Epílogo

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Madelaine

Intento no soltar sollozos pero me es imposible. No puedo creer esto, no puedo creer que el se haya ido, se haya ido frente a mi.

Emma decide irse del funeral para llevarse a Tyler, es igual de doloroso para el. Pero no puedo irme, no puedo dejarle aquí. Hemos intentado que el funeral sea lo más discreto posible, solo nosotros junto a Peter hemos atendido, porque los reporteros no podían creer que el estuviese muerto.

—Mad, es hora de irse.—dice Peter serio pero niego sin apartar la vista de la tierra. No quiero irme, no quiero abandonarle. Sobre todo, no quiero aceptarlo. —Madelaine...—toma mi mano y lo aparto bruscamente.

—Déjame, quiero estar sola.—hablo como puedo y el suspira, alejándose. Entonces quedamos el y yo, me tiro al suelo y de nuevo comienzo a llorar. —Se suponía que eras inmortal, ¿por qué has dejado todo esto atrás?

—Te odio, te odio, eres un cobarde.—grito fuerte y golpeo la tierra. —No luchaste.—tapo mi rostro mis manos, ensuciándome, pero no me importa. No puedo parar de llorar.

—Madelaine, vamos.—escucho una voz decirme y mis pies dejan de tocar el suelo, pero pataleo e intento que me suelten. —Basta, Madelaine.—dice Peter y me rindo. Escondo mi rostro en su camisa y dejo escapar mis fuertes sollozos.

Nos quedamos allí unos cuantos segundos hasta que decido que es hora de irme. Subo al auto junto a Peter, y veo como el cementerio se comienza a desvanecer una vez que ponemos el auto en marcha.

Y luego llego a casa. A mí casa vacía, y la imagen de Paulo siento disparado, no dejan de recorrer mi mente: "—Te amo, ¿vale?", aquellas habían sido sus últimas palabras. No sé si me habría escuchado responderle que yo le amaba mucho más.

Solo sé que sus hermosos ojos se habían apagado y que su dragón se encontraba ensangrentado debido a la sangre que salía de su boca. Su mano no había dejado de tocar la mía, pero luego simplemente se aflojo y fue allí cuando intente llamarle, intente hacerle despertar, dándome cuenta que no había vuelta atrás.

Me recosté sobre su pecho y llore hasta que los policías me debieron tomar para apartarme. Y cuando lo hicieron vi que ninguno de los médicos fue capaz de salvarle.

"—Hora de muerte: siete y cincuenta."—aquello había dicho el hombre mayor. Mi cuerpo pareció perder su control en aquel momento porque caí al suelo, golpeándome las rodillas pero sin sentir dolor alguno. Ellos me hicieron preguntas pero no respondí a alguna.

—No lo han salvado.—era lo único que repetía una y otra vez. Y después de aquello, recuerdo que intente apartar a los hombres de que lo metieran en una bolsa negra, declarándolo como muerto. Llore y patalee e incluso intente golpearles, pero no funciono.

Emma y Tyler habían aparecido y cuando supieron la noticia ambos habían quedado tan devastados como yo.

Era un hecho, Paulo Dragóne había muerto. El amor de mi vida, había sido asesinado.

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Me toma seis meses para que mi ánimo vuelva a cobrar vida. Por supuesto no doy el cien por ciento de mi, pero si lo que puedo debido a Tyler. Emma lo ha entendido y quiso respetar el deseo de Dragóne. El había escrito algo respecto a todo, no sé si estaba seguro de que su muerte sería tan pronto, pero si sabía que pasaría en algún momento y que debía estar preparado.

Suspiro y miro a la letra que me ha escrito, no la he querido leer. Peter me la he entregado una semana después del funeral, Dragóne se la había dejado. Pero simplemente no fui capaz de leerla, porque sabía que perdería todo el trabajo en recobrar mi ánimo. Pero sé que es hora. Así que tomo una gran respiración y abro el sobre, y en segundos mi rostro se comienza a llenar de lagrimas.

DRAGÓNE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora