Capítulo 1- Bienvenida al San Antonio

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Éste no es el lugar en el que Micaela quiere estar. No quería estar en las afueras de Buenos Aires, en el auto de la nueva compañía en la que trabajaba su mamá, atravesando una ciudad pequeña en medio de un valle hacia su nueva escuela. No es la parte del Valle en Buenos Aires lo que le desagradaba, porque a medida que el auto avanzaba hacia la prisión que su madre llamaba internado, ella quedaba perdida en el paisaje de árboles altos y coloridos. Lo que le molestaba era haber sido obligada a abandonar su casa en Mar del Plata para venir aquí. Y qué si su mamá había encontrado un trabajo mejor? Ella era feliz en su vieja escuela, una escuela en la que había pasado cuatro años de su vida haciendo que la gente la quiera. Esto es patético, y Mica lo sabe, pero le gustaba la forma en la que los demás miraban a los populares con envidia cuando los encontraban caminando en los pasillos. Y finalmente, pasados dos meses en su penúltimo año de secundaria, ella era parte de ese glorioso grupo. Y qué pasa el 11 de Junio? La obligan a dejar ese lugar por el que tanto se había esforzado y la inscriben en un nuevo colegio.

Un nuevo colegio. Esas tres palabras daban vueltas en su cabeza desde que su mamá las había pronunciado hace dos semanas. Tendría que empezar de nuevo. Ya no sería popular. Sería nadie. No, peor que nadie, sería la nueva.

- Llegamos, Mica -

La voz de su madre la sacó de sus pensamientos mientras tenía la vista clavada en la ventana. Se sacó los auriculares y miró hacia adelante, donde Marcela Viciconte paraba su auto enfrente de un inmenso portón negro de detalles en bronce. En el cartel antiguo con un árbol en el centro se leía Colegio Privado San Antonio del Valle de los Arrayanes. Giró la cabeza a la izquierda, siguiendo con los ojos el portón que parecía perderse en el bosque que tenía a su alrededor. Probablemente el bosque rodeaba todo el colegio. Cuando el auto se detuvo del todo, como si supieran que ellas estaban ahí, el portón se abrió.

- Por Dios, mamá. Ni en la cárcel hay tantas rejas.

- Se llama protección, Mica. Está mal que una escuela quiera a sus alumnos protegidos? Yo pienso que es reconfortante -

Micaela no veía nada confortante, y tampoco veía alguna manera en escapar. Su mamá la miró mientras ponía el auto suavemente en marcha.

-Podrías por lo menos fingir entusiasmo?

Los ojos verdes de Mica seguían inexpresivos cuando miró a su mamá, una sonrisa falsa en sus labios exponiendo sus dientes blancos. Largó un suspiro dramático mientras dejaba caer la cabeza en el asiento, su cabello rubio cubriéndole los ojos.

- Es un colegio cinco estrellas, amor. Yo ni siquiera sabía que las escuelas tenían estrellas. Vas a tener una de las mejores educaciones en el país.

Si, porque esa era la principal prioridad de Micaela. Educación.

- Buenísimo, mamá

- Vas a hacer amigos al toque.

Eso hizo que Mica volviera a mirar a su mamá.

- No sé que onda todo cuando vos ibas a la secundaria, pero ahora toda escuela tiene tres cosas: la mina más popular, el pibe más popular y una mina nueva. Sabes cuánta gente quiere hablar con la nueva? Una sola, el director para darle la bienvenida.

- Ay, Mica. Vos sos hermosa, divertida e inteligente. Alguien se va a interesar en vos.

- Si, si, si. Era todas esas cosas en Mardel y lo mismo me llevó cuatro años hacer amigos.

- Porque te encaprichaste en hacerte amiga del grupito popular .

Micaela odiaba como su mamá decía la palabra popular. Como si fuera un insulto. Le costó mantener la calma al contestar.

En Sólo Dos SegundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora