Es de noche y sin embargo, el cielo se ilumina por una casa que está cubierta por llamas ¿Dónde me encuentro?
A mi lado esta Lucy, viste un pijama rosado y ve horrorizada la casa, también esta Ana, llora abrazada a un hombre que supongo es su esposo. Entiendo que pasa, pero no veo a Ariel ¿por qué en una situación como ésta no se encuentra con su familia?
–Ariel –susurra Lucy con lágrimas en los ojos que reflejan el fuego de la casa.
La respuesta a mi pregunta me cae como un rayo, Ariel está dentro.
–No... es imposible –digo asustada.
Conozco a Ariel, además, yo no estuve en el accidente. Simplemente esto no está pasando, no obstante, todo se ve tan real, incluso siento el calor que irradia el fuego.
Doy un último vistazo a Lucy, con la esperanza que voltee a verme y diga que esto no está sucediendo, que no le pasara nada a Ariel, pero sigue paralizada mientras lágrimas silenciosas escurren por sus finas mejillas. Veo a sus padres, lloran abrazados. Ellos no pueden hacer nada, pero yo sí, sé que estaré bien, por lo que no debo de tener miedo.
Corro hacia la casa con lágrimas de preocupación brotando de mis ojos. La entrada esta en llamas pero no me importa, sólo me importa encontrar a Ariel.
– ¡ARIEL! ¡ARIEL! –Grito aterrada– ¡RESPONDEME ARIEL, POR FAVOR, RESPONDEME!
Sigo corriendo, nunca había estado en esa casa, pero algo me dice hacía donde ir.
Para cualquier lado donde miro hay humo y fuego, aunque no me lastima.
Entro corriendo en un cuarto, Ariel está aquí, recargado contra la ventana, observando el fuego ¿Por qué no sale? ¿Acaso está loco? ¿Qué no se da cuenta en el peligro en el que se encuentra?
Él tiene una rara expresión en los ojos, los cuales por el fuego, se ven mucho más hermosos, me hipnotizan. Después de un corto momento en el que mi mente se volvió neblinosa y lo único claro eran esos ojos, sacudo la cabeza para concentrarme en la situación en la que está metido Ariel. El fuego lo rodea pero no esta tan cerca de él como para quemarlo y, a pesar de eso, sus manos están en llamas, aunque parecen no causarle ningún daño ¿Qué está pasando?
–Por favor Ariel, reacciona –le pido limpiándome las lágrimas de los ojos.
Camino acercándome a él, de pronto, se escucha un ruido extraño, como un fuerte gorgoteo. Un rastro de entendimiento cruza su rostro, y salta por la ventana. Me dirijo hacia ahí justamente para verlo caer al suelo dando una voltereta para amortiguar el golpe, mira la casa y después sus manos en llamas, enseguida se desmaya y el fuego de sus manos se extingue.
Mi almohada esta mojada por el sudor y las lágrimas. Tengo los nervios a flor de piel, el sueño fue muy real, fue como si lo hubiera vivido. Pensar sólo por un momento que Ariel estaba muerto, me altero, y estar segura que él está vivo no me ayudó a calmarme. El pecho me dolió mucho al pensar que jamás volvería a verlo.
Ser testigo de lo que vivió Lucy y su familia me hace sentirme ajena a su sufrimiento, una entrometida por haber visto lo que sufrieron esa noche. Que Lucy me tuviera la confianza para contarme lo que les paso no me daba derecho para ver lo que tuvieron que soportar.
Ahora entiendo a qué se refería cuando dijo que lo que más quiere se quemaba. Ella no hablaba de la casa, ni de cualquier otro objeto material, hablaba de su hermano gemelo. El cual se quedó en la casa mientras todo se quemaba. Quien, teniendo la vía de escape segura, observaba las llamas a su alrededor sin inmutarse, llamas que lo rodeaban, pero no lo quemaban...
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Los Amos de los Elementos
FantasíaLilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sabía que existía, dejando atrás su ciudad tranquila y junto con ella, a sus amigos. En el colegio al q...