Capítulo 30. Todo siempre vuelve a su lugar

7 0 1
                                    



—Susan soy yo, abre la puerta.—La voz de Matías me sacó del trance del que me encontraba.—Sólo quiero hablar un minuto contigo. Sé que estas confundida, yo también lo estoy, y mucho.

Mis brazos acunaban a mis flexionadas rodillas que, reposaban en el gélido suelo; mi cabeza, reposaba entre mis gemelas rodillas; mi mirada, perdida en el pálido piso.
No sabía si quiera reír o llorar, estaba en un estado neutral donde mis sentimientos de ira, felicidad, tristeza y vacío; estaban ausentes.

—Un momento. —Respondí en voz casi audible—Dame un segundo—Traté que mi voz fuese más escuchada.

Quité el agarre de mis piernas e impulsé mi cuerpo a levantarse y estar lo más erguida posible. Doy un gran suspiro como si este, me ayudara a borrar este momento. Me aproximo a tomar la perilla de la puerta, aunque antes de abrirla, me tomo unos cuantos segundos, como si abrirla dependiera de qué va a ocurrir. Sin embargo, decido por girarla antes de que me arrepienta.

—¿Qué ocurre?—dije sin rodeos.

—¿Que qué ocurre! Por Dios Susana, te fuiste sin decir nada a papá. Mas bien dime tu, ¿qué ocurre?

—Creo que me agarró un ataque de nervios.

Le resté importancia a mis palabras.

Tal vez podrían ser los nervios. Pero muy dentro de mi sabía que era algo más.

Los sentimientos ya estaban brotando y con ellos; una lágrimas de enojo, tristeza e impotencia me tomaron por sorpresa. La sequé instantáneamente con el dorso de mi mano.

—Sé que estas molesta, pero al menos escúchalo.

—No lo estoy, en realidad solo estoy sorprendida y feliz. Todo al mismo tiempo.

Se acercó lo suficiente como para cortar todo espacio entre nosotros, mientras coloca sus palmas sobre mis hombros. Sus ojos, ya no eran de esos cristales avellanas tan determinados que solía ver. Ahora eran un poco más opacos. Esos no eran los ojos que quería ver.

—El ya lo sabe todo.

Frunzo mi ceño al no entender a qué se refiere.

—Me refiero a su demente hijastra, ya sabe porqué me fui. Lo sabe todo.

Soltó el agarre mi hombros e inclinó su cabeza mientras caminaba hacia mi cama para luego abalanzarse en ella.

—Vamos, habla con él. No quiero que mis problemas afecten su relación padre e hija Susi.

Asentí.

¡Toc!¡Toc!

Ambos miramos hacia la puerta y allí estaba John tan elegante. Pero no entró, estaba siendo precavido antes de hacer o decir algo. Estaba al margen.

—Solo quería saber cómo estás.

Sus labios dibujaron una pequeña sonrisa.

—Por supuesto, en seguida bajo.

Él me dedica una larga mirada por unos segundos, pero luego se retira lentamente del arco de la habitación.

—¡Princesa!

—Hola papá.

Respondí un poco menos alegre, pero en mi interior se podía ver el miscelánea de emociones que tenía.
Caminó hasta donde estaba, a continuación da un gran abrazo a mi frágil cuerpo. Respondo su agarre con el mismo sentir. Cierro mis ojos por unos segundos y recuerdo cada momento en el que él me abrazaba con frecuencia, cada noche que llegaba de su trabajo. Mientras Matías, solo mensajeaba con algunas chicas de su escuela.

Él, besa la coronilla de mi cabeza y por previo instinto levanto mi rostro para así visualizarlo. Su cabello castaño estaba más corto y con algunas canas, poco visibles. Su sonrisa estaba intacta como siempre. Perfecto dientes blancos y uno forrado de oro. Su colmillo izquierdo. Rio sardónicamente. No podía creer que aún seguía en esa moda.

—Te extrañé tanto.

—Y yo a ti, papá.

Sus brazos me alejaron un poco de él.

Sus ojos me observan con cuidado, queriendo conocer cada cambio hubo en mí. Soltó mis hombros y en seguida tomó mi mano para dar una lenta vuelta sobre mis pies.

Río ante su drama, mientras él sólo se limita a darme una cálida sonrisa de satisfacción.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 18, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ni En Un Millón de AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora