Capitulo XVII

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A la mañana siguiente continuamos el viaje a paso un poco apresurado pero seguro. Yo notaba lo mal acostumbrado que estaba Benjamín a la naturaleza. De vez en cuando tenía que abrirnos paso por entre la maleza, la cual si hubiera estado sola tan solo habría tenido que saltar.

El viaje fue más largo de lo que Benjamín esperaba. No había dudado en ofrecerse a acompañarme pero estaba más que segura de que se arrepentía. Las noches eran frías y los días casi tibios sin ninguna corriente de calor, no aun, a pesar de que la nieve se estaba ablandando.

Él me decía había leído muchos libros de supervivencia a la intemperie y que era un gran momento para implementar todos sus conocimientos. A pesar de eso no había podido prender una fogata con o sin magia en todo lo que llevábamos de viaje. Este, hubiera sido más corto si yo lo hubiese llevado sobre mi espalda pero Benjamín se mareaba muy fácilmente.

A mitad de tarde llegamos a un claro donde descansamos. Benjamin se acerco al agua mientras yo me sentaba al pie de un gran árbol. Lo vi subirse a un tronco de árbol caído que quedaba por encima del agua. Lo observe caminar hasta la punta de este.

-Te caerás si no tienes cuidado. - le advertí.

Lo observe tambalearse y reírse. Apoye mi espalda contra el tronco y espere a que callera. Pero no sucedió. Que enfermara seria la excusa perfecta para dejarlo atrás. Observe el sudor frio de su cuello y por acto reflejo escuche su corazón. Mi mandíbula me molesto y mi boca se atiborró de toxina.

A mi velocidad sobrehumana me moví hacia la mochila y busque dentro de esta, bolsas de sangre. Me degustaba tener que beber sangre estancada y fría. Se sentía añeja a mi paladar y ya se encontraba oscurecida, lejos del hermoso color carmesí brillante que tenía al estar fresca y caliente como me gustaba. Como la que corría por las venas de Benjamín en ese momento.

Lance la segunda bolsa de sangre vacía a un costado y proseguí a beber de la tercera.

-Si sigues así no nos duraran. – dijo observándome desde una distancia prudente.

Aleje mi boca abierta de la abertura de la bolsa, sangre coagulada se escurrió por mi labio y pequeños hilos de sangre siguieron después de este, cayendo y tiñendo la nieve de escarlata oscuro. Una combinación encantadora y confortadora a mi parecer. Lo observe con los ojos entrecerrados.

-Te podría usar a ti como mi bolsa de sangre andante personal. – deje que mi ansia hablara.

Pestañeo de forma rápida y lamió su labio inferior

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Pestañeo de forma rápida y lamió su labio inferior. Metió una mano en su bolsillo delantero y saco un pequeño pañuelo blanco de papel. Trago, camino hasta mí y se arrodillo. Llevo una de sus manos a la bolsa de sangre que mis manos sostenían y la alejo un poco de mi hasta que me la quito de las manos. Sacudió su cabeza formulando un silencioso no.

-No lo necesitas.

Observe cada movimiento, cada gesto mientras alejaba la bolsa de sangre de mí. Sus pupilas se habían dilatado y sus dedos apenas temblaban. Volvió su cabeza hacia mí y me observo.

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