23- ÚLTIMO DIA

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La mañana amanece preciosa, el sol brilla suavemente tiñiendo de color rosa, anaranjado, y rojo las laderas de la montaña.
Suma se despierta con un murmullo de movimiento de gente, muy distinto a lo que venía escuchando. Sale de su cuarto y por primera vez observa con calma el lugar en donde se encuentra. Pareciera que fuera la primera vez que lo ve a Arajpacha.
Sale de su cuarto y siente que Kori aún duerme. Decide salir por las pequeñas ventanas se filtra la luz solar dejando a la vista las pequeñas motas de polvo que flotan en el ambiente dejando una sensación de que el tiempo se detiene. Sin saber por qué, se siente feliz. Sale al final del pasillo y un grupo de personas está cambiando la paja del techo roto. Se cubre con la mano los ojos para protegerlos del cambio brusco de iluminación, cuando se habituó a la nueva luz notó que la construcción del edificio era escalonada respetando el natural de lla montaña y en completa armonía con la naturaleza. Se dió cuenta que los laberínticos pasillos solo respondían a la necesidad de comunicar un sector con otro, ubicados a distintas alturas. Notó el trabajo fino de encastre de piedra con piedra trabajados meticulosamente, el cuidado de las alturas de los escalones y su pedada no fuera ni muy baja para tener que hacer muchos escalones, ni muy alta que cansara subir en pocos. Cada escalón estaba trabajado tan perfecto que entre todos parecían que provenían de una sola roca.
Suma sale del edificio y respira hondo el aire fresco de la mañana, abre su mente y siente la alegría de las aves, la tranquilidad de los seres más pequeños. Mira a su alrrededor y para su sorpresa todo estaba sembrado, camina por la planicie y llega hasta la zona de precipicio, se asoma para ver el acantilado bruto, pero se lleva una sorpresa, no hay tal. Ve zonas sembradas a modo de escalones, sostenidas por hermosas pirkas de piedra trabajada artesanalmente. Entre ellas ve sembrando a Saramama y con ella está Yacumama ayudándola con el riego de las plantaciones.
Se dirige al lado contrario de la explanada muy cerca del precipicio ve un camino bien marcado que baja, mira a ambos lados y no ve a nadie, pese a que escucha mucho bullicio de personas pero éstas están lejos de el. Decide bajar y seguir el mismo. Mira hacia adelante y la imponencia de la montaña se deja ver, majestuosa, altiva, orgulloa. En la medida que desciende ve a Wayrallocsima en la cima soplando suavemente junto a un cóndor hembra que le enseña a volar a sus pichones. Continúa el descenso y en otra ladera, mas baja, ve a Llastay ayudando a una vicuña a dar a luz.
Ya en la base se encuentra con Wiraqucha.
- Te estaba esperando -le dice a modo de saludo. - Vamos te voy a mostrar algo.
Suma se sorprende al encontrar al dios allí. No dice nada y le sigue, por el estrecho camino sinuoso, que baja la ladera. Llegan hasta un río cercano, cruzan por un puente de piedras elevadas y siguen el camino del otro lado del río, otra ladera de montaña y esta vez cuesta arriba. Dan vuelta la misma y continúa la trepada. Cuando llegan a la cima, Suma se encuentra casi sin aire y muy agitado. El empinado camino le quitó fuerzas y la altura a la que subieron el oxígeno escaseaba un poco.
- ¡¡¡Haaa!! Qué belleza!!! - exclama Wiraqucha cuando llegó a la cima.
- Si... es muy.... hermoso... -dice Suma agitado, tratando de tomar aire inclinado hacia adelante y apoyándose sobre sus piernas para no caer.
- Descansa un poco en este tronco viejo ... -le dice mientras lo acompaña al mismo - cuando te sientas mejor te espero en aquella punta. - le dice señalando el lugar.
Suma solo asiente con la cabeza y ve como el dios se aleja en la dirección antes dicha.
Suma se queda un rato recobrando el aire mirando el paisaje a su alrrededor. Se da cuenta que está más alto que el resto y que desde allí puede observar los otros altiplanos. Se levanta y se dirige al trote hacia donde se encuentra Wiraqucha, pero la falta de oxigeno por la altura pronto se hace sentir a los pocos pasos y se detiene nuevamente por la falta de aire. Con paso lento y respiración agitada, camina hacia el dios.
Suma dirige su mirada hacia donde está mirando Wiraqucha. La belleza de la inmensidad de lo que ve lo deja sin palabras. Desde ese punto se pueden observar todo lo que sucede en las distintas altiplanicies, inclusive la más alejada. La imponencia de las distintas construcciones con armonía en la naturaleza, armadas con las irregularidades del terreno.
El sol juguetea con los edificios produciendo sombras con formas que crecen o se achican. Los mercaderes acomodan sus artículos para la venta en la calle principal, la gente despierta y las pequeñas urbes comienzan a cobrar vida.
- Suma ... quiero que recuerdes esto....
Suma lo escucha con atención.
- No importa que tan alto estés, siempre debes ponerte a la par del otro. Todo los que has aprendido aquí, debes transmitirlo allá en la tierra o en donde te encuentres. No olvides que el todo es uno y cada uno es un todo. En nuestra cultura no hay vandalismos, no hay agresiones, todos son iguales y todos deben estar en armonía con su entorno para que el Jaqi y el Ajayu sean uno en la persona mientras viva y que siempre esté presente en ellos el Ayllu para ser íntegra y armonioso. Cada uno tiene su lugar y su tiempo, debes respetar eso y no debes olvidar de dónde vienes, que debes honrrarnos.
- No lo olvidaré... -le contesta sin mirarlo y sin dejar de mirar al frente la exhuberancia del paisaje que se le presenta ante su vista. La armonía y la paz que transmiten al resto de los lugares.
Al cabo de un rato Wiracucha da la vuelta y emprenden el regreso en completo silencio. Sima expande su mente para sentir las palntas que lo rodean, los animales de esa zona. Para su sorpresa descubre que el antes había pasado por allí con Machata, cuando le enseñaba las propiedades de las piedras preciosas. Su corazón se encongió de amargura por lo que tuvo que hacer, pero decidió que recordaría a Machata como la persona que conoció y no por la que fue sustituido.
Un grupo de catas ruidosas lo distraen de sus pensamientos, entra en contacto con algunas de ellas y descubre que estaban buscando alimento para los pequeños polluelos que acaban de nacer. Las sigue en el vuelo y se posan en un algarrobo y comienzan a picar las algarrobitas. Suma se sonríe y se proyecta hacia el nido que no estaba muy lejos. La organización de la sociedad de las catas lo dejo pensando. Un grupo se encarga de buscar el alimento, otro son cuidadores de los pichonsitos, otros se encargan de la construccion de nuevos nidos agrupados a los anteriores, un grupo de catas funcionan como maestros enseñando a los jóvenes polluelos a volar. Deja a las catas y vuelve a su realidad, y nota que ve a las plantas más verdes que antes, que hay más vida que cuando pasó antes, siente a su paso la tierra viva, camina con cuidado, tiene miedo de lastimar a algún ser.
Wiraqucha que va delante se da cuenta y se sonríe, era exactamente eso lo que quería consegurir en Suma llevándolo al Socompa, ese lugar tiene el poder de transmitir muchas cosas más que una simple palabra.
Cuando llegan ya casi el mediodía. Suma almuerza unas humitas en chala junto a Kori, ella tiene un cuenco con unos tomates frescos cortados y dientes de choclo de colores acompañandolos.
- Al fin te encuentro! - le dice Llastay - te esuve buscando granarte de la mañana!.
- Salí a caminar y me encontré con Wiraqucha... y me quería mostrar una cosa... -le dice tranquilamente.
Llastay se sorprende, generalmente el dios es parco, altivo y distante con todos.
- "Algo se trae entre manos" - piensa para sí Llastay. Y en voz alta dice: - vamos a ver a Iquiqu, ya es la hora de partir.
- Tengo que buscar el bolso con las cosas que quedó en la cama...
- Bien vamos por ellas...
Parten rumbo a la habitación y nota el ambiente relajado que hay a su alrrededor.
- Siempre es así? - le pregunta de pronto a Llastay.
Éste mira a Kori que los acompaña y se encoge de hombros, sin entender la pregunta.
- Quiero decir si sempre acá es todo relajado y tranquilo, todo en armonía... - le explica dandose cuenta que no había entendido la pregunta.
- Es así siempre.... lo fue... lo es ... y lo será... mientras se respeten nuestras creencias, nuestra cultura y nuestro saber. - le contesta Llastay.
Suma recoge el bolso pequeño que le dió Wiraqucha y parten hacia donde se encuentran todos.
El sitio elegido es el maizal que vio antes Suma, a su entrada ve a Pachamama, Iquiqu y todos los demás dioses, excepto a Wiraqucha. Eso le llamó la atención a Suma.
- Me gustaría despedirme de Wiraqucha - le dice por lo bajo a Llastay.
- Él no está porque ya se despidió de ti y le molesta las ceremonias inútieles como ésta. -le contesta en el mismo tono. - Aquí me despido. Espero que respetes a los animales y los trates por igual...
- No te preocupes por ello... Lo tendré siempre presente Llastay. Cuidaré de cada ser vivo que esté cerca mío. ... - le dice Suma. Y le da un abrazo cariñoso al dios de los animales.
- Kori - le dice Llastay - tu tienes un gran corazón, escucha a los animales que te hablan.
-Lo haré Llastay -le responde Kori afectuosamente dandole la mano a modo de saludo.
Ambos se dirigen hacia los demás dioses, cada uno a su modo tiene unas palabras para ambos.
Cuando llegan hasta Pachamama, Suma le dice.
- Me gustaría conocer un poco más a mi madre...
- La llevas dentro, Suma, pero nunca olvides, de dónde vienes, quíen eres y lo más importante.... nunca dejes de escuchar a tu corazón con tu mente. Dentro de ellos estaremos nosotros y ... -tomándole la mano con el anillo - cuando tengas dudas úsalo y estaré para ayudarte.
Luego se dirige a Kori en un tono maternal.
- Cuidalo bien, aún necesita de una mujer que lo cuide.
- Si, Pachamama, lo haré - le dice haciendo una especie de reverencia con la cabeza mientras se toma con una mano el collar que le dio la noche anterior.
Siguen caminando hasta donde se encuentra Iquiqu.
- Suma, Kori, aquí nos despedimos. No te voy a decir nada más ya que todos, te han dicho mucho y no queda más que decir...
- Nos volveremos a ver?..
- De eso estoy seguro que si... jajaja..
Ambos se ríen y con un fuerte abrazo se despiden.
-Kori, eres inteligente, no lo dejes hacer estupideces.. -le dice en tono de broma.
- No se preocupe no las hará.
Desde lo lejos se escucha un griterío.
- Un momento!!!! ... No dejes que se vayan!!! -viene agitada la Emperatriz Jingu.
Al poco llega hasta donde se encuentra Kori y le dice:
- Kono hōseki wa, anata to anata no kodomo ya anata no kodomo no kodomo o hogo suru, anata no furusato no tamedesu. - dice y le coloca un collar de cadenas de oro con un rubí engarzado bastante grande. Y continúa: - Watashi no naki otto ni zokushite ita kono ken wa, muryō no meiyo no tatakai no tame ni ima anata monodesu.- y le entrega un sable con la funda trabajada en hilos de oro con el nombre del Emperador Chūai (16)
- Okage redi wa, watashi wa anata kara korera no okurimono o jushin suru tame no meiyodesu. - le dice recibiendo los presentes y haciendo una reverencia a la emperatriz.(17)
Suma y Kori miranor última ves Arajpacha, tomando aire se miran y cruzan juntos el espejo puesto en el maizal.
Del otro lado salen a un maizal, se hacen lugar para avanzar entre las plantas y salen a la ruta. Se encuentran a la entrada sur de Quillaca.
- Que rápido no?... - le dice Suma con un dejo de tristeza mirando de dónde venían.
- Si... pero es bueno estar en casa otra vez!.. Vamos!.. - lo alienta Kori.
En el arco construido de entrada al pueblo se encuentran con Ilkiqimara recostado sobre uno de ellos.
Suma y Kori se lo quedan mirando. Éste despierta.
- Aoowwuuuu... ¿Quién... aaaooowwwwuuuu me tapa el sol?...
Suma y Kori se hacen a un lado, trabajosamente se levanta del suelo bostezando. Se restriega los ojos y a duras pena puede mantenerlos abierto.
- ¡¡¡ Pero si eres Suma... aaaooowwwuuu... y Kori!!! aoowwwuu... -dice entre bostezos- aoowwuu... tardaron mucho!!... aaaooowwwuuu... los estaba esperando.

MACHATA: El encuentro con los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora