Capítulo 24. Es una sorpresa

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Para mi fue tan gracioso ver la cara de horror de John cuando nos encontró en el living. Judith, Teresa y yo tuvimos que ir a la casa de Elisa para iniciar un proyecto escolar. Quedamos con hacer esto todos los viernes por las noches. Pero, por otro lado ésta noche la osadía de Judith dio a flor de luz o cómo se diga, con lo de John.

—¿Cómo estás tomando lo de tu papá? —preguntó desde el gran sofá Elisa, mientras comía unas galletas que ella misma había preparado.

—Trato de ignorar eso. Ya sabes, simplemente dejar que todo pase.

Y era cierto, no quería que mis pensamientos estuvieran atormentándome por eso. De ser así, entonces estaría en mi propio laberinto sin salida, creo que es algo que estoy controlando.

—Debes hacerte la idea que pronto llegará y deberás recibirlo como si nada hubiese pasado. Vamos, es tu padre. —Esta vez fue Judith quién intervino. Sus ojos estaban en mí, cómo para así enfatizar su punto.

—Y es tu progenitor —Bromeó esta vez Teresa, calmando un poco el ambiente que ya se había tornado un poco tenso.

Solté una risa leve, pero sin mostrar mis dientes. Elisa sólo rodó sus ojos, mientras que Judith sólo la mataba silenciosamente con su mirada.

—¿Qué? Es cierto. 

Elisa cambió de tema y yo le agradecí con mi mirada. No quería hablar solo de eso. No hoy.

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—Puedo hacer muchas cosas, cariño. Créeme, soy de esos de uno en un millón. Por supuesto... entonces...

Rodé mis ojos ante lo que estaba escuchando. Si esa chica le dice que sí, entonces será mejor que haga desde ya una cita con un psicólogo. ¿Quién en su sano juicio quiere salir con Matías?

Sé que es mi hermano, pero créanme que libraría a muchas chicas de las garras de mi hermano si fuese eso posible. ¿Qué si es buena persona? Bueno creo que todos somos buenas personas con una mala máscara. En teoría, Matías en alguna vez de su corta vida llegó a ser todo lo que una chica quería y no, no lo digo para darle crédito por ser mi hermano. Pero era así. El tuvo una novia hace mucho, su nombre era Ángela. Y sí, parecía un ángel esa chica, de ojos azules y de castaño cabello. Era hermosa sin duda.

Ellos llegaron a andar por casi ocho meses, todos estaban de acuerdo con esa relación pese a que sólo tenían 16 años. Ambos hacían una pareja de cuento de hadas, como Angelina Jolie y Brad Pitt, como Tris y Cuatro, como Bella Swan y Edward Cullen, como....

Bueno creo que comprendieron bien mi punto.

Un día Matías quiso celebrarle su fiesta de Cumpleaños, con pastel, amigos, ya saben. El fue a su casa con batidos de fruta (lo sé ya que el no quiso comprarme uno) para así despertarle con un desayuno en el día de su cumpleaños. Pero lo que no se esperó el fue que ya alguien más ya le había dado un buen regalo de cumpleaños, que incluía sábanas desordenadas, saben a que me refiero. Él solo se fue de su habitación sin escucharla, sin reclamarle algo. Sólo se fue con su recuerdo y un silencio que lo estaba consumiendo por dentro. De allí en adelante, cambió por completo su pensar con las chicas.

—Claro, nena. Un chico como yo y una como tu, deben estar juntos.

No puedo soportar escuchar sus malos intentos de persuadir a esa tal Gabriela o como se llame.

—¿A dónde vas? —apartó su móvil con su mano para no ser escuchado.

—A cualquier lugar, menos aquí. Me dará un colapso si sigo escuchando eso.
Él rió por lo bajo y guiñó un ojo. Fui directo al living y me coloqué unos audífonos para así despejar un poco mi mente. No se cuánto tiempo pasó, pero lo único que supe fue que mis ojos ya luchaban por cerrar y me deje llevar.

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora