Capítulo 9 : Mi nombre no es Aina, es Aila.
Me olvidé de lo que había sentido el día anterior respecto a Tumbled, no estaba en el momento indicado para dejarme llevar cuando ni siquiera me recordaba a mí misma. Me limitaría a hacer con él el proyecto y a sacar una buena nota, eso era todo lo que ambos obtendríamos del otro.
Corrí detrás de Lidia intentando alcanzarla ya que ella me había cogido la mochila en la que estaba mi ropa interior y casi estuve a punto de alcanzarla cuando me choqué contra una persona y ambos caímos al suelo. Me hice daño en el brazo derecho debido a la caída que había tenido pero, aún así, me levanté y no le di demasiada importancia, seguro que no era nada.
- Disculpa - dije quitando la hierba de mi uniforme -. No estaba mirando por donde iba y...- levanté la cabeza dispuesta a seguir con las disculpas cuando vi que el chico que estaba frente a mí era al que mi hermano había pegado mi primer día de clase.
Él se quedó mirándome fijamente de una forma muy incómoda, no me sentía bien siendo sometida a aquel escrutinio. Su mano estuvo a punto de rozar mi brazo cuando Lidia apareció y me agarró del brazo para después tirar de mí y alejarme de aquel chico tan extraño. Seguí mirando hacia atrás hasta que entramos en nuestro pabellón a recoger nuestras cosas ya que nos tocaba eduación física. Le pregunté a Lidia donde estaban mis cosas de deporte y esa se limitó a sonreír y a señalar los vestuarios de los chicos.
La miré queriendo asesinarla pero el primer timbre sonó avisándonos de que quedaban cinco minutos para que empezara la clase. Me escondí hasta que salieron todos los chicos y entré con miedo sintiendo como me sudaban las manos, como alguien me pillara allí acabaría metida en un buen problema. Crucé las taquillas que estaban abiertas y la ropa colgaba de las puertas e intenté no tropezarme con los zapatos que había por el suelo.
Parecía un basurero municipal.
Busqué hasta que vi mi mochila azul oscuro en una esquina y sonreí, después de todo no había tardado mucho tiempo en encontrarla. Me acerqué hasta ella cuando oí un ruido y, al girarme, la imagen de un Tumbled sin camiseta me dejó sin palabras. Intenté vocalizar una excusa para justicicar mi presencia allí pero mi lengua no hacía más que trabarse, solo podía ver los abdominales de Rönngren y su sonrisa irónica. Quise irme pero la voz del entrenador me alertó, miré a Tumbled pero él pareció no alterarse.
Claro, él no es la intrusa.
Miré alrededor pero no parecía haber ningún sitio donde esconderse, fue entonces cuando me di cuenta de que estaba perdida, era posible que me expulsaran y que llamaran a mi madre. No quería defraudarla, me daba la sensación de que ya lo había hecho bastante al no haberla reconocido en el hospital cuando ella había sido la persona que me había traído al mundo. Mi mirada se desvió hacia la entrada cuando sentí la mano de Tumbled agarrar la mía en dirección a la ducha para después taparme con su cuerpo y hacer que el agua cayera sobre ambos. Mi corazón no tardó en acelerarse al sentir mi esplada pegada a la pared y mis manos apoyadas sobre el pecho de Tumbled. Nuestros ojos se encontraron en el momento en el que el entrenador se paró frente a la ducha.
- Rönngren, acaba de ducharte y ven a la clase, anda - dijo y, cuando iba a irse, sentí que volvía a mirar fijamente a Tumbled como si esperara ver algo.
Oímos como la puerta del vestuario se cerraba y no pude evitar soltar un suspiro de tranquilidad, me había librado por los pelos aunque ahora tenía el uniforme mojado, por no hablar del pelo que parecía una balleta absorbedora de agua. No me atreví a moverme, mis latidos no dejaban de atormentarme hasta el punto de que no podía pensar en una forma de huir de aquella incómoda situación.
Evité mirar a Tumbled hasta que sentí como apoyaba sus manos en la pared que había detrás de mí dejándome acorralada y con su cara a pocos centímetros de la mía. Una gota de agua se delizó por mi frente en el momento en el que Tumbled unió nuestros labios capturando aquella fugitiva gota entre ellos. Mi labio inferior fue presa poco después de sus labios hasta que tiró de mí y sus brazos me rodearon para después posar una de sus manos en la parte baja de mi espalda. Intenté resistirme pero acabé respondiendo a su beso perdiendo el norte y sintiendo que cada vez que nuestros labios se tocaban no había nada más a nuestro alrededor. Solo él y yo.
La voz del entrenador desde la puerta del vestuario anunciando que Tumbled debía de salir nos sacó de nuestra pequeña burbuja y provocó que nuestros labios se separaran. Sus manos acariciaron mi pelo antes de salir de la ducha y dejar que mis pensamientos inundaran mi cerebro. Salí de ella y me encontré con que Tumbled ya se había cambiado, llevaba ropa informal y en su mano tenía otro chándal de la escuela que parecía nuevo.
- Ponte esto y sal sin que te vean - dijo para después irse.
Hice lo que me dijo y comprobé que me quedaba grande pero no tanto como para que se notara que era de chico, excepto porque la inicial R estaba en un estremo de la chaqueta. Salí del vestuario fijándome en todo lo que había alrededor y casi salté de alegría al ver que el profesor no había estado dando clase sino que se encontraba hablando con su compañero. Me acerqué a Lidia y la callé con la mirada, si bien me había metido en este lío había sido por ella.
Hablamos un rato hasta que los dos profesores juntaron las clases y formaron parejas. Esta vez mi compañero fue el chico raro que se me había quedado mirando antes. Lo ignoré mientras los profesores no nos mandaban hacer nada y mientras hablé a distancia con Lidia riéndonos de las pintas que tenía con el pelo mojado y aquel uniforme que no tenía mis iniciales. .
- ¿Aina?
Me giré instintivamente hacia mi compañero y sentí algo raro en mi interior hasta que las imágenes de unos niños pequeños y de una señora aparecieron para irse sin previo aviso. Lo miré a los ojos confusa pero recuperé la razón, aquello no había sido nada.
- Mi nombre no es Aina, es Aila.
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En Mi Otra Vida [SL3]
RomanceAina Larsson es una chica huérfana que vive en un orfanato ya que su madre murió y los servicios sociales la dejaron allí. En el orfanato hay más niños que la ven como su heroína y como su hermana mayor de la que piensan que es invencible. Pero hay...