Capítulo Veintiuno

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-Estas loca?- gritó sentándose en él suelo como si nada pasó -No no, estas reloca- se corrigió y se paró del suelo mirándome saltar en su cama de la emoción.

-Acaso no lo ves? Es perfecto!- le dije acercándome a él, poniendo mis manos en sus hombros y mirándolo a sus ojos que se oscurecieron de repente -Miralo así, me ayudas a evitar que Paul se junte con ellos y nos ayudas a reconciliarnos y que él no muera! Estas haciendo una familia feliz!- le dije sacudiendo sus hombros para después soltarlo y bajarme con un salto de la cama.

-Bueno, si lo pones de esa forma...- se quedó pensando antes de rendirse y aceptar. Empecé a saltar de la emoción y tan emocionada estaba que lo abracé. Sorprendentemente él tardó mucho en devolverlo envolviendo sus brazos como una manta sobre mi cintura.

Fue ahí que me di cuenta que no tenía camisa, y estaba en calzoncillos, y lo más importante que su amiguito estaba despertándose.

Sin querer parecer asqueada o con un problema rompí el abrazo y sin decir algo me dirigí a su closet agarré la primera camisa que vi y se la tiré -Ponte algo de ropa- le dije cuando la camisa le cayó en la cara.

Pretendió estar dolido y puso su mano sobre su lado izquierdo del pecho bronceado -Éstas insinuando que no te gusta mi cuerpo?- Una risa salió de mi boca y su cara cambió su típica sonrisa de lado. -Acaso no te gusta esto?- dijo y posó mostrando sus bíceps (muy grandes) después puso otra pose mostrando su espalda (muy definida) otra mostrando sus brazos (muy fuertes) y finalmente otra mostrando su abdomen (muy perfecto).

Traté de disimular como lo miraba, pero no podía, así que sólo me di la vuelta y le dije -Desearías- aunque mi estómago dio dos vueltas y se revolvió todo al verlo así.

Él sólo resoplo y se puso la camisa que resultó ser azul con un logo de pepsi en ella, ni me pregunten porque tendría algo así.

Estuvimos unas horas así, hablando, haciendo chistes, lo ayudé un poco con algunas tareas, y hasta leímos un poco. Pronto se volvieron las siete y media y mi estómago sonó del hambre que tenía. Bryan siendo el bobo que es se rió, pero me ofreció comida.

Bajamos las escaleras y seguí sus pasos, cruzamos un montón de pasillos y cuartos hasta dar con la cocina. La cocina era grandísima, parecía una de esas que están en las revistas de diseños. Bryan se voltio de repente haciéndome parar de golpe -Amelia ya se fue, así que tendremos que cocinar nosotros- dijo él y supuse que Amelia es la de servicio o cocinera, quien sabrá como le dirán las personas ricas a sus mucamas.

-Esta bien, pero qué sabes hacer?- le dije sentándome en unas de las sillas del bar.

-Lo que tu desees- dijo formalmente, jugando obviamente pero después se acomodó a mi lado y sonrió de lado -No pero en serio, cocinar es uno de mis pasatiempos y Amelia me ha enseñado muchas cosas, así que solo di lo que se te venga a la mente- me dijo emocionado.

-Umm- pensé, no quería que tuviera que cocinar algo muy complicado además que quería algo rápido ya que tenía hambre -Pasta?- dije mirándolo a los ojos. Vi algo en ellos que me pareció tan fascinante, pero se fue en un segundo y solo quedaron unos ojos azul verdosos tan profundos que pudieses llegar lejos en ellos pero no encontrarías fondo.

-Perfecto- dijo con un acento italiano falso.

Me reí de eso y vi como empezó a abrir gavetas y armarios buscando ingredientes sartenes y un montón de cosas. -Y si mueves tu traserito y ayudas un poco?- me dijo él mirándome con una sonrisa pequeña.

Volteé los ojos y tenía razón, es su casa y es su comida, por lo menos podría ayudarlo un poco. -Qué quieres que haga chef?- le pregunté bromeando pero él no se lo tomó tan en juego.

Cayendo Por El OpuestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora