–Él regresara, no te preocupes –me consuela acariciándome la cabeza después de un rato de llorar en su hombro–. Tu sólo tranquilízate, respira hondo y contéstame ¿me vas a decir que paso o no? Te aseguro que no es necesario si no quieres, estoy feliz con que hayas salido del cuarto.
–Sí, te lo contare –le digo firmemente.
Nos sentamos en el pasillo y le cuento todo, empezando por cuando Ariel me dijo que yo le gustó a James. Lucy me escucha hasta el final sin interrumpirme aunque algunas veces tenía cara de querer decir algo pero se contuvo, acto que le agradezco. Cuando termino de hablar me siento más tranquila y aliviada aunque todavía algo confundida, pero no tanto como antes.
–No puedo creer que mi hermano te haya abandonado con ese salvaje –exclama Lucy furiosa al terminar mi relato.
– ¿Cuál salvaje?
–Pues James, o ¿me vas a decir que él no fue el que te hizo eso en el brazo? –lo señala.
Todavía está algo rojo del fuerte apretón que me dio.
–Pues no lo niego, pero no fue su intención –lo defiendo sobándome el brazo casi inconscientemente.
– ¡Y te atreves a protegerlo! –Suelta exasperada–, por cierto, ¿ya se abra ido?
–No lo sé.
–Pues ojala, estoy segura que si lo veo le pego una bofetada –se pone en pie–. Voy a checar.
–Te acompaño –digo asiendo ademan de pararme.
–No, no, no.
Me empuja por los hombros obligándome a permanecer sentada.
–No veo cual es el problema de que te acompañe –digo parándome.
–No quiero que James te lastime otra vez.
–No lo hará. No estaba consciente de lo que hacía, sólo fue un accidente.
–Pero... Pero...
Me dirijo hacia las escaleras sin hacer caso a sus réplicas.
Llegamos al salón pero no hay a nadie, salimos a los jardines a revisar. Al parecer James hizo caso a mi petición pues tampoco está ahí.
–Al menos Kristen me escucha –dice Lucy enfurruñada.
– ¿Por qué lo dices?
–Porque cuando encontramos a James aquí y en ese estado, le pedí a Kristen que se lo llevara mientras yo hablaba contigo, claro que antes apague el fuego que...
Se queda callada señalando hacia los blancos.
– ¿Lucy? –pregunto pasándole una mano por enfrente del rostro, parece muy asombrada.
Deja caer su brazo y se echa a correr hacia donde antes señalaba.
–Esto debería estar quemado –dice señalando una parte de la enredadera, cuando llegamos a los blancos–. Yo misma vi como ardía, no pudo haber crecido de nuevo tan rápido.
Esquiva los pedazos de blanco destrozado y se acerca a la enredadera que cubre la pared. Levanta su mano y arranca unas cuantas hojas y flores.
–Pero que...
– ¡Shh! –me calla– Mira.
Me coloco a su lado y también veo la enredadera. En las ramas donde Lucy arranco las hojas, crecieron unas nuevas, quedando como si no hubiera pasado nada.
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Los Amos de los Elementos
FantasyLilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sabía que existía, dejando atrás su ciudad tranquila y junto con ella, a sus amigos. En el colegio al q...