Capítulo 16. Hey, bella durmiente

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Sentí como el fin de semana pasó como un relámpago. Desde que pasé el día con John, no nos volvimos a ver, y no porque no quisiéramos. No. Sino más bien porque ambos teníamos compromisos; él tendría que ir con en papá de Elisa a arreglar unos asuntos de documentos y yo tendría una cena familiar.

Me contó que todo su sábado fue un total aburrimiento, estuvo parado por  mucho tiempo al hacer fila para así arreglar sus papeles para que todo estuviera en orden. Todo ello era un requisito.

Ese día, básicamente estuvimos mandando mensajes de texto todo el día. Abarcamos casi todos los temas que nos venía a nuestra mente.

—Jóvenes, en el día de hoy daremos un breve repaso a las ramas de la geografía. —Anunció la mujer de chillona voz. —¿Alguien las puede decir? ¿Alguien?

Sentí que mis tímpanos iban a explotar, por cada palabra que pronunciaba.  ¿Dios es que acaso no puede modular un poco su voz?
Laura es la profesora de geografía, de unos cuarenta años, pero su voz es todo lo contrario. Es tan aguda que al tan sólo gritar, creo que rompería los cristales de la ventana.

—Dios Judith, que no te sorprenda si mis oídos llegan a sangrar. —susurré hacía atrás y tapaba mis oídos.

Ella soltó una risa muy bajita y dijo:

—Pues, Teresa no opina lo mismo. Tan sólo mírala, la descarada está dormida. —Señaló a mi lado, y vi a una Teresa completamente dormida.

Estaba en un largo paseo con Morfeo, de seguro eso era. Sus brazos hacían una especie de soporte para su cabeza, sus largos y castaños cabellos estaban esparcidos en el pupitre de su asiento.

De pronto vino una idea a mi mente. Rasgué una página de mi libreta e hice pequeña bolitas de papel.

Hice un ademán a mi amiga y ella captó a lo que me refería.
Me imitó también tomando una página de su cuaderno.

Y empezamos a tirarle bolitas de papel directo a su castaño cabello.

Cuando despertara podía pasar cuatro cosas:

A) Pueda que ría con nosotras. Aunque es poco probable.

B) Va estar hecha  una furia.

C) Querrá vengarse.

O tal vez ninguna de las anteriores.

—¡Oh!, pero si está como una piedra. —reímos a la par mi amiga y yo.

—Y recuerden también que la próxima clase habrá una pequeña prueba de este resumen. —Quedé como estatua al escuchar la palabra "prueba". Mi brazo quedó extendido por unos cuantos segundos.

Judith y yo nos miramos y vimos como la clase nos checaba tirando papeles a nuestra amiga.

Creí que todos estaban escuchando a Doña "Rómpeme el oído". Lo sé, es un apodo patético, pero siempre que tenga imaginación, cambio su apodo. O al menos no sólo yo...

Al ver la profesora que todas las miradas estaban puestas en nosotras entonces interrumpió.

—¿Acaso las señoritas Fernández y Bellamy hacen más atención que mi propia presencia? —espetó la profesora con poca paciencia.

Luego miró exactamente donde estaba Teresa.

¡Oh no, ya se dio cuenta que está dormida!

—Oh, pero si ya veo el porqué —se acercó sigilosamente al escritor de Teresa y sonó la palma de su mano en el escritor. —¡Señorita Gutiérrez! —Exclamó a octavas.

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora