Camino muy despacio hacia el salón de clases, pensando. Medio semestre ha pasado, y buena parte de los días transcurridos busque información en el estudio sin encontrar nada. Sigo sin hacer funcionar las cosas que ahí se encuentran. Todos los libros que revise están escritos en extraños idiomas, pero no es lo único que me intriga.
Todas las noches sueño con los tipos de las capas. Como la primera vez, al intentar quitarle la capucha a la persona que está frente a mí, me despierto con la misma sensación de vació, una sensación que me inunda el cuerpo cada vez más.
Observo mi reflejo en la pantalla de mi celular. Ya no tengo un aspecto tan nefasto como el de los primeros días, pero sigo viéndome ojerosa y más pálida de lo normal. Eso preocupa a mis amigos y sobre todo a mi madre, que a pesar de que el doctor le dijo que estoy en perfecto estado de salud, todos los días me checa la temperatura y preguntaba cómo me siento, además de obligarme a tomar ciertas vitaminas.
Me entristezco. En estos meses sólo ha existido algo o más bien, alguien, que me distrae de la búsqueda de información y de los sueños, Ariel. Platico mucho más con él pero nunca fuera de la escuela, y en ningún momento tuve el valor suficiente para preguntarle lo del accidente de su casa, en cambio, me di cuenta que es la persona más perfecta que he conocido. Es desinteresado, amable, e inteligente, muy hábil en gran variedad de tareas, además de modesto, además de una lista realmente increíble de virtudes.
Ya soy capaz de mirarlo sin sonrojarme, sin embargo siguen existiendo ocasiones en que su sonrisa me quita el aliento. Agregando que los sentimientos que él me provoca han crecido haciéndose cada vez más fuertes, y aun así, quiero creer que es un simple interés, quizá hasta una pequeña atracción, pero nada más.
No hay clase en la que estemos juntos en que no se siente a mi lado. Nos la pasamos muy bien, reímos y nos acoplábamos excelente cuando realizábamos algún ejercicio, haciendo que nuestros trabajos sean muy buenos y terminemos más rápido que los demás.
Estando en mi casa pienso mucho en él. Mande enmarcar el dibujo que me hizo y lo tengo colgado en mi habitación. Siempre que lo veo sonrío inconscientemente. Aun así, lo que más observo es su fotografía en el guardapelo de mi pulsera, y aunque no lo hiciera, su imagen cruza a cada momento por mi mente. Recuerdo su atrayente voz, su fascinante sonrisa y sus míticos ojos.
A veces, en las noches, cuando ese extraño sueño me despertaba, salía al balcón y, observando la luna, me ponía a estudiar cada uno de los movimientos, gestos y expresiones de Ariel intentando entender cómo puede ser así, cómo puede existir un ser tan magnífico llegando a la línea que separa lo real de lo imaginario. Pensaba en él hasta que el cansancio hacía que por momentos me quedara dormida en el balcón, sólo entonces me volvía a acostar en la cama, deseando verlo también en mis sueños.
Pero algo me molesta, porque, aunque sé que lo que siento es sólo una mínima atracción, deseo que ésta sea correspondida, y con tan mal aspecto, nunca lo será. Mi apariencia no me había importado tanto como hoy en día, no porque quisiera que me observaran, eso no me interesa, sino porque ahora quiero captar la atención de Ariel, sólo quiero su atención, nada más...
Es muy egoísta. Intento olvidarlo, guardo el celular y sigo caminando.
– ¡LILY!
Volteo al oír mi nombre, es Kristen, se acerca corriendo agitando un cartel en la mano.
–Hola –la saludo.
Desde mucho antes de que llegue hasta mí, noto que viene más arreglada de lo normal, eso me hace sentir peor por mi aspecto.
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Los Amos de los Elementos
FantasyLilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sabía que existía, dejando atrás su ciudad tranquila y junto con ella, a sus amigos. En el colegio al q...