Capitulo 23

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-¿Pensaste que podías huir?- claramente ha bebido y mucho.

Estoy atada de pies y manos a una silla, encerrada en mi habitación, todo el departamento a oscuras menos esta que esta iluminada por una pequeña vela. Todo ocurrió muy rápido, me arrastro hasta llegar aquí. Gruñía y vociferaba de tal modo que parecía el mismo demonio, sus ojos, sus pupilas estaban completamente dilatadas, Joe es un enfermo, le he rogado, implorado que me suelte y que hablemos mañana cuando este con la cabeza fría, él mismo ha revelado su estancia en mi departamento con cientos de botellas. También ha confesado que presencio cuando Orlando se llevó algo de ropa y llamo a mi madre.

-Joe, por favor suéltame.- suplico.

-No lo haré, ¿porque él? Si yo estaba aquí para ti. No creo nada de ese tal accidente.

Desesperada grito,- Pues mira si no fue accidente, anda prende la luz, estoy toda llena de moretones. Por tú culpa, tú que demostraste lo que significó para ti. Un objeto eso es lo que soy.

-Te tocó Geovanna, ¿querías que me quedara de brazos y lo felicitara?

-Soy tu juguete nuevo, lo del tipo se pudo haber resuelto de otra manera. –ruedo los ojos-Aquí me tienes amarrada en mi propia habitación con un interrogatorio tan idiota como tú mismo.

Me miraba con ojos llenos de ira, rabia estaba buscando algo.- ¿Que buscas? ¿Algún vestigio de la camisa de Orlando? Mira en mi bolso y veras donde he estado todo este tiempo. Eres un enfermo, demente, no me vas a mantener prisionera aquí por mucho tiempo, más de alguien vendrá y todo se acabara.

-Calla, tu voz me estorba.

-Antes no decías lo mismo.- reprocho.

Él estaba en el extremo izquierdo de la habitación, yo buscaba como desamarrar el nudo de las sabanas de mis muñecas, gritaba, sollozaba y nada. Enfermo, repetía constantemente, él se llevó las manos a la cabeza y empezó a jalarse los cabellos con tal fuerza que parecía que se los arrancaría.

-Calla Geovanna, o nos iremos los dos, si nos iremos ese es nuestro destino morir juntos, como almas que merecen estar atadas por la muerte, para que divaguemos en cualquier lado, ya sea el cielo o el infierno, debemos estar juntos, tu conmigo y yo contigo.

-Demente yo no iría contigo a ningún lado, matas todo solo de tocarlo, déjame. Vete ya.

-Porque, ¿porque me tratas así? si yo solo trato de mantenerte a salvo y a salvo es estar conmigo. Yo te puedo enseñar todo el mundo, te llevare donde tú quieras ir, te comprare casas, ropa, libros, te enseñare el arte. Ahora mismo deseo verte como La maja vestida de Goya, tan etérea, eso es lo que representas para mi total elegancia y seducción, perfecto es cada uno de tus gestos.

-Este desequilibrado-murmuro- nada de eso me interesa. No quiero nada contigo.- Se acercó a acariciarme el rostro, le escupí en plena cara, el muy tirano me abofeteo. Después se dejó caer a mis pies y empezó con un breve sollozo, disculpándose.

-Oh perdona querida, ¿estás bien? Di algo responde. Ah pero esta ha sido tu culpa tu incidiste en esto.

Me adulaba y a la vez me responsabilizaba de su error, Orlado tenía tanta razón, Joe Smith destruyo mi vida. Destruye todo. Sollozaba cuando el impacto por segunda vez su mano en mi cara.

-Jamás vuelvas a tocarme, pégame cuantas veces quieras pero nunca obtendrás de mi amor, nada lo has matado todo. Solo conseguirás odio y repulsión de mi parte.

Se retorcía y hacia tal gesto con la cara que me erizaba la piel. De esta él no se salva. Lo hundiré, todo el mundo sabrá de esto.

Cercana ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora