Capitulo 10

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Definitivamente no era así, necesitaba salir y a ser cosas de chicas de mi edad, de 25 años y soltera, sin ninguna actividad por la noche.

Acorde una cita con Orlando, me llevaría a cenar a un restaurante italiano.

-Estas radiante...Eres radiante Geovanna Stole.

-Mmm se escucha bien mi nombre en tus labios. - ya habíamos cenado pero íbamos por la tercera botella de vino, estaba empezando a decir idioteces, fluían tan bien y estaba tan necesitada de locura que no me importo.

-No creo que nunca hayas montado en bicicleta.

-No pude, esas cosas me atemorizan, siento que caeré por un lado y me raspare los brazos.

-Gata ilusa.

-No comprendo tu manía de compararme con los gatos. Kissa es gato en francés.

-Te digo así, te comportas como ellos.

-estas fumado, ¿adorable yo? Ni mi madre pudiera creer eso.

-Te comparo como un gato, porque no tienes los ojos claros Geovanna. Los tienes de un color achocolatado, completamente delirantes y tu piel de un tono exquisito, a pesar de ser atractiva peleas como una gata, eres un desastre, Te enfurruñas con facilidad y ronroneas dulcemente.

La forma de pensar de Orlando me asusta, vaya que compararme con un gato. Quiero irme a casa, pero quiero ir con él. Pido tres botellas de vino para llevar.

-¿A quién se le ocurre caminar descalza en tu país?

-A mi.- me río, más bien me parto de la risa...

-No me lo puedo creer, ¿a que fue por un desenlace amoroso?

-No, Orlando. Yo nunca he tenido una relación de noviazgo, solo aventuras

-¿Qué clase de aventuras? Nunca pensé que fueras de esas.

-¿Como tus putas? Solo cosas esporádicas, coqueteo y algunos besos, de ahí no paso.

-¿Cuál fue la más larga aventura?

-Mala pregunta Orlando, es mejor ir a dormir.

Asiente y se deja caer en el sillón.

-Hoy dormiré aquí, no te dejare sola Kissa.

Pongo los ojos en blanco.

En mi habitación, no creí necesario cerrarla con llave. Como si alguien me apuñalara de frente estaba mi antiguo diario. Secretos, odio y rabias juntos en un mismo cuaderno.

Lo abrí al azar y estaba en la página donde describía al idiota del padre de mi hermano. Un ser despreciable, una mierda de persona, eso es lo que es. Un maldito enfermo. Los malditos jueces no hacían nada, una mísera orden de restricción nos resguardaba.

¿Dónde están tus amigos en esos días tan difíciles? ¿Alguien a quien recurrir? Nada, ninguna persona que en realidad se interesaba por mí. Carol no tenía ni pizca de saber cuándo estaba mal.


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