Es una despedida.

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Una pequeña corriente de aire y un suave olor a cigarrillo producen una interrupción de mi ligero sueño. La ventana de la habitación esta abierta, Felipe mantiene los brazos  apoyados en ella mirando las pocas estrellas que se ven desde aquí. 

-¿Creí que no fumabas?-pregunto desde la cama. 

-Y no lo hacia, hasta hoy.-no me mira, solo contempla las estrellas mientras retira el exceso de cenizas del cigarrillo. 

-¿De dónde lo sacaste?-apoyo mis codos contra el colchón para poder tener una mejor visión de él. 

-Se lo pedí a Sebastian-sigue sin mirarme. Su voz suena extraña. Algo le pasa. 

Me pongo de pie y camino lentamente hacia él. Lo abrazo por el cuello aprovechando de depositar un casto beso en su mejilla incipiente de barba. Apoyo mi barbilla en su hombro y quito de sus manos el cigarrillo. 

-¿Qué haces?-pregunta cuando llevo el cigarrillo a la comisura de mis labios. 

-Lo necesito tanto como tu, estoy tan alarmada y preocupada como tu lo estas. No quiero morir. No quiero perderte.-me mantengo firme, tengo que serlo, él lo necesita, necesita dejar de sufrir por mis lagrimas y comenzar a sufrir por las suyas. 

-No me gusta que fumes-siento como su cuerpo se tensa mientras yo exhalo el humo del cigarrillo cerca de su rostro. Luego vuelvo a depositarlo en sus labios. 

-Y a mi no me gusta mucho hacerlo.-me encojo de hombros dirigiendo mi mirada a la media luna que se ve en lo alto del cielo oscuro y contaminado. 

-¿Crees que realmente te hagan daño?-siento el miedo en su voz, pero lo comprendo, yo también me siento preocupada. 

-No lo sé, aunque estoy rogando para que no sea así.-suelto su cuello. Felipe apaga el cigarrillo y lo arroja por la ventana. 

-No quiero que te pase nada.-sus ojos están rojos; por primera vez en toda nuestra conversación me ha dejado ver su rostro. Ha estado llorando, lo sé porque aun las pocas lagrimas que deben de quedarle, amenazan por ser derramadas. 

-Lo sé, por eso haré todo lo necesario por que no me pase nada.-Tomo su rostro entre mis manos y lo acaricio con el pulgar. 

Verle así, tan triste, me afecta mucho. Tengo que ser fuerte y tragarme el nudo que se ha formado en mi garganta para no terminar empapada en lagrimas. 

-Te amo-me abraza de golpe, sorprendiéndome. Apoya su cabeza en mi pecho, encorvándose para alcanzarlo. Me limito a acariciar su sedoso cabello. 

-Yo también te amo.-susurro cerca de su oído. 

Nos mantenemos unos minutos abrazados. Su cabeza sigue sobre mi pecho, como escondido, mientras siento como se comienza a mojar mi camiseta con sus lagrimas. 

-Tranquilo.-tomo su rostro entre mis manos y lo beso.

Mi beso es tierno y apasionado a la vez, y es lo único que me permite no tener que observar como derrama sus lagrimas. Jamas creí que lo vería así, tan débil. Corto el beso abrazándolo con fuerza, estrechándolo contra mi. 

-No sé que haría sin ti.-solloza entre mis brazos.

 Lo aparto ligeramente.  

-Quiero dejarte algo en claro. No quiero que se te ocurra hacer una estupidez si me pasa algo-seco sus lagrimas con los pulgares de mis manos.-Si así fuera, quiero que sigas con tu vida, que termines tus estudios, esos por los que tanto has luchado. Que te diviertas, que conozcas gente nueva y que vivas una vida por mi. Que te cases y tengas los hijos que yo siempre anhelé. Se feliz por mi...-se me quiebra la voz. 

La Isla Del Escualo [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora