Inhalo profundo y sigo caminando. Las piernas me tiemblan, pero estoy decidida a saber qué es lo que quiere hablar conmigo, y que se termine este tonto drama.
– ¿Qué me vas a decir? –pregunto a su espalda, mi voz es firme aunque mi corazón late a mil por hora.
– ¿Yo? –se cuestiona Ariel volteando y ladeando un tanto la cabeza, parece confundido–. Más bien, que me tienes que decir tú.
Puedo decirle miles de cosas, la mayoría reclamos, pero yo no soy quien para reclamarle, además no creo que sepa lo que pasa por mi cabeza. Ahora ambos estamos confundidos.
–Espera, espera, tú fuiste el que me pregunto si podía hablar contigo.
–Sí, lo recuerdo –dice dedicándome una radiante sonrisa–, pero te lo pregunté porque me debes una respuesta.
Tomo una bocanada de aire. Su sonrisa me provoca lo mismo que la primera vez, pero como estoy enojada, deseo que no sonría de nuevo.
– ¿Respuesta?
–Sí, una respuesta a lo que te pedí en el almuerzo.
– ¿En el almuerzo? –ya lo comprendo ¿acaso está bromeando conmigo?– creo que ya no importa mi respuesta –digo rápidamente.
– ¿Y por qué no? –Me mira muy extrañado– ¿aceptaste ir con otro chico? –pregunta en seguida.
¿A él qué le puede importar si acepte ir con otro? ¿Y qué es eso que apareció en su rostro? ¿Aflicción?... No, no puede ser.
–No, a diferencia de ti –le contesto de forma mordaz.
– ¿Qué se supone que significa eso? –pregunta de nuevo confundido y algo impresionado por mi tono.
–Significa que sé que vas a ir al baile con Kristen –a pesar de que intento que mi voz suene fría, no puedo evitar bajar la mirada y sonrojarme por la vergüenza.
– ¿Eso te dijo ella?
–No, pero me dijo que te lo pediría y supuse que aceptaste –estoy tan avergonzada que no soy capaz de mirarlo a la cara.
–Pues si me lo pidió –dice, luego empieza a reír.
¿Se está burlando de mí? Me siento tan mal que se me llenan los ojos de lágrimas. Quiero salir corriendo y no volver a ver a Ariel jamás.
– ¿Por qué pensaste que aceptaría ir con Kristen al baile después de pedirte a ti que fueras conmigo? –me pregunta sin notar que estoy a punto de llorar.
–Pues porque ella es muy bonita.
Me duele admitirlo, y para incrementar ese dolor, Ariel se vuelve a reír.
Una pequeña lágrima brota de uno de mis ojos. Él se acerca a mí, me toma de la barbilla y levanta mi rostro lo suficiente para que mis ojos vean directo a los suyos.
–No llores, perdóname –dice limpiando una segunda lágrima que escurre por mi mejilla–, no quería herirte.
Al ver sus hermosos ojos, noto el remordimiento en ellos.
–No te burlas de alguien a quien no quieres herir.
–Es que no me estaba burlando –explica tiernamente–. Aceptar la invitación de Kristen después de pedirte a ti que fueras conmigo y sin comunicártelo, sería en extremo descortés, además, ¿por qué querría ir al baile con ella cuando le pedí a la chica más linda, tierna e inteligente que fuera conmigo? –pregunta con una sonrisa.
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Los Amos de los Elementos
FantasyLilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sabía que existía, dejando atrás su ciudad tranquila y junto con ella, a sus amigos. En el colegio al q...