Las notas que forman el himno de Panem ahogan mis gritos y súplicas. Comienza el desfile de tributos. Yo intento correr detrás de los agentes de paz que se llevan a Cinna apresado, pero Haymitch me retiene. Parece estar muy enfadado.
-¿Se puede saber qué diablos te pasa?-me grita a la cara, mientras señala a todas las personas que están en la sala. El resto de mentores está más pendiente de mí que del desfile de tributos.
Peeta me mira con preocupación. Aunque ya no grite, todos me siguen mirando. Oficialmente, soy la persona demente y desquiciada por excelencia de estos Juegos Del Hambre.
Intento calmarme y contarle a Haymitch lo que ha pasado, parece que nadie se ha dado cuenta de que han detenido a Cinna.
-¡Haymitch…! Haymitch…-empiezo a decir.-Haymitch…¡van a matar a Cinna!-en ese momento siento que se me viene encima una ola gigante de lágrimas. Intento reprimirlas, pero un par de ellas se escapan. Sé que si empiezo a llorar no podré parar.
Haymitch me coge del brazo, le hace una seña a Peeta y nos lleva a un rincón, en el que no estemos a la vista del resto de mentores.
-¿Qué ha pasado?-pregunta. Y yo, con voz entrecortada intento explicarles lo mejor posible, y sin derramar demasiadas lágrimas lo sucedido hace tan sólo unos minutos.
La noticia parece afectarles bastante a ambos.
-Qué…¿qué vamos a hacer, Haymitch?-suplico yo, con la voz rota.
-Aún…aún no lo sé. Y este no es el mejor momento para pensarlo. Tenemos la fiesta ahora y…
-¡A la mierda la fiesta, Haymitch!-le interrumpo yo, gritando.-¡Van a matar a Cinna! ¡Snow va a matarle! ¡Tenemos que hacer algo, joder! ¡No nos podemos ir de fiesta mientras le torturan, o le cortan la lengua!
-A mí tampoco me apetece ir de fiesta, Katniss. Esto lo hacemos por Gale y por Emily. ¡Estarán más que muertos en dos días sin patrocinadores! ¿Es que no lo entiendes?-exclama Haymitch, dando un puñetazo en la pared.
-Él…tiene razón, Katniss.-dice Peeta mirándome fijamente.
En realidad, sé que Haymitch tiene razón y que necesito recuperarme porque en quince minutos estaré haciéndome fotos y sonriendo a todo el mundo.
-Así que ahora necesito que te tranquilices, te suenes los mocos, te arregles el maquillaje y te prepares para la fiesta, ¿de acuerdo? ¿Podrás hacerlo?
Yo asiento, aún sollozando.
-De acuerdo. El desfile ya habrá acabado.-dice Haymitch, mirando su reloj.-Voy a acompañar a Emily y a Gale al centro y después me reuniré con vosotros aquí e iremos los tres a la fiesta, ¿entendido?
Peeta asiente por los dos y Haymitch se va.
Durante un minuto sólo se oyen mis suspiros y sollozos. Debo estar horrible y con mocos por todas partes, porque Peeta me ofrece un pañuelo.
-Gracias.-digo yo aceptándolo y sonándome la nariz.
-De nada.
Silencio otra vez.
-Katniss...Ya se nos ocurrirá algo, ¿vale?-me dice suavemente.-Te lo prometo.- Después, aunque duda un poco antes de hacerlo, me coge la mano, y yo la agarro con fuerza. Me tranquiliza saber que no estoy sola, que él está conmigo.
Al poco rato, vuelve Haymitch, y se sorprende un poco al vernos de la mano.
-Así me gusta. Vamos.
Peeta me ayuda a levantarme y empezamos a caminar hacia la mansión de Snow, donde se celebra la fiesta.
-¿Qué tal ha ido el desfile?-pregunta Peeta.
-Bastante bien. La gente les ha prestado bastante atención, pero no tanto como a vosotros el año pasado. Eso sí, la cámara sólo les enfocaba el tiempo necesario para que no se notara demasiado la conspiración contra Gale.-responde Haymitch, con cierto tono de tristeza.
A medida que nos acercamos a la mansión de Snow, los gritos de emoción de la gente esperando fuera para ver a sus mentores favoritos, los que en su día fueron tributos ganadores. Aunque los gritos de entonces no son comparables a los que surgen cuando Peeta y yo aparecemos sonrientes de la mano la gente chilla, grita, ríe, incluso llora por nosotros. Todos suplican hacerse fotos con nosotros, y Peeta y yo no sabemos muy bien cómo actuar.
Después de saludar a todo el mundo que estaba fuera de la mansión, por fin entramos a la fiesta en sí, y no cabe duda de que somos los protagonistas totales y absolutos. Estas personas se controlan más, pero cuchichean cuando pasamos a su lado y también quieren hacerse fotos con nosotros.
Todos quieren hablar con nosotros, preguntarnos por nuestra relación, si nos vamos a casar…o simplemente nos piden que relatemos con pelos y señales los detalles vividos en los juegos. A Peeta y a Haymitch esto se les da mucho mejor que a mí, no paran de reír y de hacer chistes. Yo intento imitarles, pero el recuerdo de Cinna aderezándose la chaqueta y yéndose con los agentes de paz me persigue. Intento ser amable con todo el mundo, pero la gente está demasiado emocionada.
De vez en cuando, Haymitch me presenta a las personas que contribuyeron con nuestros regalos dentro de la arena. Me presenta a un matrimonio de unos 40 años, él con el pelo azul y ella con el pelo verde, que parece ser que fueron los primeros que apostaron por mí incluso antes de estar con Peeta en los juegos, mi primer regalo, lo que posiblemente me salvó la vida, la crema para calmar la quemadura que me produjo aquel horrible fuego. Parecen amables, y no demasiado extravagantes, quitando algún detalle. A ellos se lo agradezco de verdad, agradezco que me salvaran la vida, que confiaran en mí y sólo en mí, no sólo en el amor adolescente. Me hago una foto con ellos, y esta vez sonrío de verdad. Parecen estar muy contentos de conocerme y prometemos estar en contacto durante estos juegos. Ya tengo los primeros patrocinadores para Gale. Quiero decir, para Gale y Emily, claro.
-Muy bien, preciosa, así, así.-me anima Haymitch.
A continuación, Haymitch me lleva a conocer a un hombre de unos 30 años, con el pelo teñido de piel de leopardo y que suelta risas excéntricas. Él es el responsable de las múltiples sopas que Peeta y yo tomamos en la cueva. Él nos obliga a que nos demos un beso en los labios delante de él, y claro, no tenemos más remedio. Es breve, y nuestros labios apenas se rozan, pero es un beso, y siento algo. Después, nos hacemos la foto con él y como despedida él nos da un beso en los labios a Peeta, Haymitch y yo. Según Haymitch, casi le tenemos, aunque aún no nos ha confirmado si ayudará a Emily y Gale.
Después, Haymitch nos presenta a una de las personas más raras que he visto en mi vida. Se trata de una señora de unos 80 años, a juzgar por las arrugas de los brazos y las manos. Sin embargo, la cara la tiene tan lisa como una chica de 20. Resulta un contraste un poco extraño. Sus pestañas tienen una longitud de unos 20 centímetros, al igual que sus uñas, que parecen garras. Viste un extravagante vestido negro, conjuntado con un velo del mismo color. Cuando sonríe deja ver los diamantes implantados en cada uno de sus dientes. Ella nos compró el jarabe del sueño para que yo pudiera ir al banquete. Me dan ganas de preguntarle por qué no compró la medicina, pero me lo callo y agradezco el jarabe.
Cuando Peeta me da un beso en la mejilla y le dice a la señora que no estaríamos aquí sin ella a la señora se le escapan las lágrimas y promete ayudar a Gale y Emily.
Decido ir al baño para despejarme. Allí, me acerco al lavabo, me lavo la cara y miro unos segundos hacia al desagüe. Cuando levanto la cabeza, en el espejo, detrás de mi reflejo, se encuentra el reflejo de la persona que más odio en el mundo y a la que podría matar ahora mismo sin ningún problema. El Presidente Snow se encuentra a solamente unos pocos pasos de mí.
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En Llamas. ¿Qué pasaría si...?
FanficEsta es una versión alternativa de "En Llamas", segundo libro de la trilogía escrita por Suzanne Collins. En esta versión, no habrá Vasallaje de los Veinticinco, y Katniss, junto a Peeta y Haymitch, tendrá que ejercer de mentora sobre dos nuevos tr...