Capitulo XII

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Me senté en uno de los sillones en la oficina de Dumbledore. Observe la pequeña vasija que contenía caramelos de limón y me incline para agarrar uno. Lo gire entre mis dedos y le saque en envoltorio, dejando un caramelo de color amarillo casi transparente. ¿Sería uno de los caramelos muggles? No me extrañaría de parte de Albus.

Me lo lleve a la boca esperando un sabor que no me gustara, me sorprendí cuando sucedió lo contrario. El caramelo soltaba un sabor dulce a limón, para nada asqueroso y completamente delicioso. Quizás me haga adicta algo más que la sangre, pensé mientras agarraba otro caramelo.

-Me alegra que te gusten – sonrió Albus entrando al oficina –, yo los amo. – dijo agarrando otro y sentándose en un sillón para uno del otro lado de la mesa, frente a mí. - ¿Vino de Saúco? – asentí.

Es más que obvio que Albus jamás le daría alcohol a un estudiante o a un menor, pero yo ya le había contado anteriormente que el alcohol ayudaba a mi organismo a disminuir el deseo de sangre y ya que mi organismo tampoco podía embriagarme no había problema.

Agarro una hermosa botella de vidrio no muy transparentada que contenía un vino color bordo obscuro y le quito fácilmente la tapa de vidrio que suponía hacer el papel de corcho. El dulce olor del vino invadió mis fosas nasales, lucia prometedor aunque antes de estas semanas jamás había consumido alcohol.

Unos vasos de vidrio levitaron desde un estante hasta posarse en nuestra mesa, Dumbledore sirvió y un vaso se arrastró hacia mí con cuidado por encima de la mesa.

Lo agarre con mi mano derecha y lo choque débilmente contra el vaso de Albus, brindando. Lo lleve a mi boca y lo saboree.

-¿Te gusta?

-Me atrae más el Bourbon. Pero no soy fan del alcohol.

-¿De dónde ha sacado Bourbon?

Recordé como Sirius metía parte de su mano y brazo en un bolsillo de su pantalón y sacaba una pequeña petaca.

-He corrido hacia un pueblo cercano. – mentí.

El asintió pero siguió mirándome por unos segundos.

-¿Qué me puede decir sobre su amigo o colega Nicolas Flamel? – pregunte para distraerlo mientras me reclinaba sobre el respaldo del sofá. De todos modos que él era el motivo por el que estábamos allí sentados.

Tardo unos segundos en responder, su mirada reflejaba una emoción que no lograba terminar de comprender. ¿Era lastima o nostalgia? Quizás ambas, pero había un pequeño brillo de emoción también.

-Lamentablemente no se su paradero y no me ha respondido la carta. – entonces era de Flamel la respuesta que esperaba.

-¿Por qué quiere saber dónde se encuentra?

-Si hay alguien que pueda ayudarte, es el.

No pude evitar inspirar, pero el deseo de la sangre no era lo que realmente me preocupaba. Nicolas Flamel puede sacarme de aquí. Me puede llevar de vuelta con mi hermano y Draco.

Al no saber si el tiempo corre de la misma forma que acá me hace imposible asegurar la seguridad de mis seres queridos. Les tomaría tiempo superar mi muerte y eso los retrasaría de buscar Horrocruxes lo cual los mantendría fuera de peligro un tiempo. Espero que todos mis seres queridos se encuentren bien, son tiempos duros acá y allí.

Recordé con tristeza como los brazos de Draco me abrazan en los desolados pasillos del castillo.

Como sus brazos se cerraban en mis caderas y nuestras respiraciones se mezclaban, el dulce sabor de sus labios y la profundidad de sus exquisitos ojos grises. El olor de su perfume, la suavidad de su piel y la calidez de sus besos... se me formo un nudo en la garganta. Cuanto deseaba estar a su lado, sentir su presencia.

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