DOCE

4.1K 339 16
                                    

Mi cabeza ya no duele y lo que sea que Nadia me ha dado me ha hecho bien, como también dormir por muchas horas en un cómodo lugar. Pero de pronto quisiera volver a estar mal, solo porque todo esto tiene un mal propósito. Observo la ropa de pacotilla sobre la cama y luego miro a Nadia incrédula, no sé cómo pretende que me vista así. Nadie me ha dado una explicación y nadie parece que lo hará.

―Ponte la ropa. ―dice después de unos minutos de negación de mi parte, pero de nuevo me rehúso a aquello. ―Sabes que al final terminaras haciéndolo, porque te obligaran. Así que hazlo ya, debemos arreglar tu cabello y maquillarte.

―Dame una explicación. ―mi ceño se frunce, me siento más cómoda hablando con ella porque, aunque sea una chica ruda frente a los hombres, conmigo no se ha portado tan mal.

La puerta de la habitación se abre de golpe, mostrando a Dragóne, cuando ve que sigo en pijama su ceño se frunce y su mandíbula se tensa. Se acerca y toma el vestido rojo que resulta peor del que me he colocado la noche que me secuestraron y me lo extiende.

―Vístete, ahora. ―su tono es mandón, pero eso no implica que yo acepte hacerlo.

―No. No sé qué quieren hacer conmigo, pero si es lo que me imagino, prefiero que me maten ahora.

Sus labios se curvan hacia arriba y mira a Nadia la cual mantiene su expresión seria. Sin embargo, yo, ni siquiera me inmuto a moverme, porque sé que lo que he dicho está mal, pero no puedo permitir que ellos me vendan como un producto, definitivamente no.

―No bromees con tu muerte cuando aquello puede ser algo literal, princesita. ―se acerca a mí de nuevo, y tomando mis manos me obliga a agarrar el vestido. ―No lo diré más, vístete, te quiero afuera en media hora. ―sin decir más, sale de la habitación.

No sé cómo me han obligado a vestirme, pero lo han hecho. El vestido apenas tapa mi trasero y deja al descubierto mi espalda y mi escote más de lo que debería. Mi cabello está amarrado en una cola alta perfectamente liso y mi maquillaje es demasiado exagerado y oscuro, resaltando mis labios en un rojo del mismo color del vestido. Por ultimo me he colocado unos botines de color negro y cuando me observo en el espejo aun noto que me veo demacrada a pesar del intento de Nadia de arreglarme.

Me indica que le siga y luego de tanto salimos de la habitación, sé que no puedo correr debido a que hay gente afuera y Dragóne tampoco permitirá aquello.

Tomo una gran respiración nerviosa y observo el lugar. Caminamos por un estrecho y corto pasillo para luego encontrarnos con una pequeña sala, con simple sofá de color negro, una mesa posada sobre una alfombra a juego con el sofá y frente a este un televisor. Pasamos la sala y me encuentro con la puerta, cuando la observo, Nadia me toma del brazo haciéndome entender que no es una buena idea lo que pienso y luego entramos a la cocina, con una mesa en el medio y gabinetes alrededor. El lugar no es como pensé, es pequeño y aunque posiblemente un hombre como el gane demasiado dinero por su trabajo, debe mantenerse en bajo perfil.

―Jimmy está en camino. ―dice Dragóne sentado mirando a su teléfono, Nadia afirma y ambos me indican que me siente. Espero una explicación, pero no la hay. Ni siquiera hablan entre si y luego de unos minutos Paulo se levanta para recibir a Jimmy, el hombre mayor.

―Sera tu decisión si quieres hacer esto, pero te sugiero no dar besos en la boca. ―dice Nadia y un nudo se forma en mi garganta porque mi teoría se ha confirmado. Me van a utilizar como prostituta, maldición, no puede estar pasándome esto a mí.

Dragóne entra junto al hombre gordo y el al verme esboza una sonrisa de oreja a oreja mientras yo quiero estallar en un llanto, pero me contengo de no hacerlo, no quiero mostrarme débil frente a ellos, no más.

DRAGÓNE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora