El chico interesante.

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—¿Están bien? Preguntó el chico que nos metió aquí.

No pude responder, estaba muy impactada, jamás había visto algo así en la vida. Cuando eres libre no te pones a pensar en las personas que están sufriendo, pero cuando lo vives, en realidad quisieras que alguien pensara en ti, alguien que de alguna u otra forma supiera de tu sufrimiento. Pero no. El humano tiene naturaleza egoísta y yo... Era egoísta.

—¿Por qué no nos advertiste?
Le dije. No pude evitar que lágrimas brotaran de mis ojos.

—En realidad no sabía, lo siento mucho. De verdad.

—¡No te creo! ¡Nos llevaste para que de una sola vez pudiéramos morir!
Le dije.

—¡No te mentiría! Respondió.

—¿Y yo por qué habría de creerte? Eres uno más de esos malos que trabajan para Juan por un gran sueldo que pueda cerrar sus bocas de todo lo que ven aquí.
Le dije enojada.

—Mira... Apenas llegué a este lugar, lo que les cuento es de lo que me voy enterando poco a poco. No quiero que les pase nada. A... a nadie.

—¡Pues, casi morimos. Y si no morimos, el virus nos matará! Este es el tercer día, hoy se define todo.
Además ¿Qué no tienes miedo de que te vean aquí?

—No me verán. Ya es noche, en la noche no ven las cámaras. Ya que los únicos que vigilan las cámaras son Juan y Lucia.

—Vete ya, no quiero verte. Le dije girándome y dándole la espalda. Bere sólo nos veía discutir desde una esquina de la habitación.

—Bien. Me iré.
Él se fue.

Corrí a abrazar a Bere. De nuevo nopude evitar llorar. Ella me abrazó y nos tiramos a ese colchón viejo. Nadie dijo nada más, era nuestro último día, y después la muerte. Ese día no nos alimentaron me sentía fatal... Cerramos nuestros ojos, la oscuridad de la noche nos abrazó. Las luces se apagaron como en todas las demás noches. Lograba escuchar a mi estómago reclamando comida. Por mi mente pasaba toda mi vida, la cual yo consideraba miserable y sin esperanza, pero esa vida miserable era una de las mejores que alguien podría haber tenido. Estar aquí era un completo infierno. Era la vida miserable que siempre creí tener. Era mi presente y probablemente iba a ser el final.

—Bere...
Dije antes de que todas mis fuerzas se terminaran.

Te quiero mejor amiga.

—Abril, no lo digas...
Dijo con si voz cortada.

—Es necesario, creo. Nunca es tarde para decirlo, ¿No?

—Bien Abril... yo también Te quiero hermana.

Adoptada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora