Capítulo 4.

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-¿Y bien?-pregunta con tono burlón Emily Burdock. Nunca me ha caído bien. Llevamos en la misma clase desde preescolar, y las únicas ocasiones en las que hemos hablado fueron aquéllas en las que fueron estrictamente necesarias. Recuerdo una vez, hace unos tres años, nos tocó trabajar juntas en una asignatura de clase. Nos suspendieron a ambas por su culpa. Se le olvidó llevar el trabajo y las dos nos quedamos con un cero. Desde ahí siento cierta antipatía hacia ella. Siempre mira por encima del hombro a los demás, y sé que ella jamás ha pasado hambre en su vida. Al menos, es de lo que presumía en clase. Su padre trabaja en uno de los puestos más rentables de El Quemador. ¿Podría ganar los juegos? Aún no lo sé. Es una de las mejores alumnas en gimnasia, pero quizá no sea lo suficientemente lista para engañar a veinticuatro personas. Tampoco sé si sería capaz de matar a una persona. Bueno, yo antes tampoco lo era. Emily no cuenta con habilidades de caza ni de supervivencia. Pensándolo bien, quizá el año pasado yo no iba tan desventajada como creía…Sin embargo, podríamos convertir a Emily en un tributo atractivo para los patrocinadores. Podríamos hacer de Emily un arma de matar, una chica mortífera que podría pasar de lejos como un tributo profesional. ¿Ella estaría dispuesta a ello? Seguramente sí. No se ve que haya tirado la toalla desde ya, como una gran parte de los tributos de nuestro distrito. Quizá tengamos posibilidades con ella…

-Y bien ¿qué?-respondo yo.

-¿Nos vais a explicar cómo matar y cómo hacer que no nos maten?

Vaya. No es que esté dispuesta a matar, es que parece que lo esté deseando. Decido seguir con el juego, mantenerme en la línea en la que ella está jugando:

-Ya habrá tiempo para eso, querida.-digo yo, con una sonrisa burlona. No sé lo que estoy haciendo. ¿De verdad le estoy plantando cara? Como su mentora, ¿no debería estar instruyéndola desde ya? Miro a Peeta en busca de ayuda, pero él está ausente, mira por la ventana y no se preocupa de nuestra conversación. Haymitch está más pendiente de su vaso que de nosotras…y Gale…más de lo mismo. Parece que esta es una conversación tan sólo entre nosotras.

-Entiendo. Pero supongo que sabréis que no voy a darle besitos ni sopa en cucharaditas a nadie. No estoy aquí para eso.

Suceden varias cosas a la vez. Gale se levanta y abandona la habitación. Peeta despierta de su sueño interior y vuelve a la realidad, mira con atención a Emily, elevando un poco las cejas. Haymitch y su vaso se unen a nosotros y ocupan el sitio que ha dejado Gale. Yo me levanto para ir detrás de Gale y abandono la sala, no sin dedicarle una última mirada de odio y rencor a Emily. Y yo me quejaba de Haymitch…si fuera Emily, ya me odiaría a mí misma. Supongo que tendré que hacer un esfuerzo, mi deber es salvarle la vida.

Veo un último reflejo de Gale entrando en un vagón del fondo del pasillo. Le sigo y llamo a la puerta. Nadie responde. Lo intento otra vez.

-¿Gale? Sé que estás ahí, te he visto entrar. Mira, Gale, no te voy a mentir. No tenemos demasiado tiempo para preparar esto. Tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a la situación, y lo único que estamos haciendo ahora es perder un valiosísimo tiempo que podríamos emplear en plantearnos cómo diablos vamos a sacarte vivo de allí. Ábreme la puerta.

Después de unos instantes, la puerta se abre y entro a la habitación. Es un dormitorio. Gale está sentado en la cama, y acaricia la seda del colchón, al igual que hacía yo el año pasado. Mira hacia el suelo.

-Gale…no sabes cuánto lo siento.

Él no dice nada. Me siento a su lado, y pongo mi mano sobre su rodilla.

-¿Gale?

-¿Qué quieres que te diga, Katniss? ¿Que no me va a pasar nada, que voy a salir de allí vivito y coleando? ¡En tres semanas voy a estar muerto! ¡Ya no sólo se trata de mí, se trata de que si no logro salir mi familia muere de hambre!

-Eso no pasará, lo he solucionado.-me mira por primera vez, y sé que tengo toda su atención.-Mi madre me prometió que los acogería en casa si…si ya sabes. De hecho, creo que los iba a acoger desde ya. O iban a comer allí, no lo sé, algo. Pero ellos están bien, Gale. Y estarán bien, me aseguraré de ello. Te lo prometo.

Él asiente y vuelve a concentrar toda su atención en la alfombra del dormitorio.

-Voy a morir, Katniss.

Ese exactamente es el comentario que menos querría escuchar en estos momentos.

-Eso…eso aún no lo sabes.-En realidad él no lo sabe, pero yo sí. El hecho de que se haya amañado la cosecha sólo es el principio. Estoy segura de que los Vigilantes le harán la vida más que imposible en los juegos. Morirá, sí, pero de la peor forma posible. Si de verdad le voy a contar lo de Snow, este no es uno de los mejores momentos, así que me lo callo.

Gale sonríe irónicamente.

-Claro que no. Aún no hay que darlo todo por perdido.-su sonrisa se hace más amplia, aunque sé que no es una sonrisa verdadera, que no siente lo que está diciendo.-Además, si tú ganaste, siendo tan torpe como eres…va a estar chupado.

Me río. Ambos nos reímos, aunque sabemos que todo lo que estamos diciendo es completamente falso, y que va a resultar bastante difícil sacar vivo a Gale de la arena.

-Vamos a comer, ¿vale? ¿Te he hablado alguna vez del estofado de cordero que hay por aquí?

-¿Estofado de cordero, dices? ¿Y por qué seguimos aquí?-responde Gale, muy animado.

Sé que todo esto lo hace para animarme, y sé que es todo falso, que por dentro está destrozado, y que sabe que su muerte se acerca a una velocidad vertiginosa. Pero lo de animarme funciona. Cuando estamos a punto de salir, Gale se pone delante de la puerta.

-Katniss…¿Por qué…por qué no estás enfadada conmigo? Deberías estarlo. Deberías estar prestándole toda tu atención a Emily, después de las cosas horribles que te dije. Estaba celoso. No podía soportar verte en una pantalla gigante durmiendo abrazada a él. Podría haberlo soportado con cualquier otra chica, pero no contigo. Tenía la sensación de que el capitolio te había cambiado, y de que si volvías, ya no serías la misma. Lo siento mucho. Lo siento de verdad.-parce sentir lo que dice, sus palabras son sinceras.

-Supongo…supongo que…me puse en tu lugar. A mí tampoco me gustaría ver cómo te lías en directo con otra chica. No sabría decir por qué, sólo sé que no me gustaría. Y que yo también te odiaría.-digo, encogiéndome de hombros.

-Yo no te odio.

-Eso ya lo sé, tonto.-digo yo con una sonrisa. ¿Estoy tonteando con Gale? No. Quizá sí. Quiero salir de esta habitación ahora mismo.

Salimos de la habitación y nos reunimos con los demás. Effie nos informa de que llegaremos a El Capitolio en veinte minutos, por la tarde-noche. Cenaremos y al día siguiente Emily y Gale se pondrán en manos del equipo de estilistas para el desfile. Después vendrá el centro de entrenamiento, las entrevistas, la sesión privada con los vigilantes, y después, finalmente, los septuagésimo sextos Juegos del Hambre, en los que las vidas de Gale y de Emily estarán en manos de Haymitch, Peeta y yo.

Haymitch nos dice que empezaremos con la estrategia mañana por la mañana, y a Emily y a Gale no parece importarles, necesitan algo de tiempo para asimilar todo lo sucedido en el día de hoy.

Permanecemos en silencio el resto del trayecto hasta el Capitolio. Los túneles se hacen más pequeños. La luz del sol se hace cada vez más artificial. Las infraestructuras se convierten en verdaderos monumentos arquitectónicos. Empiezo a ponerme algo nerviosa. Effie nos ordena que vayamos recogiendo todo. En tan sólo unos minutos una nube de flashes se apoderará de Peeta y yo. Empiezo a destensar los músculos de la mandíbula y la boca. Tengo que estar radiante para ellos, tengo que ser la chica por la que apostaron, la chica en llamas. Tenemos que ser los "no tan" trágicos amantes del Distrito 12. Busco a Peeta con la mirada y me acerco a él. Todos estamos de pie, preparados para salir del tren. Peeta me da la mano. El Capitolio y su grandeza se alzan sobre nosotros. Se abren las puertas del tren, y los flashes de cámaras no tardan en cegarme, y los gritos de la gente retumban en mis oídos. ¿Lo más curioso? La gente grita nuestros nombres. Mi nombre.

En Llamas. ¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora