TREINTA Y SEIS

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No sé cómo logro convencer a Luca de que me deje faltar por cinco días, pero lo hago y en parte estoy muy feliz por aquello. Cuando Paulo ha dicho "boletos", pensé que se refería a boletos se avión, pero en realidad han sido de tren,, lo cual encuentro totalmente natural ya que no hay aeropuerto en Cobham. Le observo desde mi asiento con sus ojos cubiertos por unas gafas negras y un abrigo largo del mismo color, dándole un toque europeo con el cual luce aún más guapo. Nunca parare de admirar su tatuaje sobresaliendo de su franela, me encanta este hombre.

―Deberías afeitarte. ―murmuro de pronto llamando su atención. Sus cejas se arquean y dibuja una sonrisa de lado.

―No lo creo, me gusta mi barba.

―Y a mí, solo que me parece que te ves mejor aún si ella.

―Das ordenes como si fueses mi novia, princesita.

― ¿Y que soy exactamente, señor Dragóne?

―Lo aclararemos al final de este viaje. ―se acerca besando mi mejilla y siento un cosquilleo en mi estómago.

Paulo se concentra en su teléfono por unos eternos minutos, en los cuales me desespero ya que no sé qué hacer y no tengo nadie con quien hablar. Miro a mi alrededor a las demás personas y mi mirada se posa en una chica pelirroja que está detallando a Dragóne, ella intenta disimular concentrándose en su libro, pero lo he notado. Está comiéndoselo con la mirada y aquello me dan celos absolutos. ¿A todo el mundo le parece atractivo este hombre? ¡Es impresionante!

―La pelirroja quiere tener sexo contigo. ―murmuro llamando su atención. Me mira y curva la comisura de sus labios hacia arriba, dirigiendo su mirada a la chica. Le guiña un ojo y mi rostro se torna rojo por la furia al ver que ella le sonríe, de manera perversa. ― ¿Es en serio?

―Madelaine, esto puede pasar seguido. Tal vez no tanto aquí, pero si en Richmond y debes acostumbrarte. ―y cuando dice aquello me doy cuenta que es su actitud arrogante es lo que detesto más.

Le ignoro mirando hacia al frente y busco mis audífonos pensando en que soy una estúpida por haber venido. Siento su mano quitándome el teléfono y luego ambas manos se posan en mi nuca para besarme con posesión. Por supuesto le sigo el beso, haciendo caso omiso a mi odio de besarme en público.

―Eres importante en mi vida, aunque nunca te lo diga, ¿vale? ―susurra sobre mis labios y de inmediato sonrío. ―Descansa unos minutos, ya casi llegaremos. ―me da un casto beso y al mirar a la dirección de la chica, veo que se ha entristecido. Exacto, es mío, y solo mío.

~~~

La temperatura en Londres está a unos 8°C, pero. Paulo parece encantarle este frío, así que ha decidido por ambos que tomemos un café caliente afuera. Pero a pesar de todo, está haciendo un lindo tiempo y la gente parece disfrutarlo.

—¿Habías venido antes a Londres?—cuestiono y el asiente.

—Se que suena extraño que haya tenido tiempo para hacer viajes cuando desde los diecisiete estuve en la cárcel pero si, viaje por un mes con Violet por Europa, unos meses antes de que supiera que está embarazada.

Aprieto los labios, sintiéndome incomoda respecto aquello. Pensando en sí solo soy una sustituta de ella, a lo cual hay una gran probabilidad. Tomo un sorbo de mi café y miro a la calle, notando su intensa mirada sobre mi.

—Madelaine, esas cosas pasaron hace mucho. Puede ser que aún me arrepienta de todo lo que sucedió y en parte me duela, pero no es como si siguiera enamorado de Violet. Ella está muerta y necesito que entiendas eso.

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