Parte 13 La Llama de Antes

214 10 0
                                    

Es domingo por la mañana, no pasan de las nueve y a diferencia de mi madre, yo ya estoy despierta, me he quitado el pijama y estoy lista para salir, aunque en realidad no tengo nada planeado. Además, el clima parece querer que no salga, por las ventanas se ve la lluvia torrencial cayendo.

Vago por la casa, hundida en el silencio, ni siquiera se escucha el ruido de la lluvia, sólo hay calma, calma que tal vez dentro de un tiempo se acabara. Mi madre ha estado pensando en rentar algunos cuartos de la casa, ya que todos tienen baño propio. Esa idea no me agrada, no necesitamos el dinero y además, mi madre no se imagina que la casa, en especial el estudio que está en mi cuarto, se convirtió en una especie de cuartel. Sí, un cuartel para mis amigos.

Un lugar donde ellos pueden practicar con sus dones sin temor a ser vistos. Un lugar en donde pasamos casi todas las tardes de la semana jugado, riendo, conversando, de vez en cuando haciendo alguna tarea, pero en general y en una palabra, divirtiéndonos. Un lugar donde yo puedo estar junto a Ariel sin las miradas de nuestros compañeros de escuela puestas sobre nosotros, atentas a cualquier movimiento que hagamos, y sus oídos esforzándose por escuchar cualquier mínima palabra que pronunciemos.

Regreso al salón principal y subo las escaleras. Al pasar por fuera del cuarto de mi madre, pego la oreja a su puerta y una pequeña risa sale de mi boca. A penas se escuchan sus ronquidos, pero estoy segura de que si abro la puerta, esos tenues ruiditos se convertirán en potentes y sonoros ruidos. Recuerdo que cuando mi padre vivía se tenía que poner tapones para que mi madre lo dejara dormir. Era muy gracioso cuando, por las mañanas, olvidaba quitarse los tapones y mi madre no entendía porque no la escuchaba ni aunque le gritara.

Sigo caminando hasta mi cuarto. Al abrir la puerta, mi mirada se dirige automáticamente a mi mesita de noche, en especial, al cofre que tiene encima. Mientras me acerco a la mesita, me voy quitando la pulsera que traigo en la muñeca, de la cual cuelga una pequeña llave. Me siento en la cama, tomo el cofre y lo abro. Saco lo que quiero sacar y ni siquiera miro los otros objetos que se encuentran ahí.

El quinto medallón. Ha transcurrido un mes desde que lo saque de la fuente y aun así no me canso de verlo. Todos los días, después de que se vayan mis amigos a sus casas, lo saco del cofre para observarlo. Examino su brillo hipnótico, cada una de sus figuras, comenzando con la rosa de los vientos que abarca casi todo el medallón, y después cada una de las figurillas que representan a los cuatro elementos. Me siento tan bien cuando lo tengo en mis manos, es una sensación de fortaleza que nunca había experimentado. Cierro los ojos recorriendo a ciegas el medallón con mis dedos.

En este tipo de momentos, en los que me paso el tiempo viendo el medallón, en los que veo a mis amigos practicando, y los mejores de todos, en los que solamente estoy en compañía de Ariel, recuerdo aquellos días, que me parecen tan lejanos pero que en realidad no lo son. Esos días en los que me sentía tan decaída sin entender por qué, en los que me invadía esa tristeza que ya no ha vuelto, que no estoy segura de por qué se fue y que no quiero que regrese.

Estoy feliz con lo que vivo ahora, dejando de lado que la memoria de Ariel todavía no vuelve, todo es maravilloso. Pero algo me preocupa, es como esa frase "la calma antes de la tormenta"...

Suena el timbre de la puerta y abro los párpados ¿Quién puede ser? Yo no espero visitas y mi madre mucho menos, ya que si fuera así no seguiría dormida. Bajo rápidamente hasta la puerta principal y la abro.

Es curioso cómo funcionan las coincidencias, no hace mucho pensaba en Ariel y ahora está de pie frente a mí, con un impermeable negro por el que resbalan las gotas de lluvia.

–Hola, Lily –saluda sonriendo y quitándose la capucha del impermeable–. Perdón por no avisarte que venía pero quería darte una sorpresa.

Una estupenda sorpresa, estoy tan feliz de que me visite. No sé cómo es posible que cada día este tan atractivo, siempre parece relumbrar aunque este casi completamente cubierto, en esta ocasión, por el impermeable.

Los Amos de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora