TREINTA Y CUATRO

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Madelaine

Recojo mis cosas a medida que limpio mis lágrimas. No sé porque lloro ni tampoco estoy de todo consciente de que me iré, me alejare de el después de tanto tiempo, después de todo lo que ha pasado. Por supuesto que mi mente da vueltas, tratando de analizar la situación completa con Peter y por qué tanto odio, pero sinceramente, estoy demasiado agotada como para ocuparme en descubrirlo. Sé que el día de la entrevista, me habían dado la información necesaria de él lo cual incluía un texto en donde claramente explicaba que no tenía familia, su padre y madre muertos en la casa debido a una sobredosis, y su hermano adoptado por una muy lejana familia, creo que decía en Canadá, o no recuerdo. Pero nada de lo que decía esa carpeta es verdad.

Entonces la entrevista viene a mi mente: "Luego de que fuiste trasladado al albergue a tus siete... ¿volviste a tener contacto con alguien de tu familia?" "No.", y esa había su respuesta, cortante, fría e intimidante. ¿Por qué mentir respecto a algo como aquello? ¿Qué de malo tiene tener contacto con tu familia? La única que te queda.

Tomo una respiración y tomando la maleta junto a mi bolso, salgo a la sala, rogando por que se haya ido; pero no es así. Él está allí, sentado en el sofá, fumando un cigarrillo. Posa sus luceros en mí, haciéndolo todo más difícil y en realidad, no sé qué decir. ¿Qué se supone que le dices a alguien que te ha destruido la vida?

― ¿A dónde iras? ―cuestiona rompiendo el incómodo silencio que nos rodea.

―Creo que es mejor si solo yo lo sé.

Asiente y apaga el cigarrillo, antes de mirarme de nuevo, en completo silencio.

―Entonces, creo que es hora de irme...―murmuro y solo vuelve a asentir con su cabeza. ―Suerte en tu vida, Dragóne.

No habla, está completamente tenso. Vuelvo a tomar la maleta y comienzo a caminar a la salida, cuando su voz me detiene y no sé porque cierta felicidad recorre mi cuerpo. Pero por supuesto que me iré, no puedo seguir aquí, la decisión está más que tomada.

― ¿Puedo decirte algo? ―parece inseguro al preguntarme aquello. Le observo por unos segundos hasta que decido acceder. Dejo las cosas a un lado y me siento en el sofá, a cierta distancia de él. ―Sé que no quieres saber más nada de mí, Mad. Sé que he sido una completa mierda y que te he destruido la vida entera. Sé que lo mejor que puedes hacer ahora mismo, es tomar esa pistola, matarme y marcharte. Pero también sé lo que sientes por mí, y por más que me cueste aceptarlo, yo también...―para de hablar a medida que frota su entrecejo, incomodo.

― ¿Tú también que, Paulo?

―Escucha Madelaine. ―suelta una respiración. ―Lo que te diré no es para que te quedes, quiero que reconstruyas tu vida, ¿vale? Debería dejarte con la imagen que tienes de mí, haría las cosas mucho más fáciles; pero desde el momento que me importas, no puedo hacerlo.

―Estas siendo incoherente, Dragóne.

Aprieta los labios y se acerca a mi tomando mis manos, y clavando sus ojos en los míos. Quiero alejarme, pero parece que no me soltara, así que no tengo otra opción que mirarle, ciertamente nerviosa.

―Violet es mi ex. ―habla serio, mi ceño se frunce, ¿Por qué me dice esto? ―Pero también era la prometida de Peter. ―se queda en silencio por unos segundos, parece que le es demasiado difícil hablar de esto y sinceramente, no entiendo la razón. ―Madelaine, yo no mate a esa mujer embarazada.

Y es entonces cuando mi expresión de confusión aumenta. No soy capaz de decir ni una sola letra.

―Violet estaba embarazada de mi hermano, o bueno al menos eso era lo que creía al principio. Nos engañó a ambos por tres meses, y en el cuarto mes de embarazo me dijo que él bebe en realidad era mío. Por supuesto, a mí no me importo, porque quería estar con ella, pero Violet decidió quedarse con Peter. Enloquecí, lo admito, cuando me dijo que de igual forma se casaría con el debido a que yo no tenía los suficientes recursos ni la responsabilidad para estar con ella, tome un arma y fui a su departamento.

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