Capítulo 28.

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[JUSTIN]

Vi a Valeria salir del baño con una toalla y sé muy bien como se sintió cuando yo lo hice.

Me acaba de poner cachondo solo con mirarla.

Me levanté, me había quitado la toalla y puesto unos bóxer de Calvin Klein. Me acerqué lentamente a ella, que estaba de pie al borde de la cama agarrando con fuerza su toalla. Estaba muy nerviosa.

Agarré suavemente su cara con ambas manos para besarle. Ella instintivamente puso sus manos en mi nuca. Le encantaba agarrarme del pelo mientras nos besábamos. Mis manos empezaron a bajar por su cuello, lentamente. Después pasé a los hombros en los que sobresalían unos tirantes finos de encaje, por lo que supuse que debajo de la toalla llevaría ropa interior. Seguí acariciándole mientras nos besamos. Sus manos comenzaron a recorrer mi torso desnudo y yo me moría de ganas por hacer lo mismo con ella, por acariciarle cada centímetro de su cuerpo.

Val llevó sus manos a la toalla, pero le paré. Quería asegurarme.

- ¿Estás bien, cariño? ¿Estás segura de esto?

Ella asintió y la toalla cayó al suelo dejándome ver su precioso cuerpo, cubierto tan solo por un par de piezas de tela. Era preciosa y suave. Tenía la piel lisa y casi cristalina.

La tumbé en la cama debajo de mí y mientras nos seguíamos besando, Val tomó el control por unos minutos. Me cogió la mano y la llevó a su pecho. Seguía cubierto por la fina tela del sujetador así que comencé a recorrer el contorno con la yema de mis dedos.

Terminé por quitárselo.

Estaba todavía un poco nerviosa, así que seguí acariciándole y llenándola de besos por todo el cuerpo. Al cabo de unos minutos, mi mano corrió nerviosa hacia su sexo. Necesitaba sentir su calor.

Comencé primero con cuidado, despacio; pero cuando vi que estaba disfrutando, pasé a hacerlo un poco más deprisa.

Acabé por quitarle las bragas también y mis calzoncillos no sé en qué momento desaparecieron, pero estábamos completamente desnudos y mi polla latía a punto de estallar.

Necesitaba hacerla mía ya.

Un poco después, cuando ella ya estaba a punto de correrse, me puse un condón y me metí hasta lo más profundo dentro de ella.

Comenzamos a hacerlo lentamente.

- ¿Te duele? - le pregunté

Ella negó con la cabeza y me apretó más hacia ella con sus finas piernas.

Unos cuantos minutos después, cuando ella ya había terminado, lo hice yo. Me vacié por completo dentro de ella.

- Dios, Valeria... - gemí

- No soy muy buena, ¿verdad?

- Eres perfecta. - dije dándole un beso en la nariz antes de irme al baño a limpiarme. Después volví con ella y seguí besándola hasta que volvimos a hacerlo.

Dos veces más.

Nunca digas nunca. Historia de una Belieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora