Capítulo 8.

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- Mamá, tengo que hablar contigo. - le dije por la mañana mientras Eli se preparaba en el baño.

Acabábamos de levantarnos. Ya llevábamos un día entero en Toronto y yo había estado extrañamente desaparecida. Le debía una explicación.

- Verás, estoy viendo a alguien.

- No hace falta que me cuentes nada, Val. Soy tu madre. Lo supe desde el día del Meet and Greet. ¿Por qué crees que elegí expresamente Canadá y no otro sitio? No me debes ninguna explicación. Solo ten cuidado, ¿de acuerdo? - me dijo abrazándome. - Además, yo también tengo que decirte algo. Más bien preguntártelo.

- Dime, mamá. - dije con una sonrisa imposible de quitar de mi cara. Me había quedado muy pillada al escuchar eso. Yo súper preocupada y mi madre sabiéndolo desde el primer día. Estas madres... Tienen superpoderes. Tenía que ser eso.

- Sabes que te dije que había dejado el trabajo... - yo asentí - Pues bien, ayer comencé a hablar con el recepcionista del hotel y me comentó que hay una plaza vacante.

- No... no... ¿vas a decir lo que creo?

- ¿Te gustaría vivir en Canadá?

- Mamá... - dije tapándome la boca con las manos - Oh, dios.

- Verás, me parece una buena oportunidad para empezar de cero, pero depende de ti. Ya lo he hablado con tu hermana y ella está de acuerdo.

- Pero ¿Y los abuelos? ¿Y Meri y Laura? No sé si podría...

- Piénsatelo, ¿vale? Habla con ellos. Habla también con Justin y con Eli. Las vacaciones acaban en quince días, tienes tiempo de sobra para pensar.


Eran las doce, y tras un mensaje de socorro al grupo que tenía en Whatsapp con Meri y Laura, recibí una llamada a tres inmediata por Skype.

- Hola chicas.

- ¡Hola Val! - dijeron ellas a la vez.

- Escuchad, tengo que deciros varias cosas pero sobretodo una muy importante. ¿Tenéis tiempo?

- Sí, claro. - dijo Meri - Empieza.

Pasé veinte minutos de carrerilla contándoles mis tres primeros días de vacaciones: la búsqueda de Justin, la conversación del coche, el beso, el descubrimiento de mi madre y después, el dilema final.

- ¿Qué pensáis?

- Haz lo que a ti te apetezca, Val. - me dijo Laura - Nosotras vamos a echarte de menos, pero siempre vas a tenernos aquí.

- Sí. - continuó Meri - Además, podremos ir a verte y tú seguirás teniendo aquí tu casa, lo que significa que también vas a venir de vez en cuando.

- Y está Skype. - dijo Laura - No pongamos de excusa a la distancia, seguir en contacto solo depende de nosotras.

- No sabéis lo muchísimo que os quiero.

- Nosotras a ti también, Val.

Cuando acabé de hablar con mis amigas, llamaron a la puerta del hotel y ahí estaba él: Justin.

Le había mandado un mensaje hace un par de horas para hablar lo de Canadá.

- Hola, Justin. Pasa. - dije dándole un pequeño beso y corriendo a sentarme en la cama. - Tenemos que hablar.

Nunca digas nunca. Historia de una Belieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora