso omiso de lo segundo que mencioné.

— Claro por que soy una adolescente y las hormonas se vuelven locas por situaciones como esas.

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora