Capítulo 14. Trataré, pero es difícil

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¿Por qué tenía que irse tan rápido?. Simplemente no entiendo el por qué me tiene que dejar otra vez, no hallo sus razones, tenemos tanto que hablar, tanto que planear ...

Su sonrisa está intacta como siempre, es cómo si en su rostro nunca hubiese experimentado el sabor a dolor o a una verdadera tristeza. ¿Cómo es que a alguien tan bueno, puede ocurrirle algo tan horrible?

Simplemente quisiera encontrar aquella respuesta que, desde hace cuatro años me atormentan. 
Él sólo me mira al igual que yo a él, quiero correr y abrazarle, pero al intentarlo, permanezco en el mismo sitio. No logro avanzar ni un metro de distancia. Mis lágrimas corren por mis mejillas y sólo hacen que me ahogue en que cada palabra que quiero que escuche.

—¿Por qué tienes que irte?, ¿por qué quieres dejarme sola otra vez?. Te extraño demasiado, no sabes la falta que nos haces a mamá, a Matías y a mí. — Mis lágrimas corren como corrientes de un río, mi respiración es simplemente irregular.

Siento como mi pecho se oprime por la vulnerabilidad e impotencia que siento al verle.

Él sólo se limita a mirarme, pero aunque yo estoy gritándole y pidiéndole explicaciones, él sólo me transmite una cálida sonrisa llena de paz. Una paz que simplemente es indescriptible.

Pero yo sólo sigo en mi interminable llanto.

Siento como mi mente va reubicando el tiempo y el espacio, al sentir a alguien tocar mis hombros con desesperación y pronunciando con ansias mi nombre.

Al parecer todo era un simple sueño, pero era tan real a la vez. Al abrir lentamente mis párpados, palpo mi rostro con mis manos y percibo lo mojadas que están por la lágrimas. Al parecer las lágrimas si fueron reales.

—¿Estás bien? ¡Tus gritos se escuchaban hasta el pasillo!

Al sentarme en mi cama, enfoqué mi vista a la persona que me hablaba y me tocaba con dulzura. Era Matías.

—Era Julián, pero él no me daba explicaciones, le pregunté tantas cosas y no me respondía. —Matías se acercó cuidadosamente a mi y me enrolló con sus brazos. Su abrazo era de uno protector, similar al de un padre.

¿Cómo es que de mis ojos pueden salir tantas lágrimas?

Mi respuesta: El dolor puede crear cualquier cosa, y mas si eres vulnerable al dolor del pasado.

—Él está en un lugar mucho mejor.—dijo mientras quitaba su agarre de mi. —Simplemente debes dejarlo en paz, ya ha pasado mucho, Susan.

—Cuatro años y medios no es mucho. —Sequé mis lagrimas con el dorso de mi mano, mientras acomodaba mi pijama.

—Lo sé. A mi también me sigue doliendo. Él era mi hermano, nuestro hermano y era mi mejor amigo.—Se colocó sobre sus pies mientras masajeaba su nuca con su mano derecha.—Lo que quiero es decir es que, sé que aún te duele, como a todos. Pero todo es cuestión de tiempo.

Lo miraba con total atención al decir cada una de sus palabras.

—Tienes razón, pero simplemente es difícil.

—Y lo es. No hablemos mas de ello, además en la sala tienes visita.

Asentí y el se acercó y depositó un dulce beso en la coronilla de mi cabeza, y salió de mi habitación.

Fui al baño y me duché, tardando más de lo usual. Cepillé mis dientes y al terminar de asearme como es debido, me miro en el espejo. Mis ojos están levemente rojos.

Fui a la sala y encontré a mi hermano y a John jugando con el Play Station.  Mi rostro no mostró ni una impresión al verle, él dijo que vendría por mí, sim embargo no le creí mucho.

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora