Capítulo 25.

4.1K 191 13
                                    

Emily ganando los Juegos. Emily proclamándose como vencedora. Gale, muerto. Todos los demás, muertos. ¿Yo? Loca de remate, imagino. Me imagino la situación por unos segundos y todo lo que supondría la victoria de Emily me abruma, así que aparto el pensamiento, miro directamente a Peeta a los ojos y digo:

-De Haymitch podía imaginármelo. Pero, ¿de ti?

-Katniss, espera, puedo explicártelo…-me dice Peeta, cogiéndome la mano mientras me levanto, dispuesta a abandonar la sala.

Aparto la mano de Peeta y me dispongo a abandonar el centro de mentores. Cuando estoy a punto de salir, me encuentro a un Finnick Odair con los ojos muy abiertos, sin camiseta y asustado.

-¿Hay algún problema?-me pregunta.

-Ninguno.-respondo yo, tajantemente.

-Pues vamos, ¿no?-continúa Finnick,  y sale corriendo hacia la sala de mentores. Maggs va detrás de él, diciendo algo sobre los profesionales.

No tengo otro remedio que entrar a la sala de mentores y aplazar mi discusión con Haymitch y Peeta para más tarde.

Respecto a los juegos, aún es pronto, pero los profesionales ya están preparados para su caza. No están tan fuertes como es habitual, la única comida que tienen se la ha enviado sus mentores, y al igual que todos, pasan hambre. Philippe, del distrito 4, está a sólo unos pocos metros de ellos, a un kilómetro como mucho. Me pregunto si es consciente de ello, si los está esperando. Recuerdo su entrevista con Caesar, cómo demostró tener conocimientos básicos de supervivencia  y cómo Haymitch me avisó de que le tuviera en cuenta. Acordándome de todo esto, decido que sabe que vienen a por él. Está tranquilo, sentado a la sombra de un árbol comiéndose una manzana, como si no estuviera en unos juegos del hambre, y como si un grupo de asesinos adolescentes, sedientos de sangre, se fueran acercando peligrosamente a él.

Los profesionales eligen una dirección sin pensarlo o discutirlo, como si supieran que sus víctimas se ocultan por ese lado del bosque. Avanzan en silencio, sin hablar, ni si quiera sin mirarse. Recuerdo a Cato, Glimmer, Marvel y el resto de profesionales del año pasado, que durante sus cazas comentaban lo sangrientas y divertidas eran las muertes de sus adversarios. Este grupo de profesionales, sin embargo, no resulta tan característico. Son sólo cuatro chicos adolescentes con rostro pálido, con múltiples heridas y quemaduras, y hambrientos. Dudo mucho que en sus condiciones actuales sean igual de capaces en el combate cuerpo a cuerpo que en los entrenamientos. Parece como si llevaran varias semanas de juegos, y tan sólo llevan un día. ¿Qué está pasando con estos juegos?

Pasan cinco minutos, y la cámara muestra el campo visto desde arriba, y se centra en la zona de Philippe y los profesionales. El corazón me empieza a latir más rápido al comprobar la poca distancia que les separa. Es tan poca, que enfocando el estadio desde arriba se pueden distinguir a ambos, a Philippe y a los profesionales, aunque estos, debido a la profundidad del bosque aún no puedan verse.

Un minuto después, Philippe escupe el corazón de la manzana y se esconde detrás de un árbol a una corta distancia de su posición anterior. Justo en el momento en el que desaparece del ángulo de visión de la cámara, aparecen los profesionales. Al principio, siguen caminando como si nada, pero a Alix le llama la atención el corazón de la manzana que está tirado a unos pasos de ellos. Se arrodilla ante él e informa a sus secuaces que alguien está cerca. Alix camina recto unos pasos más, hasta que suelta un grito. De repente, se encuentra colgado de la rama de un árbol por un pie. Lo primero que oigo es la risa nerviosa de Daphne, que se ríe de verdad, como si no estuviera en unos juegos del hambre y un amigo se acabara de caer de forma divertida. Alix les grita, y ellos reaccionan. Cuando van a socorrerle, Daphne pisa cerca del lugar donde pisó Alix y también queda colgada de la rama de otro árbol. Alix les ladra que tengan cuidado, pero ya es tarde para Elizabeth, del distrito 1, que ya ha quedado colgada de un árbol un poco más allá. Mark, del mismo distrito que Elizabeth, es el único que está libre y cuando coge un cuchillo para cortar las cuerdas de sus compañeros, pisa un montón de hojas, que caen hacia abajo, dejando atrapado a Mark en un hoyo de al menos dos metros de profundidad. A continuación, suelta un grito de furia. Pasan unos segundos, y aparece Philippe de entre las sombras de los árboles. No sonríe ampliamente, pero le cuesta evitar una gran sonrisa. Si fuera yo, les saludaría, no, qué diablos, si fuera yo, les mataría ahí mismo. Sin embargo, él se toma su tiempo para observarles, a todos y cada uno, pasea a su alrededor y se relame al ver cómo Alix forcejea para soltarse. Entonces, sin mirarles una vez más, Philippe coge su mochila y se va por la dirección opuesta. Al instante, los teléfonos del Distrito 4, empiezan a sonar repetidamente.  Los patrocinadores se mueren de ganas de ayudar a Philippe.

Le admiro. Me gusta. Me caería bien. Si no estuviera en la situación en la que estoy, Philippe sería mi tributo favorito. Pero no puedo permitirme tener un tributo favorito, porque si quiero que Gale venga a casa, ese tributo, al igual que todos, tiene que estar muerto. Muerto para siempre.

Maggs y Finnick empiezan a contestar llamadas de patrocinadores, a concretar citas con ellos, o a decirles el número de cuenta de Philippe.  Es como si Haymitch, Peeta y yo nos quedáramos solos de nuevo, porque Maggs y Finnick están demasiado ocupados con las llamadas. Yo aprovecho el momento para salir de la habitación.

-Katniss, espera.-me dice Peeta. Yo ya estoy saliendo por la puerta.

Me alcanza cuando ya estoy bajando las escaleras para ir al centro de entrenamiento.

-Espera.-repite, respirando con dificultad, por la carrera.

Yo no me resisto. Tenemos que hablar de esto, y cuanto antes, mejor.

Él me gira, y me pone mirando directamente a sus ojos, aunque yo aparto la mirada rápidamente, y mirando hacia el suelo, digo:

-¿Por qué me has mentido, Peeta?

-Ven aquí.-dice él, suavemente y me lleva hacia un descansillo de la escalera, un escalón más ancho, los dos nos sentamos ahí.

-Yo quería contarte lo de Emily, Katniss. De verdad que quería.-comienza.-Pero Haymitch me aconsejó que no lo hiciera. El secreto, y la ignorancia del resto de tributos, actualmente es la mejor arma que tiene Emily. Si te lo contábamos, podríamos poner eso en peligro. Sé sincera, Katniss, si te lo hubiésemos contado, ¿se lo habrías dicho a Gale?-yo lo pienso antes de contestar, y decido ser sincera. Afirmo con la cabeza.-Si Gale lo hubiese sabido, también lo hubieran sabido más de la mitad de los tributos.

-Pero cuando le ofrecimos a Emily aliarse con Gale tomamos la decisión de que si decía que no, como también éramos mentores suyos, sería una ventaja. Además, ¿por qué se lo ofrecimos? Vosotros ya sabríais que diría que no.-argumento yo, en mi defensa.

-Lo de la alianza de Gale sólo lo sabe Emily. Sin embargo, si Gale supiese lo de Emily, seguramente también lo sabrían los aliados de Gale, y no sería justo. Respecto a lo otro, eso se lo propusimos antes de que empezaran los entrenamientos. Entonces no sabíamos lo que podía hacer, no sabíamos que era tan buena. Esa es la razón, Katniss. Es la única razón. Sabes que yo jamás te mentiría. Y te pido perdón por esto, pero lo he hecho por el bien de Emily, y espero que lo entiendas.

-Vale.-contesto yo, levantándome y soltando su mano.-Voy a desayunar al centro de entrenamiento, con Cinna.

-De acuerdo, voy contigo.-responde él, levantándose.

-Preferiría que no lo hicieras. Quiero estar sola, además, no me fío de Haymitch. Ve a la sala de mentores con él. Nos vemos luego, ¿vale?

-Como tú quieras.-concluye él.

Yo bajo el resto de escaleras, y antes de que Peeta me pierda de vista, me dice:

-Te quiero.

Yo me detengo y me mantengo de espaldas durante unos segundos. Como no continúa, sé que espera una respuesta.

-No es el momento Peeta, yo ahora…

-No, no quiero que digas nada.-me interrumpe él. Observo que tiene una sonrisa pequeñita dibujada en los labios y sus mejillas están algo rojas.-Sólo quiero que lo sepas. Quiero que lo tengas en cuenta. Te quiero, Katniss y siempre lo haré. Lo llevo haciendo desde mucho tiempo. Y no te mentiría, a ti no. Sólo lo he hecho porque la vida de una persona que depende de mí está en juego. Recuérdalo, ¿vale? Te veo luego.

A continuación, sube las escaleras, y yo me quedo en mi sitio, incapaz de moverme, pensando en la verdad que tiene Haymitch cuando dice que Katniss Everdeen no merecería a un chico como Peeta Mellark ni aunque viviese setenta vidas

En Llamas. ¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora