Ramirez.

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No podía creerlo, cómo un padre podría hacerle esto a su propio hijo, a su... nieta. Este sitio estaba podrido, me demostraba que aún el más cuerdo presentaba un cuadro severo de locura.

—¿Tu padre? ¿Ramírez? Insistí...

—Sí, soy su... Hijastro, siempre me odió , y me hizo pasar como uno más de sus trabajadores, odiaba a mi hija desde que le dije que mi esposa estaba embarazada hizo lo posible por eliminarla de la faz de la tierra. Y así le pasó.

—¿Por qué? ¿A ella qué le pasó?

—Desde que mi madre se casó con él, él me odio, me llamaba bastardo, lamentablemente a mi madre la mató el cáncer o al menos eso es lo que me dijeron. Y como era de esperarse, desde niño quiso matarme, me tenía privado de comida y agua, pero sobreviví. Así que decidió embarrarme en este cochino negocio.

—¿Negocio?

—Sí, todo esto no es lo único que sucede en este lugar. Mi padre utiliza los órganos de los que ya murieron como venta para el mercado negro, gana muy bien ya que siempre tiene, lo que no sirve de los muertos los encierra en un cuarto que tiene en la parte de abajo. Aunque algunos de ellos ya estén casi inservibles, deciden comprarlos por la necesidad.

—Creo que era el cuarto que decía exit, cuando intentábamos escapar, no es así Bere?

—Sí Abril.

—Seguramente ese era, pero lo que ya no cabe ahí lo entierra en la parte exterior de todo este lugar. Es por eso que siempre hay tierra removida, y sangre por todos lados, y está también ese olor tan peculiar de muerto.

—¿Y tu mujer? Le dijo Bere.

—Él la mató.

—¡¡¡Pero... Cómo!!! Le dije.

—Él la aventó de las escaleras, así que desde ese momento me quedé con ella en la casa, la amaba mucho, en el momento del parto no pudo resistir y murió, mi bebé, mi Bebita querida pudo salvarse y la cuidé como a nadie...

—¿Tu padre sabía? Le dije.

—Claro que lo sabía, no dudo que él hubiera mandado que la secuestraran.

—En verdad lo siento... Le dije agachando la cabeza.



—¡¡Las amaba cómo a nadie!!
Rompió en llanto y no había quién lo consolara, su dolor era enorme, ya no pudo decir palabra, se quedó dormido. Y creo que eso era lo mejor.

Voltee a ver a Bere, sus ojos estaban llenos de lágrimas, al igual que los mios, me dolía estar ahí me dolía ver sufrir a las personas, nunca me importó lo que los demás estuvieran sufriendo pero ahora lo estaba sufriendo yo y quisiera que alguien me buscara o alguien se preocupara por mi, pero no era así...

Encendieron las luces y en seguida entró Tomás. Ya era el día ocho... Cada vez eran peores... Abrí mis ojos que ya estaban un poco cegados con la luz. Y rápido tapé la boca del nuevo aunque no la amarré por completo.

—Hola Abril, buenos días.

—Hola Tomás. ¿Qué pasó con la junta?

Adoptada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora