Prologo

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Último escalón, último show, ultimo escenario compartido, últimos gritos, últimos nervios, y última caída.

El último escalón por trepar en el final del show, y resbalé. Toda mi vida pasó frente a mis ojos, era como si la vida se despedía de mí sin decírmelo a la cara. Como si yo sobrara entre tanta gente. La vida no me quería más, eso fue lo que pensaba.

Apenas resbale, apenas empecé a caer, todos gritaron de miedo, pero yo no me negué a la caída. Yo me dejé llevar en esta. En el mismo segundo en el que caí, fue el mismo segundo donde todo lo que viví paso.

1, 2, 3, y muchas más imágenes y recuerdos. Mis lagrimas corrieron, pero era tarde. Me había caído. Esperaba con ansias que sea un mal sueño donde antes de llegar al piso, despertara. Pero eso nunca pasó. Nunca me desperté, nunca me exalte de un mal sueño, nunca estuvieron para decirme que fue solo una pesadilla para después reírnos. Nunca.

Esos pocos segundos de caída, fueron horas para mí. En esos segundos, yo estaba pensando, y llorando. Lloraba por no haberme despedido de ellos, lloraba por haber quedado mal con mi hermana del alma. Y entre otras cosas.

No quería irme, no! No sin antes arreglar las cosas con ella y con él. Pero la vida no escuchó mi petición.

No le importaba nada de lo que yo piense, solo le importaba que yo caiga, caiga en el olvido.

Mi caída fue lo más doloroso que recuerdo. Apenas mi cuerpo tocó tierra. Eso fue lo peor.

En el aire, todo iba bien, pero al llegar al piso, eso sí dolió. Recuerdo que cuando lo toque, lo primero de mi cuerpo que llegó, fue mi cabeza. Si chicos, mi cabeza. Olvídense que esto termine bien. Sigo. Después de eso, fue mi cuello, un tremendo ruido retumbó mis oídos, habían sido mis huesos.

No había nadie más que mi cuerpo y la caída. Después del cuello, fue mi torso, y con este mis brazos. Después mi culo, y al final mis piernas. Cuando mis hombros tocaron el piso, mis oídos pudieron llegar a escuchar su hermoso sonido de huesos rotos. Estaba destrozada.

Una vez en el piso, los chicos habían llegado a mi. Lloraban, y no entiendo porque, si yo los podía ver y escuchar. Pero no me podía mover. Veía como lloraban, y cómo llegó ella. Ella estaba en el público y ni cuenta me di! Vi como él lloraba destrozado, jurándome que todo iba a estar bien. Pero la esperanza de que así fuera, no.

Mis labios pudieron finalmente abrirse para articular unas simples palabras mágicas <los amo> y después de eso, el negro abarcó en mi, en mi mirada y en mi mente.

Narrador

Al principio ella no entendía nada, ya que no sentía dolor. Pero después, con los ojos cerrados, sintió su cabeza chorrear sangre. Y ella ya había perdido conocimiento absoluto de su ser. No sabía que había pasado, o porque estaba así. Lo único que sabía, era que nada sabía.

Su cabeza estaba en blanco.

La CaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora