VEINTICUATRO

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Madelaine

Paulo no habla, por los siguientes cuatro días, ni siquiera nos miramos, aunque yo lo intente. Llega ebrio y drogado a la casa, pero no al punto de vomitar y yo no sé porque sigo aquí. Le he dicho lo que sentía, aunque no ha sido la mejor idea, pero no podía quedarme callada por más tiempo. Y su respuesta me hirió, porque llore, sin saber la razón.

Es temprano y me he encargado de limpiar la casa, en dos semanas es la boda de Ethan y hoy debo asistir a los jodidos ensayos. No quiero ver la cara ni de él, ni de su novia. La puerta de la casa se abre y espero que sea Paulo, ya que son las diez de la mañana y aún no ha aparecido, pero no es el, es Garrett. Le miro y este me dedica una sonrisa de lado sin mostrar su dentadura.

― ¿Día de limpieza, bomboncito? ―cuestiona cerrando la puerta a sus espaldas.

―Algo debía hacer aquí. Paulo no está.

―Lo sé, he venido a hablar contigo.

Mi ceño se frunce y dejo la escoba a un lado para indicarle que me siga a la cocina. Nos sirvo dos tazas de café y seguidamente nos sentamos.

― ¿Qué sucede?

―Mad, no sé qué sucede entre Paulo y tú, pero necesito que te alejes. ―dice serio, muerdo un poco mi labio superior esperando a que continúe, porque no sé qué decirle. ―Me gustas, ¿vale? Y no estoy diciendo que estés conmigo, porque tú eres quien controla tus sentimientos. Pero es por aquello que te lo digo, no quiero que termines lastimada, y hablo físicamente.

―Paulo no me trata como antes. ―murmuro. ―Sé que no está bien y ni yo misma lo entiendo, pero siento que pertenezco aquí, con él.

―Le importas, eso lo sé. Pero cuando tú quieras más, él no te lo podrá dar. Créeme Mad, es una persona que ha pasado por mucho y está rota. ¿De verdad estas dispuesta a cuidarlo los siete días de la semana ebrio? ¿O estas dispuesta a soportar que te insulte? O incluso si llegan a tener algo, que te engañe porque él no puede combatir con lo que siente. ―me encojo de hombros y Garrett suelta una respiración. ―Vete del país, haz una nueva vida. Eres capaz de aquello, y búscate a alguien quien amar que no tenga nuestras vidas.

―Pero estoy viviendo sus vidas. Y Garrett, todos cambiamos.

―Mad, te estoy diciendo esto porque me importa que sigas viva. No estoy diciendo que Dragóne sea la peor persona, tampoco puedo decir que yo soy un ángel. Pero él no se ha perdonado a el mismo por las cosas que han sucedido, y eso significa que no es capaz de ofrecerle amor a alguien más.

― ¿A alguien más? ¿Paulo se ha enamorado? ―frunzo mi ceño, porque de todo lo que ha dicho es lo que más me ha llamado la atención, y sé que tal vez se le ha escapado porque aprieta los labios y evita mi mirada.

―Deja que te ayude. Te llevare a casa y harás maleta para irte. Ya no tienes que cuidar de Tyler.

―Paulo está destruido, aunque no lo quiera admitir. ―murmuro.

―Me encargare yo de aquello, por favor. Aléjate.

Mi teléfono suena y al ver el nombre de Naomi en la pantalla hago una mueca de disgusto. Miro a Garrett y el, espera a que conteste así que lo hago.

― ¡¿Dónde estás?! ¡Han pasado quince minutos y tu aun no has llegado! ¿Sabes que esto es importante?! ―grita sin dejarme decir ni una sola palabra y por lo visto, esta estresada, demasiado.

―Estoy en camino, Naomi, ha ocurr...

― ¡Mueve tu estúpido trasero! ―y después de ese grito, cuelga.

DRAGÓNE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora