Capitulo XIII

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Me hundí en el agua que llenaba mi bañera, haciendo que esta se desbordara y que el agua llueva por los bordes hasta llegar al piso.

El agua me recibió con un abrazo tibio a pesar de que solo abrí el agua caliente hasta que la perilla no dio más. Debería estar hirviendo. Los sonidos del exterior extrañamente desaparecieron, ni siquiera podía escuchar un simple murmullo.

Mire el techo de agua que estaba por encima de mí dejándome ver de forma clara pero alterada por las ondas del agua el techo de la habitación.

Podía sentir como La sala de menesteres se movía sin descanso, aunque se suponía que no se debía sentir.

Cerré mis ojos y deje que el agua me sostuviera. Moví los dedos de mis manos y disfrute sentir el agua pasar entre medio de ellos. Cada parte de mi había esperado el día entero sentir la delicada caricia que ofrecía el agua. La única cosa en el mundo que era incapaz de destruir con mi desmenuzada fuerza.

Cada musculo se relajó después de unos minutos y mi mente abandono aquella habitación.

Ya no puedo dormir. Unas de las desventajas de ser lo que soy. Pero soy capaz de imaginar cualquier cosa, de tal manera que mi cuerpo también logra sentirlo, escucharlo. Desde el sonido de la briza hasta el tacto de una mano. Una voz o una risa... un olor. Su olor.

El pelo de Draco siempre olía de una forma delicada cuando no usaba gel. Sin embargo su cuerpo olía y lucia más salvaje pero suave a la vez.

Diablos. Había olvidado que ahora todo lo siento de una forma desmesurada, el amor, el odio, la felicidad, el deseo...

Estaba por suspirar pero al inhalar lleve agua a mis pulmones. Sentí la molestia en mi pecho y nariz y salí a la superficie a intentar expulsar el agua que había tragado para fuera de la bañera.

Con mis manos corrí el agua de mi cara y ojos; y pensé: Al menos ahora siendo vampiro no tendré que soportar el problema de la menstruación.

Es como si mi cuerpo estuviera de alguna forma muerto, frio y sin vida. Hay muchas funciones del cuerpo humano que ya no poder cumplir. El brindar calor, menstruar, embarazarme... era una de las cosas que ya no podría hacer y la última me entristecía más que cualquier otra.

Pero al parecer mis hormonas estaban intactas y totalmente activas. Estoy sintiendo la necesidad más fuerte que alguna vez haya sentido hacia Draco. De una forma más apasionada, de una forma que antes no habría siquiera pensado en saciar. Pero ahora no estoy muy segura de querer esperar.

Fruncí mi seño y golpee mi rostro.

Que diablos.

¿Cómo puedo estar pensando en algo así? Ni siquiera sé si esta a salvo, lastimado o -me duele pensarlo-... muerto.

Draco...

Él tiene un humor peculiar e irritable. Logra abrir la curiosidad en mí pero a la vez me hace querer asesinarlo. Pero a la vez me da tristeza. Tal y como dijo mi difunto – quizás ahora no tanto- padrino, él es un buen chico al que le han pasado cosas malas. Criado por un padre malvado y mentalmente inestable a mi parecer. El mismo que ha intentado asesinar a su novia o algo así, repetidas veces en el pasado. Quien probablemente haya festejado mi muerte...

Me pregunto si Draco estuvo presente cuando los mortifagos festejaron mi muerte y como se habrá sentido. ¿Triste? ¿Apenado? ¿Indiferente, quizás?

No. No indiferente. Eso nunca.

Él y yo lo somos todo y a la vez nada. Él se reía de mí y yo de él. Los insultos solían ir y venir por los pasillos del castillo y solo una vez lo escuche confesar sus sentimientos hacia mí de forma directa. Nos queríamos y luego nos odiábamos como si no hubiera mañana. Odiábamos los apellidos del otro.

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