Hay alguien parado en la reja de la casa, trae puesta una larga gabardina y por la oscuridad que lo rodea no puedo distinguir su rostro ¿Qué hace esa persona en la entrada de mi casa?
–Parece que hay una fiesta –es un hombre el que habla, su voz es áspera y amarga.
Lo que dijo no es difícil de saber pues el sonido de la música se escucha muy claro.
–Entonces deberíamos unirnos a la celebración –dice una mujer que sale de las sombras y aun así, tampoco le veo la cara.
–No, no podemos pasar de aquí.
– ¿Y están todos ahí? –pregunta la mujer.
–Sí. Hiciste un gran trabajo al avisarme cuando se mudó la chica, pero pudiste haberlo hecho antes. –Su voz se transforma en un leve susurro de indignación– pudimos haberla eliminado y esos tontos jóvenes nunca se hubieran enterado de quienes son.
–Lo siento, señor –dice la mujer temerosa agachando la cabeza.
–Eso no sirve de nada –respira hondo–. Al menos ella aun no es una amenaza, pero esos cuatro chicos se han convertido rápidamente en los amos que son y si alguno descubre quien es el elegido para portar el último medallón, será la más grande amenaza para el cumplimiento de nuestros planes.
– ¿Y qué haremos ahora que el más fuerte recupero la memoria? –habla muy despacio, tanteando el terreno.
–Eso también es un problema, no sé cómo lo logro, si tan sólo hubiera funcionado –toca la reja, pero velozmente quita las manos–. Ese viejo hizo un buen trabajo.
–Yo hice lo que me pidió...
–Sí, lo sé, lo sé –mueve la cabeza y las manos como si estuviera harto de escucharla– ¿Olvidas que yo sé lo que piensas? Debo admitir que fui un tonto al no decirte que lo mataras, ese era el momento perfecto, estaba tan vulnerable, pero su muerte sólo hubiera puesto sobre aviso a los demás y se volverían más poderosos, además, me pareció perfecto borrarle la memoria para que tuviera una muerte lenta y dolorosa, también podría haber lastimado a alguien más, así los otros temerían a su poder.
Ambos se quedan callados, la mujer, sólo distinta al hombre porque no porta gabardina, se pasea frente a la reja.
–Seguiremos con lo planeado, ellos no tienen idea de lo que les espera, eso está a nuestro favor. Si pudiera entrar en sus mentes como en las otras, no, tampoco puedo entrar en la de la otra chica –dice fastidiado sin que la mujer preguntara–, y claro que sé el por qué, no es únicamente por su parentesco con Armand –suelta un resoplido–. Vámonos.
Y de repente, desaparecen.
–Lily, ojala supieras lo que he tenido guardado desde hace tanto tiempo –suspira, es Tristán, prefiero no dar señales de que vuelvo a estar consiente hasta que se vaya–. No quería herirte pero no sabía qué hacer. No es que crea que no te mereces a ese chico, sino que no es para ti, mejor dicho, tú no eres para él. Desde ese día que nos despedimos no he estado tranquilo conmigo mismo por no decirte lo que siento. –Suspira de nuevo, su aliento llega a mi rostro– algo en ti cambio, es como si te hubieras vuelto como esos a los que llamas tus amigos, te volviste distinta a cualquier otra persona –suspira un par de veces más, no entiendo a qué se está refiriendo–, te vez mucho más hermosa.
Sigo muy quieta ¿en serio Tristán piensa todo lo que dijo?
– ¿Qué creías que pasaría después de hacer eso? –Ese es Ariel, se oye muy enojado– Déjame pensarlo, quizá en seguida de que la besaras, Lily despertaría como la bella durmiente y te reconocería como su príncipe azul ¿eso era? Sólo déjame decirte que no eres el único que ha imaginado que eso sucedería. Lo intentan poniendo por delante sus deseos a los sentimientos de Lily. Están tan seguros de que eso es lo que quiere ella que no se molestan en preguntarle o al menos, procurar que este despierta para robarle un beso. Lo que pasa es que no quieren enfrentar su reacción. Besarla mientras esta inconsciente es algo sumamente cobarde.
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Los Amos de los Elementos
FantasyLilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sabía que existía, dejando atrás su ciudad tranquila y junto con ella, a sus amigos. En el colegio al q...