Patronus

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Las navidades habían pasado y Snape se sentía en el paraíso de la felicidad. Había pasado todo un día desde la especial noche junto a la castaña, y seguía sintiéndose con una sensación agradable en el pecho. Se encontraba sentado en el escalón del despacho del director pensando en lo vivido, y le fue inevitable no sonreír al recordar como despertaron, ella apoyada en el torso de él, mientras él la cubría con su capa, recordó el calor de la castaña sobre su pecho, su perfume y su rostro, lo tranquila e indefensa que se veía, nunca la había visto así, con esa percepción, tan cerca de él, tan sincera, tan libre, y fue en ese minuto es que un sentimiento de necesidad por protegerla sin importar que, nació de él, no sabía como, pero lo haría.
- Te veo feliz...Severus...- Interrumpió una voz tras el escritorio.
- Pensé que andabas de paseo...Albus-Dijo Snape mientras volvía a su postura seria.
- No trates de engañarme Severus...Seré el retrato de un viejo, pero tengo las experiencias de alguien que ha vivido bastante como para saber esas cosas...además, atendiendo a tu suposición...no tengo mucho donde pasear...como verás...los cuadros amigos...lamentablemente ya no están...- Finalizó el anciano con una sonrisa, mientras desenvolvia un dulce de limón.
Snape simplemente rodó los ojos y se levantó y se dirigió a la silla que tenía frente al retrato.
-¿Hay algo mal con esa silla Severus?-Dijo Dumbledore apuntando la silla del director.
-Para nada...- Dijo sin mucho interés.
-Entonces...¿por qué nunca te he visto ahí...?-
- Lo sabes...Albus...- Respondió Snape sin mirar el cuadro.
-No actues así Severus...por un segundo pensé que eras feliz...-
- ¿Cómo...?- Preguntó irónico.
-Bueno...creí que tu con la señorita Prince...-Pero no continuó al notar un leve cambio de actitud de Snape.-¿Por qué lo ocultas?-
Snape cambió su posición en el asiento, apoyando su codo en el brazo de la silla y apoyando el mentón en su mano.
-Por seguridad...no se si lo has notado, pero...no estamos en tiempos para ser felices, Albus...- Dijo Snape mirando sin mirar el escritorio.
- Severus...nunca es el tiempo que se cree...pero eso no quiere decir que sea erróneo...pero si por seguridad es la razón de tu actuar, lo respeto...son tiempos difíciles, lo sé, sobretodo para ustedes...para ti, pero te doy un consejo, aunque tengo claro que no me lo has solicitado, pero es que...tu preocupación no te aleje...por el contrario, que sea la unión y fortaleza entre ustedes...es una buena chica...y me atrevo a decir, que es la indicada...- Concluyó Dumbledore mirando a Snape por sobre sus gafas.
El hombre sentado, sin moverse miró de reojo al anciano al cabo de unos segundos, pero al hacerlo se percató que el cuadro se encontraba vacío, sonrió para sus adentros, botó todo el aire en sus pulmones, se levantó y se retiró del despacho para ir a un lugar que tenía pendiente.

Hermione se encontraba en su cuarto leyendo un libro sobre el tiempo y sus alteraciones que había sacado a escondidas de la sección prohibida, poco a poco había logrado conseguir información importante sobre el curioso viaje que ella había realizado, y las posibles causas que habían provocado el que esos objetos hubiesen llegado a sus manos de manera misteriosa. Estaba de lo más concentrada en una silla junto a su ventanal iluminada con la luz blanca del nublado atardecer, cuando una sobra negra desapareció de golpe desde la Torre de Astronomía. Supuso que fue Snape por lo que aprovechó el momento y rápidamente se dirigió al séptimo piso a por la espada.
No tardó mucho en encontrarla, por lo que en poco tiempo ya se dirigía al despacho del director.
Entró con cautela, como asegurándose que Snape efectivamente no se encontrara allí, pero su sorpresa fue grande al encontrar a unos chicos intruseando las pequeñas puertas.
-Chicos!-Dijo la castaña fingiendo molestia.-¿Qué están tratando de hacer?!-
-Bu...bu...eno...- Tartamudeo
- Hemos venido para detener a Snape...creemos que tiene escondida la espada de Gryffindor...- Interrumpió segura Ginny.
- Chicos...si Snape los hubiera atrapado...lo lamento pero no puedo dejar pasar esto...han sido muy irresponsables, y han puesto en peligro todo...es...mejor que se marchen antes de que otro...- Pero no pudo terminar ya que la puerta a sus espaldas se abrió abruptamente.
-Vaya...vaya, miren a quienes tenemos aquí, pero si son los cachorritos rebeldes...- Dijo burlona Alecto.- Y miren...la "favorita" de nuestro señor...supongo que no los estarás ayudando...- Dijo con sonrisa maliciosa.
- Eso...Alecto, no es asunto tuyo, además no tienes nada que hacer aquí...- Dijo Hermione fría.
Alecto la fulmino con la mirada por unos segundos mientras Hermione no daba paso a ser intimidada, mientras los chicos junto al escritorio no emitían movimiento ni sonido alguno.
-¿Y que se supone que hacen aquí entonces...? ¿Esperar al "señor director" acaso? O ¿Por fin admites ser una traidora?-Dijo amenazante la mujer.
- Siempre tan analítica querida Alecto...me sorprende que sólo te hayan asignado a la materia de estudios muggles, personalmente creo que podías más...pero, respondiendo a tus "fundadas y lógicas"...suposiciones lamento informarte que habéis errado, estos chicos...- Pero quedó a media respuesta, pues tras Alecto apareció por el marco de la puerta un molesto Snape.

Recuerdos de TerciopeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora