Despierto, al levantar un poco la cabeza tengo de frente el rostro de Ariel, sigue dormido. Le acaricio la mejilla, y me separo de él, su brazo cae al ya no tener mis hombros para apoyarse. Me siento tan fresca y alegre, haber dormido junto a él me hace sentir así.
Lo observo, su cabeza se inclina hacia donde, hasta hace poco, estaba yo. Siento un poco de remordimiento, de seguro despertara adolorido por dormir en aquella posición tan incómoda.
Mueve su mano derecha, tanteando el suelo. Abre despacio los ojos y al verme delante de él, sonríe.
–Al no sentirte cerca de mí, me asuste –dice, acomodándose bien.
– ¿Pensaste que me había pasado algo?
–Sí, pero también creí que todo había sido un sueño, un hermoso sueño –responde con los ojos brillosos.
– ¿No te sientes mal? –siento el remordimiento que experimente antes.
–No ¿Debería?
–Creo que sí, no es muy cómodo dormir sentado en el piso –digo triste.
–Tú dormiste igual ¿acaso te sientes mal? –me cuestiona utilizando mi pregunta.
–Para nada, me siento muy bien –afirmo sonriendo de oreja a oreja.
Ariel se pone de pie y después me ayuda a levantarme.
–Son las once –dice consultando su reloj de pulsera– ¿Los otros ya se habrán despertado?
–No lo sé –Me tapo la boca mientras bostezo–. Sigo teniendo sueño.
–Yo también, un poco –admite–. Dormimos muy tarde. Deberíamos darnos un baño para que se nos pase –de pronto un leve tinte rojizo tiñe su rostro–. Quiero decir... tú por tu lado, yo por el mío, ya sabes.
Rio, es divertido ver cuando se avergüenza de esa forma. Me acerco a él, lo tomo del rostro y le planto un beso en los labios.
–De buenos días –digo tranquila–. Veamos a los otros.
Al entrar al cuarto notamos que la cama ya está hecha. Ariel quedó de verme en la cocina, después de que ambos nos alistáramos. Me baño, visto y arreglo. En cuanto llego al salón principal, suena el timbre de la puerta.
–Ya abro –le digo a Kristen, la cual sale de la puerta del comedor.
Ella asiente y regresa por donde salió.
–Buenos días –saluda Tristán.
–Buenos... días –digo sorprendida.
Después de lo de anoche, pensé que pasarían al menos un par de días para que me visitara de nuevo.
– ¿Puedo pasar? –pregunta.
– ¡Lily! –Se oye que grita Lucy– ¡Ariel ya está aquí! ¡Apúrate, el almuerzo está listo!
Tristán deja ver una expresión de molestia.
– ¡En un momento voy! –exclamo.
– ¿A qué hora llegaron? –pregunta.
Carraspeo, me siento incomoda.
–De hecho... se quedaron a dormir aquí –digo jugueteando con las puntas de mi cabello húmedo.
Se queda pasmado observándome.
– ¿Tristán? –le paso una mano delante de la cara.
– ¿Sí? –Agita la cabeza– ¿Iba a hacer algo?... ¡ah, sí! Irme –dice dándose media vuelta.
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Los Amos de los Elementos
FantasyLilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sabía que existía, dejando atrás su ciudad tranquila y junto con ella, a sus amigos. En el colegio al q...