Capitulo 22

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¿Qué les pareció? Comiencen a leer desde el principio, no sean lectores fantasmas y por favor recomienden si les ha gustado esta historia hasta el momento.

Estoy desorientada, sin siquiera saber si me pueden llevar de Broadway a mi casa en taxi, metro o lo que sea. Emocionalmente rota, no queda duda que estoy destinada a morir sola y sin nadie con quien compartir mis últimos días.

En una esquina espero que el semáforo conceda el paso a peatones. Distraída pensando si me dejo los zapatos o me los quito, es demasiado tarde cuando la luz da de pleno en mi cuerpo y sé que el auto avanza hacia mí.


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Estoy a oscuras, perdida y asustada. Trato de incorporarme pero algo me retiene. Dios estoy con una vía intravenoso, mi pie esta enyesado y mi cuerpo lleno de moretones. Recuerdo todo, me atropellaron, un ebrio que estaba al volante, me dejo tirada como un animal. Alguien llamo a la ambulancia y enseguida llegaron preguntaron mi nombre y a quien podían llamar. No se me ocurría nadie más que Orlando.

Llego inmediatamente y después de restablecerme los doctores dicen que espere una semana, una puñetera semana. ¿Que será de mi trabajo? ¿Joe?.. El reloj indica que son las 3 menos cuarto de la madrugada. Ansiosa y con ganas de ir al baño, sigilosamente me levanto aunque es difícil con la aguja y el pie enyesado. Titubeo y se desprende la aguja, puaf mejor. Escucho pasos...

-¿Geovanna?

-No es preciso que te despiertes, solo voy al váter.

-Déjame te ayudo. Oye estas... ¿sangrando? deja enciendo la luz.

-No es nada...-Orlando me interrumpe, enciende la luz y presiona el botón para avisar a las enfermeras. Con una basta, ¿Cuánto puede retener mi vejiga? llevo un minuto. La enfermera suelta una perorata peor que mi madre.

No recordaba que estuviese ahí, por lo menos adentro en el mismo cuarto, me fije y claramente la silla es incomoda, da justo con la ventana. Soy una idiota, pobre Orlando.

La enfermera coloco en su sitio la maldita aguja, mientras me aplicaba unos sedantes y reprendía por comportarme como una niña. Orlando solo me observaba.

-He hablado con tu madre- dijo

-Espera ¿qué hiciste que?-dije media grogui- ella sabe que estoy aquí, debe de estar preocupada, tú no debías de decir nada

-No hablare hasta que te tranquilices- efectivamente el aparato ese me ha vendido, mi corazón palpita como si corrí un maratón.

-Veras era mi responsabilidad cuando supe lo de tú accidente, le pedí una copia al recepcionista para poder entrar en tu departamento, hice algo de desorden hasta encontrar los números de tus familiares, por lo menos uno. La llame y le conté el incidente, quería venir pero está claro que no puede, así que le prometí estar al pendiente de ti y llamar a diario. Es una persona muy cordial.

Comencé a cerrar los ojos pero quería preguntar por algo, por alguien. El pareció entender y trago saliva.

-Joe no sabe nada de esto, por tu bien es mejor. Le dije que me habías texteado y que no parecías dispuesta a volver, aunque se ha negado a contar lo que ha pasado. Ahora duerme pero cuando despiertes quiero que me cuentes todo.

Estaba a punto de abrir mi boca pero no pude más, mis ojos se cerraron y toda la habitación blanca se volvió negra...

Al día siguiente todo fue igual, visitas de los doctores, la enfermera bañándome, debo confesar lo vergonzoso que es, a esta edad alguien bañándome. Nunca nadie más que yo me ha tocado, ella intentaba ser cuidadosa apartando la miraba mientras frotaba ciertas zonas. Al juicio de los médicos yo estaba grave. Genial.

Por la tarde cuando ya se habían calmado las cosas Orlando llevo algo de buena comida y pude aclarar las cosas. Todo desde el principio hasta el desastroso final. No pareció sorprendido.

-Te lo advertí Geovanna, Joe no es alguien con el que tendrás una vida estable.

-Solo por un ataque no puedes decir todo eso, estaba molesto por el tipo. Prácticamente estaba encima de mí todo el tiempo.

-No lo justifiques, te arrepentirás.

-No estoy justificándolo.

Sin embargo sabía que tenía razón

-Llama a tu madre debe estar con los nervios de punta- Tendió el móvil y salió del cuarto con aquella expresión de tranquilidad.

Fue una llamada larga y tendida con mi madre, le explique todo, omitiendo lo relacionado con Joe. Orlando había dicho que me habían atropellado a la salida del trabajo. Buen mentiroso, recibí saludos de mi hermano y de Carol, pero esta última no se tragaba mi historia. Comento que revisara mi correo en cuanto fuera posible y así termino la tarde.

Por fin a mi casa sin el maldito yeso, los moretones estaban amarillentos ahora y todo iba como la seda. Orlando me ayudo a sacar mis cosas, pocas como ropa y mi cepillo de dientes, subimos a su auto con las ventanas bajas prendió la radio. Sonaba algo relajante y a la vez lleno de romance Crazy in love a cápela flotaba en el aire. No comento nada hasta que llegamos a mi calle.

-Geovanna pienso que es mejor que te mudes a mi departamento mientras consigues otro. Este no es seguro.

-No digas bobadas- lo agarre medio en broma.- Nada me pasara, no es como si el alcohólico viniera a terminar de hacer su trabajo.

-No juego Ann, lo digo por Joe ha estado llamando a tu celular cada cinco minutos, me di la libertad de comprar otro y tirar a la basura ese, toma.

-Él no me haría daño, solo debe de estar preocupado.- lo dije para mí misma.

-No lo creo.- espeta.

Subiendo las escaleras con un poco de dificultad gracias al mareo, saque la llave y todo estaba en la penumbra un poco de desorden, supuse que el desastre fue hecho por mi querido amigo, avance hasta el interruptor, sentí una ligera respiración y de repente alguien me puso su mano en la boca.

-Por fin llegas Geovanna.- Aliento cálido y voz tenebrosa

Joe, era Joe. Me dio un giro para quedar frente a frente sin quitarme la mano de mi boca, tiene esa mirada fría, jamás me ha visto así, nunca.

Cercana ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora