DIEZ

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Dragóne

Mi paciencia ha llegado al límite. La periodista al parecer no entiende la gravedad de esto, ella está en un mundo de fantasías jurando que se saldrá con la suya, pero no sabe con qué clase de persona se ha metido. Luego de aparecer en mi mesa y cabrearme por completo, le he dicho a Garrett que se encargue de ella, porque aún estoy en probación por unos meses y no puedo levantar sospechas de absolutamente nada. Aunque no pueda matarle, porque medio país se enterara de aquello debido a su trabajo. Debo mantenerla en cautiverio, porque no puedo soportar más su intensidad.

Ella pensaba que podía aparecer y que nada pasaría, o en realidad no sé qué pasaba por su mente, cuando leí el artículo, lo primero que vino a mi mente fue ir a su casa y asesinarla, porque al obtener mis contactos de vuelta, tenía toda su información, hasta el nombre de su primera mascota, pero luego recordé que no podía así que decidí pasarlo por alto. Y luego apareció en el bar, lugar equivocado para salir, porque el bar es de Garrett, y todas las personas allí, están controladas y son fieles a nosotros. Aunque ella claramente no sabe aquello.

Suspiro y una vez que hemos amarrado su cuerpo inconsciente sobre la silla, le miro junto a Garrett, no es mi hobby favorito secuestrar personas y mantenerlas allí sin poder hacerles daño, pero no me queda otra opción.

―Que dolor en el culo esta mujer, ¿no? ―dice el observándole y asiento.

―Desearía poder acabar con esto, pero la gente va a notar su desaparición y no pienso volver a la cárcel.

Tomo el pañuelo que previamente le he puesto amoniaco y me acerco a ella para colocarlo bajo su nariz para que despierte ya que aún debe quedarle una media hora más hasta que el efecto del cloroformo desaparezca. Mueve su cabeza de un lado a otro, y cuando sus ojos se abren un poco y mira a su regazo, comienza a moverse con desesperación y trata de gritar, pero no puede debido a la cinta en su boca. Garrett y yo le miramos sin decir algo y cuando su mirada se encuentra con el hombre tirado frente a ella, muerto se altera por segunda vez.

Sus verdes ojos se encuentran con los míos, demostrando temor, angustia y rabia. He visto demasiadas personas como para darme cuenta de lo que sienten cuando están frente a mí. Le miro y cuando deja de moverse y solo respira agitadamente, me acerco a ella.

―Si gritas lo único que lograras es molestarnos más. Nadie te escuchara. ―advierto antes de inclinarme y quitarle la cinta de golpe, lo cual la hace dar un respingo, no habla, solo lagrimas recorren sus mejillas y nos mira aterrorizada.

―Tus gritos en el bar han provocado la muerte de este hombre, tómalo en cuenta para la próxima. ―dice Garrett señalando al imbécil que intento tirársela de héroe. Se inclina y comienza a arrastrarlo por el suelo para sacarlo de allí, llenando la cerámica de este de un color rojo. La castaña traga saliva y yo le miro impaciente.

Cuando Garrett logra levantar el cuerpo y sacarlo del sótano, enciendo un cigarrillo y le miro, noto que está mirando a las armas y cuchillos a su alrededor y para ella, esto debe ser una buena historia, pero que por su desgracia no podrá contar.

―Haremos algo. ―me acerco de nuevo colocándome de cuclillas frente a ella, llenando la suela de mis botas de sangre. ―Llamaras a tu papá, le dirás que estas en el aeropuerto porque iras de vacaciones y que no sabes cuándo regresaras, cualquier intento o insinuación de lo que está pasando y el viejo estará muerto en menos de dos segundos, ¿entendido?

Comienza a negar con su cabeza, tiro el cigarrillo al suelo y suspiro levantándome para tomar su teléfono, busco el número en su lista de contactos y seguidamente coloco un cuchillo bajo su mentón por si se atreve a hacer algo.

DRAGÓNE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora