Capítulo 2 : Amnesia.
El día en el que se fue Åke decidí seguírle hasta el aeropuerto y ver como se iba. No quería que él me descubriera ya que una despedida triste le conplicaría más las cosas, prefería que me odiara y que pudiera seguir adelante. Era duro ver irse a la persona que amaba pero, ¿de verdad mi personalidad era ser tan egoísta como para retenerlo a mi lado dejando que él desaprovechase una muy buena oportunidad? No era así.
Ese día en la escuela supe lo que pasaría. No me habían molestado por mucho tiempo y ya se estaban tardando para hacerlo, por eso, cuando vi que me acorralaban en los baños, supe lo que iba a venir. Solo cerré los ojos sintiendo sus golpes en mi cuerpo, solo quise desaparecer en ese momento, ser cualquier otra persona. Lo golpes más fuertes llegaron al final dejándome sin respiración hasta mucho tiempo después de que se fueran. Como pude me levanté y salí del recinto del instituto. Estaba harta, quería desaparecer de ese mundo, quería dejar de vivir la vida de mierda que tenía, quería dejar de sentir dolor. Anduve hasta el borde de un puente y estuve mirando el agua desde el borde por un tiempo, casi parecía llamarme para olvidarme de todas las cosas. Solté mi mano de la barandilla y caí, caí y caí sintiendo el aire recorrer todo mi cuerpo y sentirme más libre de lo que nunca había estado.
Justo cuando llegué al fondo la última imagen fue Åke sonriéndome como cuando éramos pequeños, como si yo fuera la única persona del mundo.
Me desperté aturdida. No sabía ni donde estaba y, cuando traté de recordar mi nombre, una nuve de humo blanco apareció en mi cerebro. Me asuté, ¿quién era, de dónde venía, dónde estaba? Miré a mi alrededor pero todo era blanco, seguramente era un hospital así que estaba en un lugar seguro, seguro que esas personas sabían quién era yo, seguro que sí.
Una señora entró corriendo. Su cabello le llegaba por sus hombros y sus ojos eran verdes, por alguna razón me recordaba a mí aunque en verdad no sabía como era. Se acercó hasta mí poco a poco entre lágrimas que caían por sus mejillas y me miró a los ojos. Todo era muy extraño, sentía que la conocía pero a la vez me parecía una persona desconocida.
- ¿Aila? - preguntó apoyando su mano en la mía -. ¿Estás bien, hija?
La miré confundida, ¿me conocía? ¿A caso me llamaba Aila? Me gustaba el nombre, me sentía cómoda, me sonaba conocido en mi mente.
- ¿La conozco? - inquirí con amabilidad.
- ¿No me recuerdas? Soy tu madre, Aila, soy tu madre, cariño. Llevo buscándote dos semanas por todos los hospitales de todos los países. Envié tu foto a todos los departamentos de policía hasta que me dijeron que en Suecia había una chica muy parecida a ti. ¿Por qué viniste a Suecia, Aila?
- No me acuerdo de nada - susurré llevándome las manos a la cabeza. Quería recordarla, querá recordar a mi madre y la razón por la que me encontraba en Suecia pero no había nada en mi cabeza, solo un sentimiento de vacío -. No sé quién soy.
- Tranquila, cielo, no tienes por qué forzarte. Yo voy a estar aquí a tu lado, nada te va a pasar, hija, tu madre está aquí.
La miré a los ojos y asentí con la cabeza, ella era mi madre, lo sentía en mi interior por muy raro que me pareciera era la única cosa real que me parecía cierta aparte de mi nombre. Mi madre me recostó las almohadas y se quedó a mi lado, acariciando mi cabello hasta que me volví a quedar domida.
Cuando abrí los ojos, me sentí más segura sabiendo mi nombre. El rostro de mi madre estaba apoyado sobre el respaldo de la silla, se la veía cansada así que me levanté de la cama intentando no hacer ruido, solo quería salir un rato de esas cuatro paredes blancas que me nublaban el pensamiento. Salí al pasillo y tropecé con un chico que venía corriendo, no lo había visto venir. Caímos al suelo haciendo que yo quedara encima de él y que sus brazos me agarraran para no hacerme daño golpeándome contra el suelo. Sus ojos me miraron y me quedé asustada cuando vi el profundo color de sus ojos, no podía dejar de mirar fascinada sus pupilas.
- Siento esto - fue lo primero que dijo él -. No me fijé cuando pasaba, ¿te has hecho daño en alguna parte?
Negué con la cabeza sin pronunciar una palabra, tampoco había mucho que decir dada la situación, preferí callarme. Él pareció sentirse a gusto sin que yo hablara, sonreía aunque parecía estar un poco avergonzado por la postura en la que nos encontrábamos. Se levantó y después me tendió la mano para levantarme del suelo, sus dedos se entrelazaron con los míos con fuerza y quedaron así unos segundos después de que ambos estuviéramos de pie. Una corriente hizo que yo separara nuestras manos, eso había sido muy extraño y a la vez reconfortante.
- Nos vemos, chica muda- sonrió para irse corriendo por el pasillo.
Me quedé mirando el pasillo por el que él se había ido hasta que mi madre apareció a mi lado. Sus manos acariciaron mi pelo haciendo que me sintiera segura, estaba con ella y a salvo.
- Aila, cariño, debes de tener hambre. ¿Qué tal si vamos a la cafetería y comemos algo? Creo que así podré encontrar a tu doctor y hablar con él para que te deje descansar en casa. ¿Te parecería bien?
- Me gustaría - la sonreí.
Ella me devolvió la sonrisa y me condujo hasta el ascensor para despues llegar a la cafetería. No sabía lo que me gustaba así que deje que mi madre eligiera por mí, seguro que ella sabía lo que solía comer. Me senté en una mesa y esperé a la comida mientras observaba a la gente, me sentía extraña entre tantas personas, quizás no era de estar entre multitudes.
Mi madre llegó con una bandeja en la que se encontraban dos platos de macarrones y un vaso de zumo junto a otro de agua. Empecé a comer y constaté que me gustaban mucho los macarrones.
Quizás con el tiempo recordaría más cosas sobre Aila Bennet.
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En Mi Otra Vida [SL3]
RomanceAina Larsson es una chica huérfana que vive en un orfanato ya que su madre murió y los servicios sociales la dejaron allí. En el orfanato hay más niños que la ven como su heroína y como su hermana mayor de la que piensan que es invencible. Pero hay...