Noches Tormentosas

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Después de aquella noche de complicidad Hermione y Snape se juntaban todas las noches que les fuera posible, ambos se aliviaban, se apoyaban, se ayudaban, todo era perfecto y secreto, ella no revelaría al verdadero Severus y él confiaria y la ayudaría en todo para ganar.  A ella le gustaba ir por las noches, y cuándo él tenía que ir a ver a Voldemort su corazón se le aceleraba con el simple hecho de pensar que cosas le haría, ella sabía que el tiempo se acababa, pero aún así  pensaba que el que Snape era el traidor  no podría ser verdad, que Harry lo mal interpretó o vio mal, no podía ni quería creerlo. 
A él le gustaba que ella viniera a verlo, lo ayudaba a salir de sus pensamientos, y más aún cuando él tenía reuniones, malditas reuniones dónde debía demostrar que era leal a Voldemort y regresaba más  de una vez maltratado, ella estaba ahí, esperándolo con ojos melosos y su rostro angustiado, como si pensara en todo lo que le podrían hacer, se sentía a gusto, pero aún así no se desconcentraba del objetivo, seguía con sus reuniones con Dumbledore y seguía protegiendo a Harry y a sus amigos, pero el saber lo que tendría que hacer en un fururo que cada vez se hacia más cercano no lo dejaba dormir, provocando un cansancio extremo, se sentía frustrado y traicionado, el sentimiento de odio a sí mismo aumentaba, las ganas de renunciar se acrecentaban pero ahí estaba ella, la única a demás de Lily, que vio más allá en él, la única que no lo veía como un objeto servible para propósitos, la única que estaba con él por propia elección y lo cuidaba y apoyaba.

Ya había pasado un poco más de semana y media de juntas secretas entre Hermione y Snape  y entre ellos la complicidad y el sentimiento de confusión crecía cada vez más, pero eso a ellos no les importó, ella se sentía acompañada después de tantos años de oscuridad, y él se sentía comprendido y querido por alguien, aunque Snape no quería confundir las cosas, pero el pensar en ella todo el tiempo le era inevitable, sus ojos, su voz, su cabello, la forma en que caminaba, como lo miraba y le hablaba, hasta la forma en que leía a Snape le encantaba; pero en el fondo odiaba pensar tanton en ella porque sentía que ella jamás se fijaría en un hombre amargado y herido como él, y se sentía estúpido por enamorarse como adolescente de una mujer que sólo lo ayudaba a realizar las misiones que Dumbledore le encargaba.
Y así se llevaba pensando una y otra y otra vez en la mujer de pelo castaño y ojos miel, pero algo no andaba bien, ya iban a ser las 11:30 de la noche y ella no llegaba a la torre de astronomía como habían acordado, se preocupó pero pensó que tal ves ella ya se habría aburrido de él y un poco molesto consigo mismo bajó de la torre y dirigiéndose a su despacho un sentimiento de angustia lo invadió, de pronto su brazo izquierdo le ardía, Voldemort lo llamaba, se fue lo más rápido que pudo y al llegar a la reunión notó que además de ser el último en llegar había alguien más en el grupo de reunidos usualmente, no pudo distinguir bien porque la persona estaba tapada completamente por una túnica con capucha y las sombras ocultaban su rostro.
-Bienvenido Severus, te estábamos esperando...-Dice una voz siseante, y con su mano lo invita a colocarse junto a él.  Snape se sienta junto a Voldemort sin quitarle la vista a la misteriosa persona.
-Hoy queridos amigos, quiero presentarles a nuestra nueva aliada, tanto su pellido como su inteligencia y dotes para la magia  nos serán en extremo útiles, y trabajará en conjunto a mi mejor aliado.  Junto a ti Severus... Hoy se nos une oficialmente Katherine... Prince- Voldemort le hace una indicación con su mano y la persona misteriosa revela su rostro.
Snape al verla no sabía que hacer,  se sentía usado y traicionado por nunca saber de ello, la vio distinta, ya no tenía esa mirada melosa, sino decidida y dura, como si su esencia hubiera sido arrancada, su alma corrompida y su mente cerrada, por un segundo se sintió morir, quería llorar como cuando lily lo dejó y nunca más le habló, -"no, otra vez no"- pensaba, nuevamente Voldemort lo separaba de lo que él queria, quería salir, no podía seguir ahí, y menos sentado junto al ser que le había arrebatado la única felicidad que tenía en ese momento, no soportaría, no otra vez, pero debía seguir, no podía tirar todo a la basura en ese momento, ya quedaba menos y debía aguantar y asi acabar de una vez con la mayor de sus pesadillas.
Hermione por su parte se sentía fatal, el hecho de ver el cambio en el rostro de Snape al ver que se trataba de ella la entristecio, pero el entrar al grupo de los Mortifagos era de suma importancia para descubrir cómo acabar con Voldemort de una vez por todas sin presionar más a Snape, Dumbledore se lo había dicho hace un poco más de medio mes, y el apellido que el anciano le había dado le sirvió enormemente para ingresar con rapidez, ahora al igual que en el colegio debía trabajar junto a Snape, pero a pesar de todo no sería lo mismo, debía mantenerse fría y decidida, pero al ver la mirada de dolor de Snape la culpabilidad la invadió, su corazón se quebró en ese segundo en que sus miradas de conectaron y ninguno reaccionó, lo quería, y el darse cuenta en ese momento la angustio, ya era tarde, no podría acercarse más, el tiempo se acababa, la tranquilidad se extinguia y los sentimientos se reprimian.
Voldemort la hizo sentarse junto a Snape, quién siquiera la miró en toda la reunión, trataron los puntos generales de invasión y de cómo harían para acabar con Harry Potter, una vez concluido Voldemort se levantó y se fue, para que segundos después Snape se levantara rápidamente desapareciendo a las afueras de la mansión Malfoy, dejando a una castaña internamente desesperada al borde del llanto, hasta que una voz grave pero suave le habla tras ella.
-Bienvenida señorita Prince, espero se haya sentido cómoda en mi humilde hogar, cabe decir que ha tomado la mejor decisión de unirsenos y trabajar con Snape le será muy beneficioso para su futuro, tengale paciencia que le aseguro que después de nuestro Señor él es un excelente mago y pocionista...- El hombre rubio le hace uma reverencia a las castaña y se retira de la habitación.
Ella tratando de mantener la imagen de mujer dura se retira rápidamente y desaparece a las afueras de la mansión, apareciendo en el bosque prohibido en los límites con el colegio, sin pensar mucho comienza a correr sin parar hasta llegar a las puertas del colegio, se detuvo en seco con ganas de solo llorar, trata de calmar su respiración y abre lentamente la puerta para dirigirse a su cuarto en completo silencio.  Una vez allí cierra la puerta se tira en su cama y rompre a llorar ahogando su rostro en la fría almohada.
Mientras tanto un furioso y resentido Snape descargaba toda su ira con Dumbledore, quien lo miraba apenado al verlo tan mal
-¡¿CÓMO PUDISTE?!, NO TE IMPORTA NADA, SÓLO TU ESTÚPIDO JUEGO, ME USAS Y ME DESTRUYES Y NO SOLO A MI, A ELLA ¡¿CÓMO PUEDES ARRIESGARLA ASÍ?!-Snape estaba eufórico y no dejaba de gritarle al anciano que apenas podía responderle debido a que el furioso hombre no le dejaba hablar
-¡Severus!, calmate y escucha, la señorita Prince tarde o temprano tendría que ingresar al círculo de Voldemort, tanto por su apellido como por la misión y el hecho de que tu no supieras de esto era para no arriesgarte innecesariamente, ella me lo pidió y lo encontré bastante sensato, y si quieres una respuesta más clara te aconsejo que le preguntes tu mismo las razones...acaba de llegar por si te interesa- lo mira por sobre sus gafas de medias lunas y Snape conteniendo su rabia se va del despacho cerrando con un portazo.
Se dirigía por las escaleras directo a la habitación de Hermione cuando de pronto ve a una pareja ocultos en un rincón del 3er piso, y no encontró nada mejor que descargar parte de su furia en los pobres.
-Veo...que las reglas del colegio...no son su fuerte señor Weasley y...¿señorita Lavander?... vaya...cincuenta puntos menos para Gryffindor, y si no desaparecen inmediatamente les juro que su casa no obtendrá puntos a favor hasta el año 2000...-Su mirada fue tan desafiante que tanto Ron como Lavander desaparecieron velozmente a sus dormitorios correspondientes.
Snape con gesto triunfante mira en dirección al piso donde dormía la castaña y su frustración volvió y al parecer peor que antes.  Casi corrió por las escaleras hasta llegar al cuarto de la mujer, pensaba entrar de golpe, pero una voz interna lo frenó con la mano en el picaporte, apoyó su frente en la puerta y apretó con todas sus fuerzas la manilla, cerrando los ojos como si tratara de contener al máximo su rabia.  Estuvo así unos minutos hasta que se alejó de la puerta, la miró resignado, bajó la cabeza y se retiró lentamente escalera abajo. 
Hermione despierta con una extraña sensación, corre a la puerta y la abre de golpe, no ve a nadie, dirige su mirada por las escaleras para divisar a alguien y lo ve, bajando las escaleras con postura cansada y ondeando su capa, lo quiso llamar, ir a buscarlo, pero se contuvo con lágrimas rodando por sus mejillas, no le quitó la vista hasta verlo desaparecer pisos abajo.

Recuerdos de TerciopeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora