TREINTA Y CINCO

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El café, ―convertido en bar por las noches―, en realidad tiene más clientes de lo que me esperaba. Por los siguientes tres días, me mantengo increíblemente ocupada, sirviendo, lavando y limpiando, sin en realidad tener contacto con Lewis o Luca ya que no hay tiempo para aquello. Pero esta noche el bar está más calmado a pesar de que es sábado. Acerca de la gente local viviendo aquí, me miran extraño, o, mejor dicho, disgustados. No quieren a alguien desconocido acá y menos a una americana.

― ¿Qué te puedo ofrecer? ―cuestiono mirando a la rubia que por primera vez veo acá. Su cabello es ondulado y largo, va maquillada con un labial rojo que resalta demasiado y va vestida con unos simples vaqueros rotos, una franela negra y unos botines. Ya quisiera salir yo a un bar de esta manera en Richmond.

―Una cerveza de barril, pero Lewis ya sabe aquello. ―me guiña un ojo y sonríe con superioridad. Intento no demostrar nada respecto a su gesto, así que solo esbozo una sonrisa y murmuro un "Enseguida".

―Una cerveza para la rubia. ―digo al llegar a la barra. Lewis asiente con una sonrisa. ―Luca, ¿puedo tomarme un descanso?

―Vale, diez minutos, te necesito dentro.

Asiento agradeciéndole y salgo del bar para tomar un poco de aire y fumarme un cigarrillo. Me siento en el suelo y simplemente observo la luna, intentando no pensar en el. Se que de alguna forma mi vida aquí no tiene problemas, pero eso no significa que no me gustaría que el me llamara, para saber como estoy. Por otra parte, se que si lo hace, no dudaría ni un segundo en tomar un avión y volver, solo con oír su voz.

―¿Desde cuando fumas? ―escucho que dicen a mis espaldas y al voltear me encuentro con Lewis, sacando un cigarrillo de la caja. Me encojo de hombros.

―Hace unos meses.

Le veo sentarse junto a mi, encendiendo el cigarrillo y mira al frente, de la misma forma que yo he hecho.

―¿La rubia es tu novia? ―cuestiono. Ríe y empieza a negar con su cabeza.

―Lo fue por un tiempo, pero ya termino. ¿Por qué la pregunta?

―Pues parece bastante posesiva. ―hago una mueca mirándole y vuelve a reír. Nos quedamos en silencio por unos cuantos segundos hasta que noto que me mira.

―¿Cuál es tu historia, América? ―dice de pronto haciéndome rodar los ojos.

―Mi nombre es Madelaine y te aseguro que no tengo ninguna historia.

―Y yo te aseguro que me estas mintiendo. Vamos, pareces una chica inteligente que podría tener el trabajo de sus sueños en una grande ciudad, y me parece que de dónde vienes hay demasiadas oportunidades. ¿Qué haces aquí? ¿Has dejado a algún ex novio?

Le miro, apago el cigarrillo en el asfalto y suspiro.

―Mi vida es mucho más complicada que un simple ex novio. ―sonrío. ―Pero por aquello he venido, para olvidarme y no hablar sobre eso. ―me levanto del suelo. ―Debo volver o si no, Luca me colgara.

~~~

Nochebuena. Creo que no me he dado cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo, con todo, aun pensaba que faltaban meses para esto. Lewis y Luca me invitan a pasar la noche junto a ellos en el bar y con unas cuantas personas más, comemos, reímos y por supuesto me divierto demasiado. Después de las doce, llegan clientes y el bar esta extremadamente lleno, lo cual significa que no tengo ni un solo segundo de descanso.

Los amigos de Lewis los cuales he conocido unos días antes me saludan de manera cariñosa por más extraño que suene, aunque ninguno ha dejado de llamarme «América», y aquello resulta algo molesto. Les entrego su botella y William intenta coquetear conmigo, pero no presto atención. No estoy interesada en tener una noche con él, lo cual es claramente lo que busca.

DRAGÓNE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora