¿El cielo?

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Todo estaba muy obscuro, mi cuerpo se sentía desgastado, con mucho dolor.
No sabía donde estaba, podría haber muerto si mi cuerpo no resistía el virus.
Abría mis ojos, pero lo único que podía notar era la oscuridad al rededor de mi. Pero... ¿El cielo es tan horrible? Yo me imaginaba un lugar muy feliz, sin nada de oscuridad, un lugar lleno de nubes y criaturas que volaban con alas hermosas y yo... Yo sólo feliz, libre de este lugar, libre de todo a mi al rededor.

—¿Bere?

Dije aunque no sabía si encontraría respuesta.

—¿Estas viva?

Me respondió.

Claro que estaba viva, eso creo... Si no cómo estaba en el mismo lugar.

—Creo que sólo no hay luz.

—Em... Creo...
Respondí.

—Abril no veo nada.

—Ni yo Bere, no te preocupes, seguro aún es de noche. Pero... Eso es bueno.

—¿Es bueno no ver? Me dijo Bere

—Noooo, es bueno, porque eso significa que el virus no hizo efecto en nosotras.

—¡Cierto! El virus.
Dijo ella.

—Oye, no hay luz, tal vez podamos salir hoy, no funcionan las cámaras. Podremos salir de aquí.

Era el cuarto día que estábamos en este lugar y no me importaría arriesgar mi vida por intentar salir.

—Pero si nos encuentran...

—¡No lo harán! Porque estamos infectados. Dije.

Una sonrisa llena de maldad y veracidad se formo entre mis labios. Tenía muchas ganas de tener esa sonrisa en mi rostro. Esa sonrisa que significaba venganza, plan, ideas.

—¿Infectadas? Preguntó Bere.

—Sí, tendremos que fingir que si estamos infectadas. O si no ellos ganaran, tendrán la "Pósima" perfecta para hacerse millonarios. Y además si nos encuentran, y nos ven totalmente cuerdas, nuestro plan no habrá funcionado.

— Pero ¿Cómo?

—No debe ser tan difícil, sólo hay que fingir que ya no tenemos la noción de nada.

—¿Y cuál es el plan?

La puerta se abrió de golpe. No lográbamos ver nada.

—Chicas, no hay luz. Dijo una voz que yo podría reconocer en cualquier momento.

Era el chico interesante.

—Ya sabemos. Le dije.

—Bueno em... Juan y Lucía no tienen acceso a ninguna de las cámaras, estamos libres. Podemos salir si quieren.

—¿Podemos? Le dije

—Si, me gustaría salir también.

Adoptada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora