8. Otra preocupación

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Estaba estupefacta, ¿Por qué me había llevado allí?

- ¿Pero qué haces? ¡Suéltame idiota!

- Ya, tranquila, ya te suelto. – y me soltó al toque.

- ¿Qué quieres? - le miré con desprecio.

Al principio estaba un poco alegre pero al instante cambió su reacción y se puso serio.

- No sé si te habrás dado cuenta de cómo te miran algunos chicos del salón.

- ¿Te refieres a cómo me miraron cuando llegué? Pues sí, me miraban extraño.

- Sí, de eso estoy hablando, y pues yo sé que planean algo, no sé exactamente lo que es, pero algo sé.

¿De qué estaba hablando? ¿Sería malo o bueno? ¿Tendría que preocuparme?

- ¿Pero de qué hablas?

- Ellos planean "bautizarte" - dijo de forma sarcástica – probablemente una broma pesada o algo.

- ¿Y por qué no me lo dijiste en otro lugar? ¿O por qué me lo dices ahora, si recién nos conocemos?

- Mira linda, no deseo que te hagan daño o algo, te ves inocente, y no te molestes ¿Eh? que sólo lo pareces, ya no sé yo si realmente seas así  - me giñó un ojo antes de seguir - , y si te lo dije aquí es porque si me oyen otros por ahí me llamaran bocón, y no me gusta tener una mala fama.

Bueno, fue muy amable por su parte, pero mientras pensaba me agarró el brazo y me sacó sólo a mí, para luego salir él también.

- Oye, antes de nada, ¿Cómo te llamabas?

- Soy Celeste, pero ahora, ¿Me puedes dejar en paz?

- Ya enojona, nos vemos luego, ¡Chau Lest!

- ¿Cómo me acabas...?

Antes de enfadarme con él, se fue corriendo, lo que él no sabía era que yo odio los apodos, pero bueno.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora