Capitulo XIX

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Recorrimos el pequeño pueblo. Mi primera idea fue separarnos para cubrir más terreno pero Benjamín no me quería dejarme sola cerca de civiles muggles. Mi primera reacción fue ofenderme, pero entre en razón más rápido de lo que me ofendí. Él tenía razón.

Benjamín hablaba con los civiles mientras yo buscaba un olor. Un rastro que me guiara hasta aquel hombre. Hasta mi única esperanza.

-____.

-¿Qué?

-Brillas.

Mi vista voló a mi propio cuerpo que se reflejaba en el cristal de una vidriera. Mi rostro se encontraba cubierto de prismas que brillaban al contacto con la luz del sol como diamantes, como Edward. El resto de mi cuerpo estaba cubierto en intención de disimular el frio que no sentía.

Antes de que Benjamín pudiera reaccionar ya me encontraba en la sombra de un edificio, alejada del sol que se abría paso por una pequeña ranura del cielo encapotado de nubes grises. ¿Cómo sería capaz de ocultarle algo así a Harry?

Benjamín corrió hacia mi cuando, distraída en mi propia miseria, sentí la esencia de un hombre. Deje mi boca entreabierta. Había rastros de magia en su ser que hacían picar la punta de mi lengua y no pude evitar preguntarme como sabría su sangre entre mis labios. Golpee el muro de ladrillos con mi mano alejando aquellos imprudentes e inhumanos deseos.

-¿Estas bien? – me pregunto en cuanto llego a mi mientras miraba mi mano que se encontraba contra el agujero en la pared.

-Lo tengo. Tengo el olor de Nicolas Flamel.

-¿Cómo sabes que es él? – pregunto confundido.

-Es imposible que alguien derroche tanta – inspiré hondo – magia por sus poros. Él es alguien poderoso y si lo que dijo Dumbledore es cierto y él estuvo por acá, debe ser el. Sin duda.

-Entonces supongo que no nos quedaremos en el pueblo esta noche. – negué con la cabeza, dándole la razón.

-Iremos a la ciudad.

-¿Qué? No puedes. – lo mire a los ojos.

-El rastro va hacia allí. – mire en la dirección en la que debíamos dirigirnos. – Y si tengo que pasar por esa ciudad para llegar con los que amo lo hare. Quizás... quizás esta es mi prueba de fuego. El rastro no es viejo, no puede moverse tan rápido, además no está solo.

-¿Cómo sabes que no son de alguien que solo paso por acá? – pregunto mientras me seguía por la sombra.

-Porque siguen juntas. No viaja solo. – fruncí el ceño. – Y ellos también tienen magia. No huelo completamente la parte mágica de su esencia, no son magos pero tienen magia en su interior. No llegan a su potencial aun. Son dos.

-¿Sabes todo eso por el olor? – cuestiono.

-No veo ningún cartel que lo diga. – bromee. Me voltee hacia él y le sonreí. El me respondió con otra sonrisa. -¿Qué?

-Nada. – negó con la cabeza. – Te ves feliz.

-¡Porque lo estoy! Estoy un paso más cerca de los que amo. – deje ver mis dientes a través de mi sonrisa. Su sonrisa casi desaparece en una micro expresión que logre ver. - ¿No estas feliz por mí?

-¿Qué? Por supuesto que lo estoy.

Ignore su mentira de forma inconsciente al pensar que en menos de lo que creería estaría junto con mi hermano. Mi corazón se hundió al recordar que el me creía muerta. Todos me creían muerta.

-Hay que apurarnos.

Salimos de la ciudad más rápido de lo que esperaba. Le pagamos al hombre de la recepción al irnos y note que mi pequeña obra de arte no estaba, habían puesto una nueva campana sobre la puerta.

Cargue a Benjamín hasta la mitad del camino a la ciudad. Lo baje de mi espalda cuando las manecillas del reloj en su bolsillo marcaron las tres de la tarde y para mi suerte ningún rayo de sol se hacía presente por entre las nubes. Los arboles nos rodeaban y el viento soplaba en dirección contraria a la nuestra pero el aroma de Flamel seguía estancado en mi nariz.

Benjamín se sentó en el suelo, sonando su espalda y respirando de forma tranquila. Sacó una botella de agua de su mochila y me paso una botella de sangre. Andar con un humano sobre mi espalda era una gran práctica aunque no lo pareciera. Dudaba estar lista para enfrentarme a una ciudad entera pero hacia lo mejor que podía. Suprimir la sed era como suprimir el más fuerte de mis instintos; la supervivencia.

Solté la botella ya vacía en el suelo y observe a mi alrededor con todos mis sentidos alerta. Mi emoción me había segado. Alguien nos estaba siguiendo.

-¿Qué sucede? – pregunto Benjamín mientras se levantaba del suelo al notar mi repentino cambio de emoción.

-Hay un segundo corazón.

-Pero somos dos.

-El mío no late, Benjamín. –le recordé.

-¿Desde hace cuánto nos sigue? – susurro.

-No sabría decirte. – le respondí de la misma manera. Presté atención y me encontré escuchando el sonido de cinco pies. ¿Qué? Cinco pies eso es... no. Cuatro pies y una cola que se arrastraba por el suelo. Dos magos y un... No. No debía apresurarme a conclusiones. Pensé. Volví a cambiar de parecer cuando note el patrón de las pisadas y aquella cola. Lo que nos seguía no era humano, viajaba en cuatro patas y tenía cola. Una larga.

-____. – benjamín me sacudió el brazo y supe que no era la primera vez que intentaba llamar mi atención. – ¿Sabes quien nos sigue?

-Es un qué no un quién. – me observo con los labios entreabiertos.

-¿Es tarde para avisar que no le agrado a los animales? – trago nervioso, tenía miedo.

-No logro reconocer el olor. Parece...

-¿Parece?

-Se acerca. Rápido. – sus pasos resonaban en mis oídos como los latidos de Benjamin que se asemejaban a un tambor. El miro a su alrededor con miedo.

-¿Parece que? ____.

-Parece ser de sangre fría. No siento su calor. – respondí de forma rápida.

Podía tener mis sentidos mejorados. Ser rápida y ágil pero era inexperta y esta... cosa, supo burlar mis sentidos. Ambos nos equivocamos, la buscábamos por tierra cuando en realidad se movía por los arboles como gato montes. No note esto hasta que ya estaba sobre nosotros. Cuando la vi ya se había lanzado con sus garras en alto, específicamente en direccion al más débil de los dos. Me coloque frente a él y espere el impacto de aquella bestia. 

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